Por Zoé Valdés/El Debate.
Jacques Attali –no confundir con Gabriel Attal, ministro de la Educación y de la Juventud en Francia, de los pocos que está haciendo bien su trabajo– fue de los hombres más influyentes y cercanos al presidente François Mitterrand, sigue siendo influyente, pese a su edad, que en algunos casos, como en este, reafirma aquella frase de no sé quién, «los viejos idiotas de hoy son los jóvenes idiotas de ayer», además se puede afirmar que es uno de los más entusiastas armadores de ese proyecto loco de las «migraciones» invasivas, como si los hombres fueran pájaros, y llama «migrantes» a los inmigrantes, y cree que la salvación del planeta radica en el reemplazamiento poblacional mediante esos «movimientos migratorios» que sólo benefician a las mafias y al tráfico humano… Pues bien, Jacques Attali publicó recientemente un artículo ilustrado por una «imagen» de Goya, el titulado Tres de mayo, el contenido del artículo no emparejaba mucho con la «imagen», pero Goya siempre viste bien a los pretendidos intelectuales de postín.
No saben lo mal que me cae leer «imagen» para definir una obra monumental del arte universal. Bien pudieran haber escrito «obra», o «pintura», pero cuando escriben «imagen», pues tal vez creen que eso fait cool y quizás moderno, digo yo… El hecho es que ahí está esa obra tan poderosa del arte universal español, y al verla pensé de súbito en la calle… Las calles. Al revisar los vídeos en YouTube (no veo nada que tenga que ver con la prensa oficial gubernamental) de los medios y plataformas independientes, relacionados con las manifestaciones en Ferraz y en distintos lugares de España, me dije que qué gran obra hubiera dado el pincel de Goya al narrar estos acontecimientos. A menudo hago estas comparaciones en mis visitas a los museos, e imagino una u otra actualidad para cada pintor de antaño. Es un juego interesante, háganlo…
Pero no existe hoy en día nadie, ningún artista, a la altura de Goya, como no existe tampoco un pueblo en otra parte, sólo en España, como el que yo vi en las calles, por fin entendiendo de qué va la cosa; manifestaron pacíficamente y cuando los encapuchados pagados por Soros y por el régimen del autócrata corrupto llegaron para reventar las manifestaciones, el pueblo mismo los echó a gritos y a gestos airados. Nada de violencia, ni una vidriera rota, ni un basurero encendido, ni un policía herido de muerte o inválido de por vida por culpa de un mal trastazo adrede de un golpista. El pueblo de Goya, sin duda alguna. Ojalá, si se repitieran elecciones, ese mismo pueblo no la cagara de nuevo y no se pusiera a la altura de este que llaman artista multimillonario que corta vacas en fragmentos iguales y les pega diamantes a las calaveras (olvidé a propósito su nombre)…