EDITO

El Padre Petit, el amigo de Loredo. El erudito y sabio

Monseñor Alfredo Petit junto a Regis Iglesias Ramirez, autor de este artículo, y otros miembros del MCL. Misa privada por sus Bodas de Oro como sacerdote, en la tumba de San Pedro, noviembre 2011

Por Regis Iglesias Ramírez.

El párroco de San Francisco de Paula que antes había estado en El Salvador del Mundo, en el Cerro, formando a una pléyade de jóvenes que iniciaría el camino de la Liberación.

El padre Petit, que soportaba nuestras visitas: a Paula, y a Miguelito Gómez que iba a ensayar con el bajo Fender con cuerdas de tripa de pato en el teatro de la Iglesia mientras Adrián el Gato, Fernand, Freddy, Félix, Luisito, Vicente y otros, volvíamos locos a todos con nuestra algarabía desenfadada.

El Padre Petit que cubría a los frailes menores, pocos para abarcar todo el trabajo pastoral, en nuestra parroquia Santa Clara cuando era necesario.

El Padre Petit que a Dagoberto Capote, portavoz del MCL, advirtió un día «¿Mañana ustedes piensan repartir alguna declaración después de misa? No vengan, tengo información de que la Seguridad del Estado los estará esperando». El viernes previo, Félix y yo le habíamos comentado a un infame (que no debería ser llamado sacerdote, pero lo era) que el próximo domingo iríamos «a Paula»…

El Padre Petit que por pedido de mi tía Bertha le dio a mi bisabuela una silla de ruedas, la que necesitaba luego de una caída a sus noventa años, y era la silla que un tiempo había estado usando su propia madre también anciana.

El Obispo Petit que furioso censuró el ingenuo y simple performance que había preparado en San Juan Bosco, para un festival de la Vicaría, Alain García, en el que una novia que tuve caminaba en círculos hasta que deteniéndose exclamaba «¡Yo pienso!» y el resto de los muchachos del círculo le tapaban la boca y le decían que no podía pensar y mucho menos hablar. «¿Cualquier semejanza con lo que le pasó a María Elena Cruz Varela es pura coincidencia, no? ¡Pues no va!». Dijo el Obispo, y no fue.

El Obispo Petit que quitaba en privado importancia, cuando le preguntaban visitantes extranjeros por Oswaldo Paya Sardiñas y el Movimiento Cristiano liberación, porque «Oswaldito y su Movimiento a nada podrá llegar».

El Obispo Petit que hace diez años se enfrascó en un debate conmigo en el Vaticano mientras cenábamos, invitados por Monseñor Nicolás Theverin en su apartamento, Jesús Mustafá, José Miguel Martínez, y yo. Él justificaba las falacias de Palabra Nueva respecto a nuestro secuestro «por una ley injusta, pero ley al fin» y mi respuesta respetuosa pero firme de que » la ley era draconiana, pero incluso esa ley draconiana ellos, el régimen, habían tenido que violarla para encarcelarnos la Primavera de Cuba» en 2003.

El Obispo Petit que, al despedirse aquella noche, ya solo con Monseñor Theverin le confesó, un poco escurriendo responsabilidad, «Yo los quiero mucho, pero Jaime me tiene de manos atadas… Mañana me gustaría que me acompañarán ellos a la Misa privada por mis Bodas de Oro como sacerdote en San Pedro.»

El Obispo Petit, que aquella mañana del 2011 en Roma, lejos de Lawton o el Mónaco, volví a ver por última vez y me recordó al querido Padre Petit, consagrando el pan en la minúscula capilla subterránea junto al primero de los Apóstoles y de sus manos recibir el sacramento de reconciliación con Nuestro Señor y con los hombres.

El Obispo Petit, que dedicó a «Oswaldito», luego de ser asesinado por la tiranía 22 de julio de 2012, tiernas y conmovedoras palabras de despedida citando a Gaspar Núñez de Arce:

Conciencia nunca dormida, mudo y pertinaz testigo que no dejas sin castigo ningún crimen en la vida! La ley calla, el mundo olvida; mas ¿quién sacude tu yugo? Al Sumo Hacedor le plugo que, a solas con el pecado, fueses tú para el culpado delator, juez y verdugo…»

Regresa junto a Nuestro Señor y disfruta Su Gloria Etema, querido Padre Alfredo Petit.

Regis Iglesias Ramírez es ex preso de la Primavera de Cuba, desterrado en España; portavoz del MCL. Poeta y narrador.

 

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