Por Jesús Cacho/Vozpópuli/Fundación Para La Libertad.
“Creo que, en cierto modo, los israelíes volvieron a ser judíos ese día”, cuenta Lee Yaron, periodista del diario israelí Haaretz y autora de “10/7: 100 historias humanas”, un turbador relato de lo ocurrido el 7 de octubre de 2023 a través del testimonio de las víctimas y de las comunidades que sufrieron el ataque. “Se suponía que Israel sería la conclusión de la historia judía: el refugio final después de siglos de persecución. Cuando mis abuelos llegaron a Israel, después del Holocausto de la II Guerra Mundial, huían de pogromos y masacres sufridos por su condición de judíos. Confiaban en que, con el establecimiento de Israel, sus hijos y nietos tendrían un destino mejor. Creían que no necesitarían enseñarles el idioma de su país de origen, porque el hebreo sería su lengua definitiva. Pensaron que siempre estaríamos seguros en Israel. El 7 de octubre ese sueño se hizo añicos. Ese día nos asaltó a todos la sensación de que pronto ya no tendríamos más país”.
Mañana se cumple un año de aquellos sucesos, y en la memoria siguen vivas las imágenes del asesinato de inocentes seres humanos a sangre fría, los bebés descuartizados, la violencia insufrible de las jóvenes ensangrentadas llevadas a rastras en vehículos 4×4 por sus verdugos de Hamas para ser retenidas como rehenes en los túneles de Gaza. El pánico, el horror. Es verdad que esta semana, como todas las semanas, han ocurrido en España cosas capaces de helar la sangre a un país menos apesebrado que el nuestro, menos acostumbrado a las tropelías del capo mafioso que nos gobierna, pero recordar la efeméride del 7 de Octubre más que un deber es una obligación moral, una imposición vital que nos obliga a reconocer que en la suerte del Estado de Israel, en el desenlace del actual conflicto entre el bien y el mal, se juega el futuro del llamado mundo libre, el destino de esas libertades de las que hemos disfrutado desde hace tanto tiempo en Occidente. Sánchez se irá, y su figura quedará en el recuerdo como una pesadilla pasajera, pero el destino de ese Occidente, vale decir de la Unión Europea y de España, se decide hoy en las áridas tierras del Medio Oriente. Israel es la presa que contiene al eje del mal que forman Irán y sus organizaciones terroristas asociadas, y Rusia y sus aliados, dictaduras teocráticas y/o policiales todas. Si la presa israelí se rompe, las aguas de la alianza islamoizquierdista se llevarán por delante lo que queda de nuestro pequeño adocenado mundo…
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