Economía, EDITO

La nueva apertura económica en Cuba. ¿Intento del modelo vietnamita o estrategia de sobrevivencia?

Por Carlos Carballido.

Tras las masivas protestas populares del pasado 11 de Julio, la Tiranía Castro-canelista sintió un peligro inminente en el malestar social y para calmar las tensiones no encuentra mejor forma que anunciar un paquete de flexibilizaciones económicas para estimular la pequeña y mediana empresa en la ínsula.

El anuncio del Decreto-Ley de las micro, pequeñas y medianas empresas privadas (MIPYMES), así como la reactivación de las Cooperativas Agropecuarias, no nos sorprende. Un intento similar y más reciente ocurrió a principios del 2000 con Raúl Castro, pero sin la participación de civiles cubanos. Sin embargo, en las actuales circunstancias, la tiranía tiene que encontrar vías para pemanecer en el poder y crear espectativas populares mediante cierta flexibilización del control económico estatal para permitir el comercio entre pequeños y medianos emprendedores que de alguna forma permitan ofrecer más bienes y servicios a los cubanos y quizás con cierta mejor calidad que los ofrecidos hasta ahora.

La cúpula dictatorial cubana tiene sólo dos caminos ya transitados por países totalitarios con resultados tangibles en lo económico: iniciar cambios basados en los modelos de China o Vietnam.  No cuenta con más alternativas y al parecer quiere apuntar hacia la modalidad vietnamita porque en la práctica el control del estado sigue siendo absoluto, los cambios son mucho más lentos por el atraso de la infraestructura y la represión hacia la disidencia es mucho más efectiva. Cuba carece de infraestructura factible para aplicar un modelo chino pero con esta nueva regulación de las MiPymes, el camino hacia una eternización castrista en el poder, un partido único y cero tolerancia hacia ideas libertarias tiene alta probabilidad de perdurar en el tiempo, tal y como ha sucedido en Vietnam donde las libertades individuales son más limitadas y la represión mucho mayor que en su vecino asiático.

Los alzamientos populares del 11 J fueron motivados por el hartazgo popolular ante tanta mentira gubernamental y por la ausencia total de libertades no solo políticas sino también económicas. Literalmente la población muere de hambre mientras los políticos, sin carencias ni estress, aumentan la talla de cintura por lo abultado del abdomen. Sin embargo tanto la dictadura como sus voceros y defensores (no son pocos en el exilio) se dieron a la tarea de convencer a gobiernos e instituciones mundiales de que las causas de que el pueblo saliera  a protestar fueron la escasez de alimentos y medicinas que ha provocado el llamado ” Bloqueo Estadounidense”.

Esta estrategia del neocastrismo ha logrado que una buena parte de la comunidad internacional esté dispuesta no sólo a enviar donativos a Cuba sino también a invertir económicamente, olvidando lo deudores que son los castristas, porque el pueblo lo necesita. Las oportunidades las pintan calvas, así que las llamadas MIPymes caen en el mejor momento para obtener financiamientos y materia prima casi a precio de regalo.

Ahora bien. El mayor desafío que enfrentan los castristas con este nuevo decreto ley es el de si se dará suficiente flexibilidad para el emprendimiento ya que por experiencia se sabe que la acumulación de capital en manos privadas es un lastre en una sociedad como la cubana ademas de estar tipificado como delito para la ley vigente.

Igualmente se ha generado la duda de hasta dónde será factible la obtención de materia prima para la creación de bienes ya que la importación y exportación siguen estando bajo el control del gobierno.  Según se ha filtrado toda operación se hará sobre la base de una nueva tipología jurídica llamada Sociedad de Responsabilidad Limitada. Traducido en otras palabras y recordando aquella telenovela de antaño… que nadie toque nada porque sólo el estado puede tocar.

 

Mejor Vietnamita que Chinos 

 

La Tiranía cubana sabe muy bien que los estallidos sociales sólo pueden ser aplacados con represión y más adelante un poco de flexibilidad económica como modo de contener los detonantes sociales. Si ha de abrir, porque ya no les quedara de otra, lo más seguro es que lo hará basado en el experimento vietnamita  porque teóricamente comenzó tras un colapso económico y una hambruna  tan graves como las que padece el pueblo cubano y además porque enfatiza  el mayor control de la actividad económica y un estilo de gobierno totalitario en el que el sector empresarial es totalmente subordinado y carece absolutamente de participación en la política nacional. Los empresarios con dinero, que no se pueden comparer con los chinos, no influyen sino que obedecen y están sometidos a un riguroso control de las autoridades.

La suposición de que estás nuevas medidas en Cuba tienden al modelo vietnamita está basada en que las condiciones objetivas y subjetivas que predominan en la ínsula impiden abrazar el modelo económico chino porque este surgió de manera progresiva en una primera etapa con fuerte participación estatal pero permitiendo que las leyes del mercado terminaran rigiendo los destinos del gigante asiático. Aunque el Partido Comunista Único  es el que gobierna en Beijing, el sector empresarial goza de cierta flexibilidad en las inversiones y el crecimiento económico. Inicialmente el sistema impositivo fue de 70% para el estado y un 30% para el empresario y en los últimos años el propio superavid chino ha ido modificando más equitativamente esa proporción. Para Cuba esto sería improbable debido a la naturaleza tiránica de su gobierno así que si en algo habrá que abrirse, el modelo vietnamita es el candidato más idóneo porque las libertades en el comercio y el sector empresarial están circunscritas al poder del estado bajo el dogma de cero tolerancia con la disidencia.

