EDITO

Cuba y la lucha de su pueblo por la libertad

Ernesto Díaz Rodríguez

Por Ernesto Díaz Rodríguez.

 
Ya empieza a empinarse un nuevo sol tras el lejano portón del horizonte. Atrás ha quedado un año de sinsabores y de sacrificios, a causa de la terrible pandemia que ha azotado con fiereza en todos los rincones del mundo, sembrando en infinidad de hogares tristeza y dolor,  desolación y muerte, sin que hayamos podido evitarlo. Además de la agonía de la Patria que cargamos en nuestros corazones, esta es una razón adicional de la infelicidad que nos deja el año 2021. Sin embargo, para quienes luchamos por un destino mejor, no queda otra alternativa que apartar de nuestro camino los malos recuerdos, sepultar las amarguras del pasado y seguir adelante, con la fe y la esperanza germinando en nuestras arterias, porque esa es la fuerza que necesitamos como alimento vital que nos vigorice el espíritu.
 
En Alpha 66, como en todos los años anteriores seguiremos adelante. Continuaremos firmes, sosteniendo bien en alto el honor que nos deja el recuerdo y la  convivencia compartida durante prolongados años de lucha con verdaderos héroes, seres maravillosos que todo lo dieron por un destino mejor  para su pueblo. Para nosotros representa un privilegio el haber tenido la oportunidad de escribir eslabones de historia junto a ese caudal de hombres de alma luminosa, que fueron un día a vaciar sus venas en los surcos fecundos de la Patria, para que nuestro pueblo pudiera vivir en libertad. Repartir el amor era el anhelo más preciado de los que asumieron con valor este honroso  sacrificio. Cerrar las puertas para siempre al odio y al rencor; al empoderamiento de esa macabra voluntad que trajeron consigo los asesinos de la paz y la felicidad en nuestra amada Cuba, significaba para ellos una impostergable prioridad. 
 
Por la gratitud y el orgullo que estos mártires gloriosos nos inspiran, acudimos a ustedes, militantes de nuestra organización, y a cubanos afines a nuestros principios, que son la causa del amor, la honradez y la justicia para que compartan el honroso destino de ser fieles a la lucha por la libertad de Cuba. Importante es que juntos sigamos adelante, compartiendo la responsabilidad de continuar cargando sobre nuestros hombros, sin cansancio ni claudicaciones, el peso de esta noble misión que nos asignó el destino. Porque para alcanzar nuestro objetivo,  imprescindible se hace demostrar con firmeza la fuerza de la razón que nos mueve e inspira. La justeza de nuestro ideario democrático, más temprano que tarde vencerá. Y dará sus buenos frutos por encima de las actitudes de los que en lamentable servilismo aceptan la humillación de insertarse en las fórmulas afines a los intereses de la tiranía.  La solución para alcanzar el triunfo en esta lucha, que dura ya más de seis décadas, no está en mendigar espacios de sutil tolerancia hincados de rodillas. Tampoco está en el conformismo de aceptar pacientemente la retórica oficialista, cargada de quiméricas fórmulas y falsas promesas, ancladas siempre en un futuro distante que con cada amanecer de frustraciones se renueva. Ni siquiera está la solución en migajas de famélicas concesiones, en truculento liberalismo. No luchamos, no, que lo entiendan nuestros adversarios, porque en limosna se nos ofrezca un mendrugo de pan, ni por que se nos permita el acceso a un teléfono celular, pagado por nuestros familiares o amigos desde el exterior. Mucho menos por un litro de ron o una jarra de magra cerveza para conmemorar las luctuosas fechas del 26 de julio o el 1ro. de Enero.
 
No podemos dejar de hacer mención, una vez más, a los acontecimientos históricos que ocurrieron en Cuba el 11 de julio del pasado año. Y lo hacemos con admiración y el reconocimiento justo que merece esa parte del pueblo que espontáneamente dio un paso al frente y salió a las calles, no ha pedir simples mejoras alimenticias sino la eliminación de las cadenas que arrastramos sin destino y sin rumbo. Cansado está el pueblo de Cuba de soportar todo tipo de humillaciones y maltratos, de restricciones lastimosas, en contraste vergonzoso con el derroche y el desenfrenado grado de opulencia que disfrutan no sólo el enjambre de zánganos que en nuestro país llevan más de medio siglo entronados en la cúpula gobernante, repugnantes parásitos de la sociedad, sino los que integran su círculo íntimo de familia, sumidos en idéntica ausencia de escrúpulos y de sensibilidad humana.
 
A esos miles de cubanos valientes que en esa fecha del 11 de julio, memorable en nuestro recuento histórico por la importancia de su intención, le tendemos resueltamente la mano en gesto de solidaridad y de apoyo, y les decimos: Gracias por vuestra digna actitud. Ustedes representan la esperanza presente de una Cuba sin las tinieblas de la cárcel, sin la tragedia de los miles de náufragos que yacen en las profundidades del Estrecho de la Florida, o fueron desintegrados en las mandíbulas y los buches de los tiburones. Significan ustedes el portón que en un futuro no lejano dará paso a la paz, a la prosperidad nacional, a la reunificación de los cubanos que han quedado atascados en los pantanos de la tiranía castrista, con esos centenares de miles de cubanos que se han visto obligados a vivir lejos de nuestro país, disfrutando del derecho a ser libres, pero libertad no ausente de nostalgia y tristeza, por tratarse simplemente de una libertad prestada, aunque mucho la apreciamos  y la valoramos con sincera gratitud.
 
Ojalá hoy pudiera felicitar también a quien tuvo la iniciativa de convocar a otra demostración en demanda de un cambio hacia la posibilidad del disfrute de lo que desde hace 63 años en nuestra sufrida Cuba se ha perdido. Hacia la reconquista de todos esos derechos que nos concede un verdadero sistema democrático, la libertad que hace grande a los pueblos. Pero aunque me falta entusiasmo para dar testimonio de admiración a quien no supo ser consecuente con la responsabilidad que implicaba su convocatoria, sí quiero reconocer a cada uno de los que, a pesar de la frustrante ausencia física no de un líder verdadero sino de una figura vulnerable, no dejaron de cumplir, desafiando la diabólica represión desatada por el régimen castrista el pasado 15 de noviembre.
 
De manera especial, en este día de renovadas esperanzas que marca el inicio del año 2022, quiero hacer llegar mi respeto y solidaridad a todos los que guardan prisión por la lucha por la libertad, y en  defensa al respeto de los Derechos Humanos en nuestro país, junto a mis deseos de felicidad  y esa paz duradera que tanto anhela y necesita la familia cubana.
Ernesto Díaz Rodríguez, poeta y escritor.
Secretario General de Alpha 66.
Ex prisionero político cubano. PLANTADO. 

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