Por Zoé Valdés/El Debate.
Voy al grano, porque a la mentira hay que entrarle de frente y rápido: iban a morir «catorce mil niños palestinos en las próximas cuarenta y ocho horas», lo repitieron los medios de comunicación oficialistas hasta la saciedad, e inclusive los políticos; algunos hasta se afanaron y clamaron por los cuatro costados que «no se debe responder con violencia a la violencia», como hizo el ministro Jean-Noël Barrot (la verdad que ir de Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord a este mamerto es de una zumbada abismal). De inmediato un rabino le respondió, como no podía ser de otra manera, vamos, recordándole que de violencia el ministro lo único que podía conocer eran los cocotazos o yitis que le rayaban en la escuela los condiscípulos que lo trajinaban a diario.
Pero, todavía peor, porque les recuerdo, que advirtieron, alertaron, anunciaron que catorce mil niños palestinos irían a ser asesinados, por Israel, claro está, aunque sea Hamás quien los ponga de escudos, aunque sea Hamás quien los mate de hambre escondiendo los alimentos, las ayudas, como se ha sabido por boca de los propios gazatíes que ellos hacen. Los gazatíes que ya no pueden más, que ruegan al cielo por que Hamás se acabe de largar de una vez a Jordania, donde tampoco los quieren, porque la verdad es que de todos los países árabes que hay ninguno se los arrebata, no se fajan entre ellos por recibirlos. Aunque, como ya dije, donde debieran estar es en Jordania, lo que sería natural.
Pedro Sánchez enseguida salió imitando al desastre de gobernantes europeos, específicamente al francés, y como el vocero de Hamás en que se ha convertido, puso el acelerador a velocidad coheteril, volvió a lanzar sus insultos y amenazas contra Israel. Y es que ya ustedes saben que Pedro ‘Chávez’ es lo que es, una copia al calco de Fidel Castro en referencia psicótica e hijoeputil.
Mientras tanto, Erdogan le tomaba el dedito a Macron en una de esas reuniones que no sirven más que para agacharse y arrodillarse todavía más y se los penetren enteros —con perdón—; le retenía el dedito, se lo halaba hacia abajo en señal de reprenda, Macron obedecía como un niño abusado. Todo muy a la turca, como ya podrán suponer.
Catorce mil niños palestinos irían a morir en cuarenta y ocho horas nada más y nada menos, oiga, que se dice rápido; todos bembeteando que Israel era del carajo, que Netanyahu, ese amigo de Abascal, porque ahora los insultos son así, como cuando a mí me dieron el finalista del Planeta, que en lugar de ganarme un premio tal parecía que me merecía un misil, y es que la envidia comunista es así, muy pacífica, como ya les digo. Menos mal que Abascal y Vox todavía no andaban en el panorama entonces, le habrían culpado…
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