Por Rosalba Atilana Guerrero Sánchez.
Este año celebramos los 800 años del nacimiento de Alfonso X el Sabio, acontecimiento que tuvo lugar en la entonces también naciente España, en la ciudad de Toledo, un 23 de noviembre de 1221.
Quién nos iba a decir, no sólo a los españoles, sino al conjunto de la Comunidad Hispánica, que el gobierno de España, con Pedro Sánchez a la cabeza, le preparaba, sin saberlo, el peor de los regalos.
Y es que la figura histórica del Rey Sabio es trascendental, entre otras cosas, por haber hecho del castellano la lengua administrativa y de cultura que, hasta entonces, desempeñaba el latín. Justamente, aquello que la nueva Ley de Educación en España acaba de impugnar: por primera vez, en toda la historia de la legislación educativa española, se admite que el español no sea la lengua de los escolares de las diferentes Comunidades Autónomas en que está dividida España y que, al parecer, tienen otra “lengua propia”. Un atropello contra la realidad cultural española, camuflado bajo la Ley, que no se explicaría de no ser por las fuerzas políticas que tiene detrás, como son los partidos secesionistas y la complicidad del Gobierno de cuyos apoyos depende.
Para quien no esté enterado, en España se está llevando a cabo un proceso de “desnacionalización”, a cuenta de la protección de las lenguas regionales (catalán, vascuence, gallego…), simétrico respecto al proceso de “estandarización” del castellano que, a lo largo de los siglos medievales, tuvo como resultado la constitución definitiva de la lengua española en torno al siglo XVI. Con la diferencia de que, en el presente, se hace a golpe de decreto, ejerciéndose el poder del Estado de arriba abajo, mientras que, en el pasado, los reyes medievales dieron carta de naturaleza al uso del romance que ya era una realidad económica, social y militar, antes que política.
¿Qué ha pasado para que en la “madre patria”, esa lengua que llegó hasta los confines del mundo y gracias a la cual nos entendemos unos 600 millones de hispanohablantes, sea vilipendiada por las élites políticas y se quiera hacer creer que no es la lengua de millones de españoles a quienes se obliga a no escolarizarse en ella?
La respuesta es aparentemente sencilla: nuestros enemigos hicieron bien su trabajo. Y es que el “mito de la Cultura”, propagado por la filosofía alemana e irradiado por los Estados Unidos a través de los posmodernos “Estudios culturales”, ha penetrado hasta tal punto en las cabezas de los gobernantes patrios que, antes que a españoles reunidos, prefieren gobernar a andaluces, catalanes, gallegos, madrileños, valencianos…separados.
Y en una verdadera “antirreconquista” a favor de las actuales aristocracias feudalizantes, la España dividida obedece al plan de su desmembramiento. Afrancesadas, germanizadas, o “globalizadas” bajo el imperio del inglés, las sucesivas élites políticas desde hace al menos dos siglos se han creído que gobernar es legislar. No saben que contra la fuerza de obligar está la fuerza de obedecer y que la lengua española, por encima del papel, será en la que sigamos hablando, leyendo y escribiendo, con o sin su burocrático permiso.
Le cabe, pues, a Pedro Sánchez, el deshonor de medirse frente a Alfonso X. Y creer, en su idiocia (frente a “El Sabio”, el idiota) que es posible cerrar el paréntesis de 800 años de historia de la lengua española. La suya, en la que nos manda, y con la cual le contestamos.
Rosalba Atilana Guerrero Sánchez es filósofa española miembro de la Escuela de Oviedo.
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Gran artículo. Muchas gracias, Atilana
MUY BUEN ARTICULO.
«Con la diferencia de que, en el presente, se hace a golpe de decreto, ejerciéndose el poder del Estado de arriba abajo, mientras que, en el pasado, los reyes medievales dieron carta de naturaleza al uso del romance que ya era una realidad económica, social y militar, antes que política» No dejo de ver cierto fundamentalismo democrático en este párrafo.
Pues yo veo una constatación del orden natural. Todo lenguaje es un fenómeno natural, y ahora se mete el Gobierno para pervertirlo, porque el propósito de Gobierno es mentir, y claro no se puede mentir sin el lenguaje que surgió de modo espontáneo para que la gente se transmitiera información, verdades.
Amén
Hay un hecho cierto y es que nuestro idioma lo hablan y escriben 600 millones de personas en todo mundo, mientras aquí, en su origen, se restringe su enseñanza oficial o se prohíbe su uso en los recreos de los colegios públicos en regiones mal llanadas naciones. Y en lugar de reconvenir a las autoridades educativas, cumpliendo la obligación de la alta inspección del Estado, se legisla para que no sea lengua vehícular.
Esto es inconcebible en cualquier país de nuestro entorno que, por lo visto, practican el «fundamentalismo democrático».
¿Acaso no determinan los imperios la lengua que se habla en un territorio? ¿Por qué crees que hablamos español y no árabe o alto aragonés? La «sociedad civil», como idea contrapuesta a la sociedad política es pura ideología. No impugno que haya que educar en español, pero no por la razón que cita Atilana en ese párrafo.
Influye, no determinan. En Roma no se hablaba etrusco, sino latín, y en el imperio romano casi nadie hablaba latín. De hecho en oriente la lengua franca era el griego. El español se extendió en America después del poder de la Corona, durante las repúblicas. Y en USA en algún momento se pensó que iban a hablar alemán, pero el inglés se impuso por razones obvias. No había entonces, ni hay actualmente, idioma oficial en USA. El inglés se impuso al alemán porque es más fácil de aprender por uno que no sabe ninguno de los dos idiomas. De todos modos yo no veo la contraposición, ni la diferencia fundamentalista que ves en ese párrafo. Desde luego los Estados no construyen idiomas. Los idiomas no se enriquecen por los decretos de los políticos. Habrá que estudiar porqué entre tantas opciones que había en la Península, los peninsulares escogieron el castellano como lengua franca. Podía ser el gallego, mucho más musical para la poesía, como se dio cuenta el mismo Alfonso X, en las Cantigas de Santa María. Hay algunas hipótesis de porque fue el español y no otros, pero cuando los gobernantes lo oficializaron, ya era un idioma común. Eso es como cuando en el metro de Madrid decretaron que los que se querían dejar llevar por las escaleras debían situarse al lado derecho para dejar espacio a los que querían ir rápido. Antes de que yo llegara ya la gente lo hacía sin decreto. Oficializaron algo que ya ocurría, porque la gente no puede esperar a que venga el Gobierno a ordenarlo todo, porque la vida más rápida que la política. Lo mismo con el idioma.
Respondo a la crítica: hay poder descendente y ascendente y este último es el que tiene la prioridad, puesto que la política es una actividad de segundo grado, que ha de reconducir las fuerzas que ya existen en la sociedad. Nada que ver con el fundamentalismo democrático, al revés, puesto que esto es así en cualquier régimen. Es la doctrina del padre Mariana del tiranicidio, por ejemplo, nada democrático.