Cultura/Educación

Homosexualismo y comunismo en Cuba (2da Parte)

Por Carlos M. Estefanía Aulet.

Homosexualistas críticos. El caso de la Joven Cuba

La Joven Cuba[i] ha tenido una evolución interesante. Surgida como una suerte de publicación “oficialista” independiente, se ha desplazado a un nivel de crítica social que la coloca en competencia, si no con la oposición más abierta, al menos con la disidencia más confrontativa dentro del sistema imperante. Eso sí, su despegue del pensamiento ortodoxo gubernamental no la ha separado ni un ápice de esa ideología de género que la acompaña desde su nacimiento; aunque no es una publicación exclusivamente homosexualista. Un buen ejemplo lo tenemos con el artículo: “Ganada la batalla por el Código de las Familias, ¿cuáles serán las próximas peleas del activismo LGBTIQ en Cuba?”[ii]. Lleva la firma de Maykel González Vivero[iii] y fue publicado en el sitio de JC el 17 de mayo de 2023.

El columnista de La Joven Cuba habla aquí sobre la situación actual del activismo LGBTIQ en Cuba después de la aprobación del nuevo Código de las Familias[iv]. Lo hace respondiendo críticamente a las valoraciones en exceso positivas, realizadas por las autoridades del Ministerio de Justicia, tras seis meses de implementación del referido Código[v].

Según este autor, a pesar de que se esperaba que la nueva ley llevara a un aumento en la legalización de uniones y disminuyera los actos de odio, la realidad ha sido diferente. Así, en el primer semestre después de la aprobación, sólo 745 parejas se han legalizado, lo cual representa una cifra baja considerando la población total del país. Además, se ha reportado un aumento en los insultos y actos de agresión hacia personas LGBTIQ en la calle.

El autor del artículo menciona que la falta de acceso a recursos y oportunidades es un factor que limita la participación de la comunidad LGBTIQ en el matrimonio. La mayoría de las personas LGBTIQ en Cuba son pobres y no tienen acceso a una educación profesional o a un empleo estable y bien remunerado. El matrimonio se ha convertido en un acto que revela la clase social y está más relacionado con beneficios prácticos y legales, como herencias y visas.

De acuerdo con Maykel González, el activismo LGBTIQ cubano, al que él mismo pertenece, todavía se enfrenta a desafíos importantes. Y si bien se logró (cual mérito suyo) la aprobación del matrimonio igualitario aún queda mucho por hacer en términos de derechos y protección, según la perspectiva ideológica del publicista. El activista menciona, por ejemplo, la necesidad de una ley de identidad de género, una mayor atención a la salud de las personas trans y no binarias, así como la situación de los adultos mayores LGBTIQ y de las personas VIH positivas. También destaca la importancia de abordar la discriminación en el empleo y proteger los derechos laborales.

En resumen, el artículo señala que, aunque se han logrado avances en el reconocimiento legal de los derechos LGBTIQ en Cuba con la aprobación del Código de las Familias, aún existirían desafíos significativos que requieren la atención y acción del activismo para lograr una mayor igualdad y protección.

Comentario al artículo de la Joven Cuba

Maykel González se salta por la tronera algo muy relevante en el asunto que aborda. Me refiero al conflicto generado en las sociedades más avanzadas en este tipo de reforma, en la que el escribiente de Joven Cuba quiere avanzar. Tengamos presente lo que ocurre, por ejemplo,  cuando en otra vuelta de tornillo de género,  una vez conseguida la transexualidad legal, ya no importa hablar de los peligros que implican los tratamientos hormonales y las intervenciones quirúrgicas del cambio de “sexo”[vi], donde poco a poco se va recuperando en el debate público la vieja noción de disforia de género, y se reconoce, tardíamente, algo de lo que hoy es tabú hablar en Cuba; las afecciones físicas y mentales que generan los mengelianos[vii] tratamientos al uso para la reasignación de sexo en los pacientes[viii] y el modo que este tipo de imposición biopolítica está afectando las conquistas del viejo feminismo, cuyos partidos de vanguardia se aterran con el hecho de que cualquiera pueda declararse mujer con solo desearlo. Es la consecuencia inevitable de esa misma ideología de género con la que por décadas las feministas occidentales estuvieron coqueteando y de la que tardíamente intentan separarse. Para muestra veamos lo que escribe, la defensora de los derechos de las mujeres, Cristina Serrano en la página del Partido Feminista de España, organización de izquierda donde las haya, y procedente de un ambiente lingüístico cultural muy cercano al cubano y que por tanto deberíamos atender:

