Cultura/Educación, Sociedad

La Proyección en el espejo

Por Gloria Chávez Vasquez*

 

Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros.

Herman Hesse

 

La frase a través del espejo, popularizada por el escritor británico, Lewis Carroll (1832-1898) en Alicia en el país de los espejos, es una metáfora que representa el momento en que el mundo, de repente, nos parece al revés, irreconocible, como si lo viéramos desde dentro del espejo. Es el instante de crecimiento, cuando comprendemos, que es hora de examinar las reglas subyacentes que gobiernan la realidad que nos rodea.

Carroll, cuyo nombre verdadero era Charles Lutwidge Dodgson se proyectó en Alicia para escudriñar, no solo los conflictos de su época, sino su propia ambivalencia. Es obvio en la lectura de las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y en el de los espejos, que el autor sublimó sus tendencias y sus pasiones, legando a los jóvenes de futuras generaciones, un mapa de cómo superar las emociones y las carencias sin perder la cabeza.

El síndrome de desquiciamiento   

Durante la presidencia de George W. Bush, el columnista, comentarista y psiquiatra conservador, Charles Krauthammer acuñó la frase síndrome de desquiciamiento, definiéndolo como una reacción paranoica de ciudadanos aparentemente normales, a la política, la presidencia, y la existencia de Bush.

El fenómeno reapareció no solo en el escenario nacional, sino mundial, con el odio acérrimo de sus antagonistas entre los medios, plataformas, políticos y opositores, a Donald Trump, cuando este se lanzó a la campaña para la presidencia de su país.

El periodista indoamericano, Fareed Zakaria, definió el síndrome como «un odio al presidente Trump, tan intenso, que afecta el juicio de las personas».

Esta reacción hiperbólica escaló en una histeria colectiva sobre cualquier tema o acción relacionada con el presidente de los Estados Unidos, e incluye a su familia, allegados y seguidores, convirtiéndolo en la persona más controvertida del planeta.

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Los proyeccionistas

Una explicación de la fascinación o repulsión “gratuita” a otra persona, está más acorde con lo que en el psicoanálisis se conoce como Proyección y que es la incapacidad de un individuo de distinguir entre un acto legítimo y humano, y lo que imagina como las intenciones del otro.

Normalmente inconsciente, la proyección es un síntoma que ayuda a identificar rasgos del carácter, en el individuo que la padece. así como sus motivaciones, problemas y frustraciones. En los narcisistas funciona como una resistencia al contacto con su propia identidad, desplazando hacia otros sus carencias emocionales y atribuyéndoles virtudes y defectos propios.

En nuestros antepasados cavernícolas era un instinto utilizado para prevenir o adelantarse al peligro. En la actualidad es uno de los mecanismos de defensa más utilizados en contra de lo que percibimos como amenazas externas.

Las proyecciones son conflictos internos que se exteriorizan en un esfuerzo por disolverlos, pero en el intento, tienen un efecto bumerang, al convertirse en un recorrido en sentido contrario: el sostenimiento de frustraciones y tensiones. Es el caso del ladrón, que “juzga por su condición”.

Con la llamada civilización, la proyección se convirtió en una manera de glorificar o demonizar a dioses, líderes o héroes. A partir del surgimiento de las versiones del espejo: la fotografía y el cine y la televisión, la proyección encontró su enfoque en artistas de la pantalla y más adelante en los deportistas. Los ejemplos más espectaculares están contenidos en el santoral moderno: Marilyn Monroe, Lady Diana y más recientemente, figuras como Ronaldinho o Messi.

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Quien se proyecta en otro, se forja una imagen, idealizada o falsa, del objeto de su fascinación o de su frustración. Una especie de chivo expiatorio, a imagen y semejanza. La química positiva o negativa se encarga de anclar el sentimiento. Unos se enamoran perdidamente, sin saber por qué, mientras otros odian al instante, racionalizando su inquina hacia el ser odiado. La proyección se alimenta de sentimientos potencialmente peligrosos. Vale recordar celebridades que han sido acosadas o víctimas de homicidio, como el cantante y musico de los Beatles, John Lennon, asesinado por un “admirador”.

