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ED. ¿Seguro que Trump es un loco?

Por Antonio R. Naranjo/El Debate.

Mientras Europa se dedica a poner tapones a las botellas y España abre el Parlamento a un yihadista, América tiene un plan.

No hay día sin novedad, sorpresa o disgusto provocado por Donald Trump. Es como si, en pleno Día de los Enamorados, un tipo entrara en la discoteca, echara de la cabina al DJ que está poniendo baladas para bailar pegados y se liara a poner trash metal, para horror de los tortolitos.

Lo cierto es que el presidente americano tiene todos los registros: puede lograr el fin de la Guerra en Ucrania y una tregua indefinida en Gaza y puede dejar la economía mundial tiritando con su agresiva política de aranceles.

Todo ello con matices, claro: ni es todo un horror ni todo es el maná. Ni es un Mesías ni es el demonio. Lo que sí es seguro es el impulso de política basada en el estricto interés de los Estados Unidos, con la parte de sobreactuación que anticipa una posición negociadora exitosa.

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Si quieres que te baje aranceles, bájamelos tú a mí.

Si necesitas defenderte, págatelo tú.

Todo esto a grandes rasgos perfila a un proteccionista de libro que va de liberal económico y a un aislacionista que, sin embargo, quiere dirigir al mundo, una aparente paradoja que tiene sentido si el resultado es el esperado.

Podemos perder más o menos tiempo en criticar lo malo de Trump y apreciar lo bueno, o quedarnos en cómo está retratando a Europa y sus debilidades: no tiene cohesión política, económica ni de ningún tipo y no puede seguir funcionando como funciona: esperando que USA la defienda, que los europeos paguen y callen y que el mundo nos quiera porque somos altos y guapos.

Los problemas de Bruselas quedan resumidos en el zarpazo económico que le ha dado Trump al anunciar que pondrá los mismos aranceles que sufra, en cualquier ámbito, con alguna trampa como considerar el IVA un arancel.

Pero la verdadera foto de Europa se la ha hecho con Gaza y con Ucrania: nos guste poco, mucho o nada, la Casa Blanca tiene un plan y lo lleva hasta el final. Con locuras como convertir Gaza en Benidorm y peligros como rehabilitar a Putin, pero tiene un plan.

Algo que no se puede decir de Europa: mientras América o China están con la Inteligencia Artificial, la carrera espacial, la robótica y la geoestrategia, moviendo piezas en un tablero incierto del que se nos escapan demasiadas cosas, aquí andamos en ponerle un tapón que no se suelte a las botellas de plástico y cargarnos el campo, la ganadería o la pesca…

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