EDITO

Familia Biden bajo la lupa por sus vínculos con China

Por Dr. Rafael Marrero

De un lado, tenemos a China y al daño que ha infringido (e infringe) a los Estados Unidos por prácticas comerciales desleales, espionaje económico y robo de propiedad intelectual; del otro, tenemos a la familia Biden que no parece enterada de la amenaza que eso representa para nuestro país, no solo en términos de economía, sino también en términos de seguridad nacional.

Cuesta trabajo creer que el candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, Joe Biden, aún no haya caído en la cuenta de que China ambiciona el poderío de nuestra nación y que, para tratar de superarnos, se ha valido y se vale de cuanto recurso ilegítimo y recriminatorio existe.

En más de 10 años de prácticas comerciales inescrupulosas, nuestro país ha perdido unos cuatro millones de puestos de trabajo por esa causa. Estamos hablando de cuatro millones de familias estadounidenses que han sufrido el impacto directo de la escasez económica por razones vinculadas con China.

Si echamos un vistazo al efecto chino en términos monetarios, son miles de millones de dólares los que hemos perdido debido al robo de secretos comerciales e industriales, la violación de marcas y patentes, el ciber-espionaje y la conspiración, y, por si fuera poco, debido a una pandemia mundial que ─ ¡oh, casualidad! ─ tuvo su origen en China. ¿Tan difícil es de entender?

Ciertamente, en el camino de las relaciones exteriores se puede dialogar e intentar llegar a determinados acuerdos favorecedores para ambos lados, tal como hizo la administración Trump en enero pasado con el país asiático, pero de ahí a hacerse de la vista gorda, minimizar potenciales riesgos y confraternizar con la China comunista, va un larguísimo trecho.

Binomio Biden + China no es nuevo

Transcurría 1979. En su puesto de senador, Joseph Robinette Biden, Jr. llegaba a China por primera vez en viaje oficial. A partir de esa fecha, el demócrata nacido en Scranton, Pennsylvania, no ha hecho más que alabar y respaldar a la nación asiática, actuando como apaciguador en el diferendo chino-estadounidense y subestimando las reales intenciones de Beijing.

No es un secreto que el candidato a la Casa Blanca, incluso, se ha jactado de su cercana relación con el ahora presidente chino, Xi Jinping, con quien compartió comida y bebida ─y hasta chistes─ entre 2011 y 2012, mientras fungía como vicepresidente durante el mandato de Barack Obama.

Para Biden, compartir mesa con el líder asiático por horas y horas es un “mérito” que él mismo se ha encargado de corroborar al decir que ha pasado «más tiempo en reuniones privadas con Xi Jinping que cualquier otro líder mundial».   

 Tema cuasi doméstico aparte, lo cierto es que su mano blanda hacia los comunistas chinos lo ha puesto bajo la lupa de la opinión pública estadounidense y con razón. «No son malas personas», ha dicho. «No son competencia para nosotros», ha minimizado.

Vistos superficialmente, parecieran inocentes comentarios y hasta pronacionales, pero cuando se trata de China, cuando se trata del país que está en el top de nuestra lista negra de vigilancia propietaria por los tantos perjuicios que nos ha ocasionado y nos sigue causando, entonces no puede haber lugar para “ingenuidades” de esa ni otra índole. Paños tibios, a otra parte.

Hunter y Joe en la mira

El patriarca de los Biden no es el único protagonista en esta historia de bien llevadas relaciones con el gigante asiático: su hijo Hunter, abogado de profesión y fuente de escándalos por repetición, es observado con recelo por sospechosas acciones vinculadas con China.

Tanta es su supuesta implicación en acuerdos comerciales con la nación asiática que hasta ha salido a la luz el documental “Riding the Dragon. The Biden Chinese Secrets”. Presentado por The Post y publicado en YouTube por la cadena BlazeTV, el material audiovisual describe el accionar de Hunter en este sentido.

Según reporta el New York Post, ciertos pactos comerciales establecidos por Hunter con China «han servido a los intereses estratégicos del gobierno comunista y al ejército de ese país, y pueden haber puesto en riesgo la seguridad nacional estadounidense».

Al parecer, el hijo problemático de Biden participó en varios acuerdos como miembro de la firma de inversión chino-estadounidense BHR Partners, fundada en 2013 y con sede en Beijing, y presuntamente obtuvo mil millones de dólares en fondos solo por ser hijo del entonces vicepresidente de EE. UU.

Entre los acuerdos de inversión en los que, presumiblemente, Hunter participó se encuentran los relacionados con AVIC Auto, subsidiaria de la Aviation Industry Corp of China (fabricante de aviones para el ejército chino), y Henniges Automotive (fabricante de piezas de auto y productos de uso civil-militar).

Otro miembro del clan Biden, James, hermano de Joe, también ha sido relacionado con un delincuente chino, concretamente, con Chi Ping Patrick Ho, ejecutivo de CEFC China Energy Co, quien fuera arrestado por el FBI en 2017. Según el documental, una de las primeras llamadas que realizó el acusado fue, nada más y nada menos, que a James.

Limpiándose de toda culpa, James le dijo a The New York Times que Ho le llamó porque estaba tratando de localizar a su sobrino Hunter. De acuerdo con el material, dos preguntas surgieron de inmediato: ¿Por qué quería localizarlo y qué esperaba de él? La respuesta en sí no se sabe, pero, teniendo en cuenta los nexos de los Biden con China, no es muy difícil de imaginar.

Como tampoco era difícil de imaginar la reacción del clan Biden a todo este revuelo: el abogado de Hunter ha negado su implicación en estos asuntos, Biden ha eludido las preguntas sobre los negocios sospechosos de su hijo y miembros de la campaña política demócrata han declinado comentar sobre el documental que los deja muy mal parados.

Muy a pesar de ello, todos estamos claros: el aspirante demócrata a la Casa Blanca es un partidario de la China comunista (Beijing Biden le llaman ya), por tanto, un vivo ejemplo de lo que no queremos en la presidencia de los Estados Unidos. No queremos a Joe Biden y punto.

Rafael Marrero es Economista, empresario, conferencista, editor de Economía de ZoePost.

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