Cultura/Educación, EDITO

Entre dos aguas

Carlos Manuel de Céspedes

Por Ulises F. Prieto

Hoy es 11 de octubre. Ayer fue 10 y mañana es el día del Pilar. El Atlántico está entre dos tierras, y en ambas escuchamos esa pieza que tocaba Paco de Lucía: “Entre dos Aguas”. La palabra contrapunto suena más musical que la de incoherencia. La coherencia, como el Paraíso, es un estado espiritual que no existe entre los hombres, pero la virtud consiste en buscarla. Es difícil ser coherente un 11 de octubre. Estás entre la celebración del día del grito contra la hispanidad y el día de la hispanidad. Es como leer en un mismo compendio el drama de Abdala y aquel verso sencillo sobre Aragón en España, o enterarse de que los mismos que compusieron una canción para cantarla junto a la ventana de una bella joven bayamesa, luego, cuando ya no era tan joven, le quemaron la casa. Lo dicho, es difícil ser coherente al hablar sobre un país con tantos poetas: Cuba.

Desde hace generaciones los cubanos aprendemos la historia de Cuba desgajada de la de España, pero esa visión autista es posterior a la fundación de la República. Si intentamos ponernos en los tiempos de los compositores de La Bayamesa, nos damos cuenta de que el grito de Yara, no fue más que otro entre toda la gritería que se formó en la década del 70 del siglo XIX en la España cantonal. Aquellos separatistas cubanos estaban haciendo exactamente lo que el resto de los españoles. Todos los españoles de entonces se estaban separando de España. Ni siquiera lo de ser anexionistas era lo que hoy se dice un hecho diferencial. También el cantón de Cartagena pidió la anexión a la Unión Americana. No hay incoherencia en celebrar el día de la hispanidad después de dos días del Grito de Yara, porque que aquellos cubanos se estaban comportando como españoles. Todos gritaban.

Después de la Guerra de Sucesión, que trajo a la dinastía de los Borbones y despidió a la de los Austrias, el mundo en español fue sometido a una prolongada discusión entre al impulso centralista que traía la modernidad, y la inercia descentralista con que se fundó el Imperio. Esa discusión continúa hasta el día de hoy. Los que se levantaron contra la Corona, lo hicieron contra el centralismo. Consideraban correctamente que el centralismo aumentaba el poder del Gobierno. Así lo escribió Agramonte. Parece extraño, pero los liberales españoles en el siglo XIX eran centralistas y los conservadores, querían menos gobierno. No pidamos coherencia a nuestros antepasados, sólo para que nuestras clasificaciones en las enciclopedias de hoy sean precisas. Tampoco hoy somos coherentes con lo que decimos ser.

Los separatistas cubanos de la primera guerra eran anexionistas porque la Unión Americana de entonces era una confederación descentralizada. Después de que los confederados perdieron la guerra, los cubanos comenzaron a ser independentistas. Si tenemos en cuenta que el Imperio Español nació descentralizado y comenzó a fenecer a medida que la centralización aumentaba, entonces en nuestros términos de hoy, los separatistas representaban los ideales originarios del Imperio. Eran conservadores y a la vez liberales, eran separatistas y por eso eran españoles, incluso más españoles que los que defendían la Corona. Entre tanta aparente incoherencia, claro que yo me puedo permitir celebrar a la vez el 10 y el 12 de octubre y también ser coherente.

El movimiento hispanista surgió después de la derrota de España frente a los Estados Unidos. Aquellos poetas, narradores y pensadores, que escribían en español, que se sentían en la modernidad porque ya no eran españoles, al ver aquel poder emergente de la nueva potencia americana, tomaron consciencia de que hacía generaciones estaban chapoteando sobre las tablas de un naufragio intelectual. Comenzaron a mirar con recelo y desprecio. Rodó escribió el Ariel. Nunca sabré si Heidegger le tomó la idea para elaborar su discurso de la Universidad de Friburgo en 1933. También Darío escribió su poema a Theodore Roosevelt, y le reprochó a José Martí: “¡oh Maestro!, ¿qué has hecho?”. Dario no había leído la carta de Martí a Manuel Mercado. Era un secreto. Esa es otra: Martí fue el primer hispanista. Quería separar a Cuba de España, pero para integrarla a la América Hispana, y así contrarrestar el expansionismo de los Estados Unidos. Y Claro, con la ayuda de Estados Unidos. Si Cuba es un país de poetas, José Martí es poeta entre los cubanos.

Falta la mayor incoherencia del artículo. Recientemente he escuchado a algunos hispanistas decir correctamente que España trajo el concepto de libertad y justicia, pero acto seguido se ponen a citar a Marx, Lenin, Mao, y hasta han llamado pensadores hispanistas a Fidel Castro y Ernesto Guevara. Hispanistas, a lo mejor lo eran en la intimidad, pero pensadores sí que no lo eran de ningún modo, mucho menos representantes de la idea de libertad y justicia.

Feliz día del grito de Yara y feliz día del grito de Rodrigo de Triana.

Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas dy escritor.

Hispanidad. Ramón Unzueta

3 Comments

  1. Pingback: Entre dos aguas – – Zoé Valdés

  2. Asi es, magnifico articulo, seria bueno mandarselo o ponerselo en FB a todos estos pseudos “interectuales” cubanos y centrosudamericanos que se declaran indigenistas pero escriben y hablan en español los muy tarugos porque las neuronas las tienen infectadas de marxismo y de cuanta basura ideologica se ha perdido por el camino

    • Ulises Fidalgo

      Muchas gracias, Chris. Muy amable. He constatado con tristeza que el marxismo es dasiado contagiosa y su cura dura una vida y pico.

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