La invisibilización del sexo biológico como condición fundamental de la clasificación de los seres humanos en hombres y mujeres y que justifica la preeminencia de unos y el sometimiento de las otras, como haya tanto tiempo escribió Engels en El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado: “La primera división de clase fue la del hombre y la mujer para la procreación de los hijos” ha dado lugar al agrio debate sobre lo que ahora llaman el transgénero y a la peligrosa ofensiva desencadenada por los lobbies gays y trans contra la racionalidad, que deriva inevitablemente contra las mujeres. De aquellos polvos vienen estos lodos.”[ix]

Esta es la misma tragedia hacia la que Cuba se dirige y parece tener sin cuidado al feminismo del patio, a pesar de la alerta que dan sus hermanas españolas. Por supuesto la “tragedia que nos amenaza” tiene aún más despreocupado al “milenial” que escribe para la Joven Cuba, algo que se explica en esta suerte de adoctrinamiento posmoderno sufrido por su generación, más allá de las fronteras políticas y por tanto con la inevitable desconexión que padece, tanto con relación a la experiencia histórica como con el propio presente que le toca vivir.

Pero si en algo podemos conceder mérito a este redactor, es que supo prever, a diferencia de otros compañeros de ideología suyos, el poco uso que tendría entre cubanos la flamante ley de homonomio de la isla en cuanto a la formalización real del matrimonio con el mismo sexo. También vale tener en cuenta la descripción que nos ofrece como esa institución, la del matrimonio en general, se ha ido degradando con el tiempo. De este modo ha bajado al nivel de que:

En Cuba se han casado pocas parejas porque el matrimonio, acabemos de aceptarlo, ya no tiene el significado simbólico de antes. Su valor principal es práctico. Se casan, en general, las personas con capitales que transmitir o proteger. Se casa la gente que necesita acreditar que está en pareja para conseguir que algún Estado le reconozca beneficios: una visa, una herencia, una donación”.

Apuntemos que la crisis universal de la institución matrimonial no es un fenómeno exclusivo del comunismo cubano. Es algo que se ha conseguido de manera intencional en las sociedades liberales, índice de que tanto la una como las otras están sometidas a un tercer actor, que se nos escapa a simple vista pero que les dicta la tarea de ir destruyendo esa célula madre en cualquier civilización humana, que es la familia tradicional. En cuanto al cuestionamiento del incremento de los actos de violencia contra los homosexuales, después de la institucionalización de esta relación, tiene una clara respuesta. Se trata de un acto de resistencia, injusto, por la víctima a la que sr ataca, que al final no tiene culpa de nada más que el de haber sido instrumentalizada por el poder, es decir el homosexual, pero entendible como la reacción que una ciudadanía que interpreta la desnaturalización de la familia reproductiva y la expropiación por parte de las instituciones “educativas” de sus derechos a la orientación de los hijos en temas de sexualidad, como una imposición externa y no una expresión de la voluntad popular.

Por otra parte, resulta indemostrable que exista la menor relación de causa y efecto entre el llamado activismo “gay” (sea desde el oficialismo o desde la “disidencia”) y los cambios en el código de familia, que solo responde a presiones y estímulos foráneos. Este activismo solo acompaña un proceso financiado por Instancias transnacionales a las que lo menos que les interesa es promover la libertad de elección en cualquier aspecto de la vida del ciudadano, en particular del cubano. Lo que buscan es doblegar las soberanías de los estados y así fomentar en ellos uniones “familiares” de carácter estéril, como son las que se fundan en prácticas orgásmicas con el mismo sexo. De lo que se trata es de frenar el crecimiento poblacional y en este sentido si para algo sirve la “Internacional” de letritas en aumento permanente es para someter los pueblos al poder de un maltusianismo repelente y universal.

