El anhelo de Rachel Levine y la línea que le metieron a Sara González

Por Félix Antonio Rojas.

Cuando la arqueóloga Kamila Remisova encontró aquel inusual y antiquísimo esqueleto de un hombre enterrado sobre su lado izquierdo, con la cabeza mirando hacia el este y cubierto de menaje, a las afueras de Praga, y que databa de los tiempos de la cultura de la Cerámica Cordada, 2900 años antes de Cristo, se quedó observando detenidamente la postura en la que fue enterrado aquel misterioso ser y supo de inmediato que estaba posiblemente ante el primer homosexual o transexual de la historia.

Por aquel entonces el ritual funerario estaba muy bien definido, las mujeres eran enterradas sobre su lado izquierdo y con el rostro mirando al este, en la ceremonia era acompañada por diferentes utensilios de menaje, pendientes de cobre, jarras decorativas, collares con dientes de animales y un recipiente místico con forma ahuevada situado al lado de sus pies. Mientras los miembros del sexo masculino, eran enterrados sobre el costado derecho mirando al oeste y se les agregaba en la solemnidad, sus armas o utensilios de guerra, lanzas, cuchillos, herramientas de trabajo, alimentos y bebidas para el viaje al más allá.

En los anales de la historia descubrimos infinidades de personalidades homosexuales que han destacados en los diferentes campos de la humanidad como la ciencia, la literatura, la pintura, la filosofía, así lo acreditan infinidades de textos. Leonardo Da Vinci, Aristóteles, Platón o Virgilio Piñera, son unos pocos ejemplos de tan extensa lista de genios ilustres.

Rachel Levine la primera transgénero en devenir miembro del gobierno de los Estados Unidos; desde su adolescencia en Wakefield soñaba con ser Stevie Nicks, Cher o Tina Turner, y por ser un afortunado hombre, que nació en una sociedad occidental, libre, elevada en su pensamiento tecnológico y transgresor nunca mejor dicho, pudo lograr su entelequia: transmutar en un acto mágico a otra dimensión material más femenina, gracias a los avances quirúrgicos de la vagineplastia. El cirujano le abrió el pene separando los cuerpos cavernosos que lo componen, así como el pedínculo vasculonervioso. Con la piel sobrante se le dio forma a las paredes vaginales y el glande se utilizó para crear el clítoris. Al final con el escroto se profundizo la vagina y se le dio forma a los labios vaginales. A su vez la uretra fue recortada y se situó delante de la mutante vagina, colocándose un apósito para que la nueva piel quedase adherida. Después continuó con la mamoplastia de aumento, con implantes mamarios, siguiendo con la tiroplastia para reducir el tamaño de la nuez masculina, culminando con una glotoplastia de Wendler para feminizar su voz. Quedando tan perfecta, semejante a una diosa, como muestran las imágenes más recientes.

A la mal lograda Sara González la revolución no le pudo regalar la quimera de volverse trans algún día, seguramente por culpa del vil bloqueo del imperialismo y a la moral vetusta del PCC y la nueva trova. Todos los que conocieron a Sara en la intimidad sabían de sus ansias de ser como un victorioso machetero en el alba, un estoico miliciano en las arenas invencibles de Playa Girón, llevar el cuerpo sudoroso de un estibador del puerto de La Habana al atardecer cuando las gaviotas en el horizonte cruzan el cielo rojo del proletariado o ser un ecobio con una perga de laguer en Guanabo mirando pasar feliz al personal femenino borrachas de sol. Su amada revolución no le pudo regalar gratuitamente una faloplastia. Donde se le hubiese reconstruido el anhelado pene internacionalista, utilizando tejidos de otras partes de su cuerpo, como la propia piel, muslos, brazos y abdomen. El nuevo falo le permitiría misionar de pie y hubiese sido sensible erógenamente al tacto, aunque para mantener relaciones sexuales, era necesario implantar una prótesis.

Una vez modelado el pene con los tejidos elegidos, se instala en su posición definitiva y se suturan arterias y venas, a la vez que se conectan los nervios del antiguo clítoris a los del nuevo y reluciente órgano viril. Luego se prolonga la uretra con un injerto de piel de la pared de la ex vagina. Y para finalizar los labios mayores formarán el nuevo escroto. Una vez obtenida la bolsa escrotal, se incorporan los implantes testiculares de silicona. Después el paciente deberá estar inmovilizado los dos primeros días post operación y además portará una sonda vesical durante los siguientes 21 días. A criterio del cirujano se puede utilizar una sonda suprapúbica que le permitirá al paciente vaciar la vejiga, manteniendo pulcra y seca la uretra durante las primeras semanas.

El compañero Levine lo logró sin duda alguna, a la González le negaron la trascendencia, pero eso no significa una derrota en las incontables victorias de las federadas; el sueño de Sara nadie se lo pudo arrebatar, ni siquiera aquellos cálidos veranos de hastío, cuando los peloteros de la serie nacional andaban de vacaciones…

Cuando cambia el rojo color del cielo
Por el blanco color de palomas
Se oyen las campanas de los hombres
Que levantan sus sonrisas de las lomas…

Trans   trans trans trans   trans trans.

Félix Antonio Rojas es friki freelancer.