Por Zoé Valdés/El Debate.
Fui muy fan de la Gay Parade u Orgullo Gay, ya no. A la primera parada que asistí fue en Nueva York a inicios de los noventa, la segunda y dos más, en París. En junio del año 1999 pude llevar a mi madre a una de esas manifestaciones, ella recién liberada de la tiranía castrista por mí; recuerdo su asombro mezclado con alegría (poseo vídeos), pues a una persona de mi familia los castristas lo habían perseguido hasta expulsarlo de la universidad en Cuba debido a su homosexualidad siendo un genio de las Matemáticas, otro familiar había sido amenazado y debió irse de Cuba para evitar que el Che Guevara (el mismo de las camisetas que hoy visten muchos «entendidos» del tema) lo fusilara por ser amanerado. Para mi madre y para mí, la Gay Parade tenía una significación sumamente importante, pues era para nosotras un momento de expansión de una parte de la población mundial identificada con la que en Cuba había sido perseguida hasta que la condujeron a las cárceles, campos de concentración (Unidades de Ayuda a la Producción, las tristemente célebres UMAP), y paredones de fusilamientos masivos… Bien, pese a todo esto, en los momentos actuales desapruebo en lo que se han convertido las manifestaciones del Orgullo gay.
El nivel de desacato e indecencia que han logrado los depravados encuerusos que se han colado en las expresiones callejeras en defensa de la libertad de cada cual de amar a quien lo desee da al cuello. Verdaderos adefesios con sus colgajos al aire delante de niños y de mujeres. Eso no fue siempre así, nada que ver. Debo decir que sí, no me gusta, luego no asisto. Eso sí, debiera considerarse normal que esto fuese atendido por las autoridades. Pero nadie normal nos gobierna, la mayoría son gente fuera de sus cabales, y más degenerados que los que se muestran con sus partes al aire.
En Hungría, el gobernante Víktor Orban decidió no autorizar más ese tipo de espectáculos, de ninguna manera prohibió la manifestación, tal como se pudo observar que sucedió, porque la manifestación se hizo; pero no estuvo y no está de acuerdo con que el espectáculo se convierta en algo obligado, además de abusivo para niños y para las personas que no desean aceptar esos desfiles tan decadentes y fuera de lugar…