La proyección como mecanismo de defensa generalmente opera en situaciones de conflictos afectivos/emocionales donde se culpa a otros de los sentimientos, pensamientos o impulsos que resultan incómodos o inaceptables para el proyeccionista. En el proceso, quien se proyecta en otro le transmite todo aquello que le asegure la continuidad de su narcicismo, los vínculos emocionales y su proceso de conservación: identificaciones, mecanismos de defensa, ideales, dudas y certezas.

La proyección no permite el contacto consigo mismo ni con los demás porque tergiversa la realidad. El proyeccionista está convencido de que son los demás quienes están equivocados. En los casos graves, la proyección lleva al delirio paranoide y por eso quien la padece busca personificarla en otro individuo, desplazando su amor u odio hacia otro ser.

Las tendencias proyectivas se desarrollan con mayor frecuencia en las personalidades de tipo paranoide. Los individuos con esta patología tienden a juzgar compulsivamente; son hipersensibles al subconsciente ajeno, pero al interpretarlo se olvidan de su propio subconsciente. Estas compulsiones son frecuentes en los asesinos en serie, en los acosadores y depredadores sexuales y en los fanáticos políticos o religiosos.

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Sublimando la proyección

Muchos artistas han encontrado la manera de sublimar y canalizar sus emociones y conflictos internos en obras que han trascendido el tiempo y la proyección, inspirando a otros. De lo cual se deduce que el arte es una alquimia que transforma las tendencias destructivas liberando la imaginación y la creatividad. La tentación de criticar o juzgar puede controlarse investigando y conociendo la verdad sobre las raíces de nuestro amor o nuestra ira. Es así como grandes escritores al estilo de Cervantes dieron luz a inolvidables personajes de la literatura como Don Quijote y Sancho Panza.

Hermann Hesse define mejor que nadie el concepto de la proyección como un mecanismo de defensa, en su novela Demian (1919): Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros. Fiodor Dostoieski por su parte, la describió como un tipo de posesión, en su novela Los demonios, originalmente titulada Los poseídos.

Nuestro ego acepta y adopta como propio, todo aquello que es gratificante, pero rechaza o considera ajeno, todo lo que le resulta doloroso. La proyección defensiva nos hace volcar sobre los demás, aquellas vivencias, emociones o rasgos de la personalidad que repudiamos o no reconocemos dentro de nosotros.

Primera publicación en 1919.

La frustración que siente una persona que crea proyecciones, desaparece cuando se “convence” de que sus defectos, sus deficiencias y sus fracasos también los poseen los demás o que no son ellos quienes provocan sus desdichas.

El político corrupto es más suspicaz que el honrado y por tanto asume que los demás son tan deshonestos como él. El marido infiel sufre de ansiedad, inseguridad y depresión, porque juzga que su pareja, aunque no sea cierto, también le es infiel. Un padre califica a su hijo de inútil y perezoso, porque, careciendo de disciplina y buenos hábitos, él no se los ha enseñado a su familia.

La personalidad opera con mecanismos como la conciencia y el instinto para mantener el equilibrio, regulando la tensión y la excitación. Con la conducta defensiva, el organismo busca un ajuste o adaptación que le proteja de la inseguridad, la frustración, el peligro, la tensión o la ansiedad.

Es necesario estar alerta, observar y analizar las confrontaciones familiares, amistosas, laborales o en pareja para detectar y determinar si lo que sucede y causa la inestabilidad provienen de nosotros mismos. La proyección psicológica, no resuelve los conflictos. Mas bien restringe la capacidad de actuación del yo frente a otras personas que le perturban y nos convierte en seres injustos y faltos de compasión o caridad hacia nuestros semejantes.

                                                                                      

* Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora, reside en Estados Unidos. Entre sus libros de ficción se incluyen las colecciones de cuentos Opus Americanus, Depredadores de almas y Crónicas del Juicio Final disponibles en Amazon.com

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