Por Pablo Pacheco Ávila.
Siempre recuerdo mi llegada a la prisión de Agüica, en la madrugada, nos dejaron a Manuel Ubals, Alexis Rodríguez y a mi.
El ómnibus que transportaba a varios de los presos del grupo de los 75 que serian enviados a diversas penitenciarías de todo el país nos dejaba en nuestra próxima morada; alejarnos de nuestros hogares era el castigo adicional a nuestras familias.
Manuel de Guantánamo y Alexis de Santiago de Cuba, al ponerme en sus zapatos me sentía afortunado pues soy de Ciego de Avila.
Comenzaba para nosotros un cautiverio incierto y un calvario para nuestra familia.
Mi primera impresión fue tenebrosa, tétrica muy similar a otras prisiones de Cuba.
Después de unas horas en el Vivac fuimos llevados a las celdas de castigo, Manuel para La Polaca, Alexis termino “castigado” en el Vivac y a mi me destinaron a La Tercera, otra sección de castigo en Agüica.
Esa noche tiré al piso lo que las autoridades llamaban colchón, estaba exhausto del viaje y no me percaté que el piso de la mazmorra estaba lleno de agua por el aguacero de la tarde, la oscuridad era también cómplice de mi desliz.
Los recuerdos invadieron mi conciencia, no pude dormir. Ole y Jimito de 4 añitos torturaban mi raciocinio, solos en casa por mi crimen de querer una Cuba diferente.
La mañana siguiente fue un verdadero desastre, la colchoneta empapada en agua. Debí como todos los demás hermanos de causa reinventar mi nueva vida, mi nuevo mundo entre barrotes en aquel sepulcro de hombres vivos.
Continuará…
Pablo Pacheco Ávila es un exiliado cubano. Vive en Miami. Desde muy joven fue preso político, y uno de los 75 de la Primavera de Cuba hasta que lo desterraron de su país junto al resto de presos de la Primavera de Cuba a España, debido a la gestión colaboradora del gobierno de España y del presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