En cuanto al aparato conceptual que se usa en la nota de la Joven Cuba, habría mucho que deconstruir, para hablar posmodernamente; por ejemplo; el uso del manido término “comunidad”. Un concepto que presupone una suerte de integración orgánica e identidad estable y objetiva de sus miembros (que iría más allá del ocasional o matrimonializado acople sexual), no sólo de la que le ponen desde afuera, estadísticamente, teóricos, agitadores o clasificadores poblacionales al servicio del estado. La orientación sexual no crea necesariamente una “comunidad”. Por ejemplo, no existe ni puede existir una “comunidad” de onanistas compulsivos”, ni la de los “fornicadores”, ni la de bestialistas, ni siquiera la de pedófilos (aunque se intente construirla por medio de su “orgullo colectivo”[x]) o la de cualquier otra parafilia. Tal comunidad, más allá de la retórica militante, no existe en el caso de la homosexualidad. De la misma manera, que no se podría hablar de una “comunidad” o del “colectivo” de los delincuentes, tampoco se puede hacer lo mismo con quienes sin ser necesariamente criminales se vieron obligados a funcionar de manera muy similar a los antisociales debido al rechazo, moral y legal centenario que han sufrido sus prácticas eróticas, ya por adúlteros ya por homosexuales.

[i] https://jovencuba.com/

[ii] https://jovencuba.com/activismo-lgbtiq/

[iii] Maykel González Vivero (1983) (memoryofnations.eu)

[iv] goc-2022-o99.pdf (gob.cu)

[v] A seis meses del Código de las Familias: Hemos hecho felices a más personas • Trabajadores

[vi] https://www.aceprensa.com/sociedad/la-reasignacion-de-sexo-no-garantiza-que-todo-vaya-mejor/

[vii] https://es.wikipedia.org/wiki/Josef_Mengele

[viii] https://www.aciprensa.com/noticias/ex-nina-trans-lucha-para-proteger-a-menores-de-cirugias-de-cambio-de-sexo-45199

[ix] LA IDEOLOGÍA QUEER Y LA LEY TRANS – Partido Feminista de España

[x] https://blogs-new.elcorreo.com/estovadesexo/2020/07/14/movimiento-de-orgullo-pedofilo/

(Continuará…)

Carlos Manuel Estefanía Aulet.

Nacido en La Habana en 1962, realizó estudios de Filosofía en las Universidades de La Habana y Moscú, licenciandose en 1987 en la especialidad de Materialismo Histórico. Posteriormente hizo estudios de postgrado en economía, relaciones internacionales, periodismo, lingüística, teoría de la comunicación y semiótica. Así mismo recibió cursos por encuentro en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana, en materias tales como: Historia del Estado y el Derecho, Teoría del Estado, Derecho de Familia, entre otras.

En mayo de 2009 recibió el título de Magister en Pedagogía del Español y de Ciencias Políticas por la Universidad de Estocolmo.

Radica en Suecia desde 1993, donde fue fundador e integrante de la directiva de la Sociedad Académica euro cubana, así mismo se desempeñó como presidente de la Asociación de Graduados Extranjeros en Suecia. Ha sido además miembro de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Suecia (PROFOCA) y del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.

Como parte de su labor docente ha impartido cursos de teoría socialista, semiótica, Comunicación, Filosofía, Religiones y Lengua Española. Pertenece actualmente a la Federación Nacional de Maestros de Suecia.

Es autor del libro. “Pasión y Razón de Cuba”, así como de: “Y Juanes cantó en La Habana”. Igualmente ha participado en las antologías: “Cuba: Miradas Cruzadas” y “El Libro Rojo del Marxismo Cultural”.

Fundó en 1994 la revista Cuba Nuestra y ha publicado artículos en diferentes medios de comunicación impresos y digitales de Europa y América. Ha colaborado con emisoras radiales en Cuba, así mismo ha realizado y conducido programas radiales emitidos en Estocolmo y en Miami.

Redacción de Cuba Nuestra.
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