 

Lastres para imitar modelos

 

El aspecto más preocupante en esta nueva jugarreta del gobierno castro-canelista es la mordaza de no permitir sociedades anónimas empresariales sino solamente “de Responsabilidad Limitada“. El nombre lo dice todo. Por otro lado, aunque dentro de los nuevos decretos se menciona la reactivación de las cooperativas agrícolas para fomentar los pequeños negocios, lo cierto es que el sector esta totalmente depauperado como para reactivarse en tiempo récord.

El modelo económico vietnamita comenzó con un proceso de reformas conocido como Do Moi en el año 1986, en el que el país legalizó y después incentivó la creación de empresas en régimen de libre mercado nacional dónde la agricultura desempeñó el papel más relevante. La bonanza económica de esa nación fue a través de la exportación y comercialización interna de rubros como arroz, frutas y cafe. En Viet-Nam el 85 por ciento de su población vive en zonas rurales lo cual facilitó el salto productivo en el ramo que permitió una inyección de capital suficiente como para invertir en otras áreas económicas. En Cuba la mayor parte de su población vive concentrada en ciudades (75 por ciento según cifras oficiales) mientras que el resto sobrevive malamente en zonas agrícolas fuertemente salinizadas y con pocas áreas con capacidad de siembra. Este panorama en la campiña cubana es uno de los problemas más difíciles de resolver para un despegue económico en el sector agropecuario.

A diferencia de Cuba, uno de los factores que ayudó al crecimiento económico de Vietnam fue que se autorizó el comercio en fronteras terrestres naturales y también con el archienemigo Estados Unidos que al ver el gesto de Hanoi, incluye a ese país en la lista de naciones más favorecidas. Este aspecto es quizás el más importante y el que más interesa a la dictadura cubana que gasta lo inimaginable en cabildeos para levantar el embargo estadounidense porque su frontera más cercana son las costas de la Florida.

 

La Tiranía afloja siempre tras una crisis.

 

Las crisis sociales dentro de Cuba siempre han sido atenuadas con anuncios rimbombantes como este de las MIPAYMES.

Desde 1968 la producción agropecuaria cubana presentaba síntomas de estancamiento y en más de una ocasión se manejó la idea de flexibilizar el sector para que los productores pudieran vender libremente los excedentes en mercados habilitados para tal efecto.

No fue hasta la crisis de la embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel (abril 1980) que se le dio el impulso final a estos mercados campesinos como forma de contentar a la población y paliar las dificultades para encontrar alimentos debido a la crisis del campo socialista que terminó desapareciendo como bloque 9 años más tarde.

En 1986, Fidel Castro eliminó esta forma de mercado y la estigmatizó incluyéndola en la lista de errores y tendencias negativas de la revolución cubana.

En julio de 1993, Castro igualmente presionado por la hambruna generada tras la desaparición de la URSS despenaliza el dólar en un intento por aplacar los ánimos que finalmente llevaron a los disturbios del Maleconazo y el éxodo de Balseros de 1994. Igualmente tras reprimir a la población que salió a protestar, en los meses subsiguientes se comenzaron a dar los pasos para permitir trabajos por cuenta propia y la conversión de antiguas tiendas y comercios en lo que se dio en llamar mercados industriales con producciones artesanales extremadamente rudimentarias y de pésima calidad pero que sirvió al falso relato de que Cuba estaba abriéndose a los cambios.

El anuncio del Decreto-Ley de las micro, pequeñas y medianas empresas privadas (MIPYMES) parece estar más en la cuerda de aplacar el descontento popular. Es, sin duda, un incentivo para aumentar el envío de remesas hacia ese sector que se aventure a poner un negocio y está por ver si se repetirán las prácticas del control estatal y el intervencionismo por sospecha de enriquecimiento ilícito como una y otra vez ha ocurrido en la isla.

Está supuesta flexibilidad es también una invitación dudosa a que la comunidad internacional invierta dentro de la isla motivada por la supuesta ayuda que eso representaría a un pueblo que según ellos están sin alimentos ni medicinas.

Tras el anuncio se ha generado un sinfín de dudas y queda por ver si será más de lo mismo aunque en este caso apunta a que no tienen más remedio que propiciar ciertas aperturas esperanzadoras para aplacar el malestar social.

Un modelo vietnamita para la vida civil (recordemos que Raúl Castro ya había experimentado algo parecido en las FAR) podría ser el parche puesto antes de que el quiste empeore pero curiosamente ya se ha anticipado que no se permitirá comercio mayorista ni minorista de productos importados, además de la limitación de participación en las 140 actividades económicas que se permitirán. Queda por ver también el tratamiento tributario para esas empresas que se autoricen y si realmente podra ser asumido por los emprendedores antes de colapsar en el intento.

Desde mi punto de vista esto es una medida para aplacar tensiones ante la crisis generada el 11J. Si me equivoco sería un paso para la aplicación de un modelo similar al vietnamita porque, insisto, es el que garantiza control del estado e intolerancia a la disidencia. En resumen más mercado y menos libertades para un pueblo que se confirmará con las migajas.

 

Carlos Carballido es periodista y Vicedirector de ZoePost.

 Fuentes: Observatorio de políticas de China.

Documentos de la Association for the Study of the Cuban Economy.

 

 

 

 

 

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