EDITO

Cuba única

Por Sor Nadieska Almeida Miguel.h.c

Hace muy poco me encontré con una valla publicitaria que llamó mi atención. Dice así: “Cuba Única”. No puedo negar que me gustó, sin embargo, rápidamente se cruzaron varios sentimientos que no han dejado de resonar internamente.

Nuestra “unicidad” es real, y sabemos que cada persona en este mundo es única e irrepetible, y en eso Dios ha dejado su huella indeleble. Podemos parecernos, ser mellizos algunos… aún así, todos tenemos algo que nos distingue de los demás y esa diferencia no nos hace mejores, nos hace realmente únicos.

Cuba, como todas las naciones, tiene también su identidad propia, su belleza natural, su inteligencia y creatividad en quienes la han habitado y de quienes hemos heredado tradiciones, aprendizajes, esfuerzos, modos…

Humildemente me atrevería a decir que en esta unicidad llegamos a ser una nación admirada por su prosperidad en medio de su pequeñez geográfica. Fuimos cuna de grandes hombres y mujeres valientes que soñaron e hicieron posible un crecimiento humano, espiritual, material, cultural, científico. Fue Cuba en su unicidad una perla de gran valor, que aún hoy en ruinas podemos admirar.

Hoy vuelve a ser única, dolorosamente única. Otros hombres y mujeres la han destruido. Otros, amparados por una ideología que excluye y aliena al ser humano, bajo un modelo de represión de muchos años, en medio de un estado fallido, han conducido a nuestra nación a una pobreza real, a la mendicidad, a la inversión absoluta de valores, a un daño antropológico tan severo, que pensar es casi imposible porque nos absorben la supervivencia, el hastío y el agobio existencial.

No puedo dejar de preguntarme hasta dónde seremos capaces de vivir así, hasta dónde seguiremos lamentándonos sin tomar una postura seria como pueblo. No hablo de rebelión, y mucho menos de agitación de masas o protestas, las cuales no serían nada anormal si viviéramos en un país donde se respete la libertad de expresión y toda forma que permita al ser humano ejercer sus derechos como ciudadano, sin miedo a multas, castigos, privaciones injustas, condenas impensables, amenazas amparadas en leyes tan injustas e inadecuadas para el siglo en que vivimos. Esas imposiciones son tan únicas que también nos van caracterizando, y lo peor será que nos acostumbremos a tanto dolor injusto infringido por quienes deben vivir al servicio de su pueblo.

En esta unicidad quiero rescatar también nuestra manera de ser resilientes, y no hablo de los memes que a veces nos sacan una sonrisa, pero el dolor está ahí. Hablo de nuestra manera cubana de salir adelante, de encontrar una ventana allí donde se nos cierra una puerta, Hablo con admiración del gran esfuerzo de muchos por celebrar una Navidad en medio de las grandes carencias, pero sin dejar de ofrecer el abrazo deseado y el “Felicidades” que encierra un gozo que NADIE nos ha podido arrebatar. Hablo de esa capacidad de sonreír y pensar que habrá un mañana mejor porque la esperanza se asoma tímida, pero cierta… Y aunque se nos anuncian nuevas medidas muy duras e injustas para el año venidero, creo que la esperanza puede y debe seguir siendo la música de fondo que acompañe nuestra existencia, porque Dios no nos ha olvidado. Él está sosteniendo y animando nuestra esperanza, y con Él hacemos frente a las dificultades cotidianas. Él está animándonos a cada uno de nosotros para hacernos cargo de la realidad y asumir una postura de justicia contra la injusticia, de verdad frente a las mentiras, de expresión frente a tantos silencios…

Sí, ese pequeño que nace pobre, tangible, humano, viene a decirnos a todos que la vida tiene sentido cuando pensamos por nosotros mismos, cuando levantamos las manos y el corazón en busca de paz, cuando nuestros labios profesan que somos dignos y exigimos con respeto que no sigamos siendo pisoteados. Ese pequeño nos viene a traer una vez más la esperanza, la capacidad de soñar y seguir apostando por ser gestores de nuevos y mejores caminos para todos los hijos de esta amada tierra.

Hoy, una vez más agradezco a Dios nuestra unicidad y le pido que nos siga acariciando con ternura, que sane con su llegada tantas heridas que llevamos dentro, que conservemos sin arrogancia lo propio como nación y que nos bendiga con el coraje que ha marcado nuestra historia.

Feliz Navidad para todos. Que el pequeño de Belén sea nuestro mayor regocijo como cubanos que seguimos esperando con Él la esperanza que no defrauda.

Feliz Año 2024.

S.Nadieska Almeida Miguel.h.c

One Comment

  1. Unica y especial en la degeneración de Occidente sí que es, y empezando por su obispada figurante y chupante…. the END

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*