Por SARAH VINE PARA EL DAILY MAIL/Traducción ZoePost.
Hay algo en las escenas que emergen de Cop26 que parece encapsular perfectamente la locura, la vanidad y la vacuidad general del mundo moderno.
Es un carrusel de hipócritas obsesionados con ellos mismos, grandilocuentes, que señalan virtudes, desde Sleepy Joe Biden durmiendo en el trabajo mientras su flota de limusinas devoradoras de gasolina se achantan con los motores en marcha atrás, hasta Nicola Sturgeon tendiendo una emboscada a Sir David Attenborough para una selfie.
Luego está Greta Thunberg tirando sus juguetes de su cochecito (por cierto, Greta, tu despido de los líderes mundiales “bla, bla, bla” en temas ecológicos fue bastante divertido la primera vez; ahora es simplemente molesto) para Justin Welby, el Arzobispo de Canterbury, soltando tonterías indecibles sobre los nazis.
Agregue a estos los multimillonarios, sobre todo Jeff Bezos , recién llegado de la fiesta de cumpleaños número 66 de su compañero Bill Gates en Turquía, donde los invitados fueron trasladados en helicóptero desde el superyate al club de playa.
No sé ustedes, pero la visión de un hombre que ha hecho una fortuna obscena vendiendo basura producida en masa fabricada en China (responsable del 27 por ciento de las emisiones globales de carbono) sermoneándonos a todos sobre cómo poner nuestro granito de arena para detener la producción, el calentamiento global es, por decirlo suave, un poco ridículo.
Para un evento diseñado para llamar la atención sobre la difícil situación del planeta y aquellos que ya están sufriendo los efectos del cambio climático, todo lo que Cop26 parece haber hecho hasta ahora es recordarnos cuán espectacularmente fuera de contacto están tantos de los llamados grandes y buenos realmente.
Con una excepción. Una nonagenaria pequeña, de pelo blanco y ojos como perlas, con una mente como una trampa de acero y un sentido de decoro combinado con una humildad silenciosa que, francamente, hace que todos estos popinjays acicalados se caigan en un sombrero de tres cuartos.
Hablo de la Reina, por supuesto. Una mujer cuyas décadas de experiencia le han enseñado que la riqueza y el poder no siempre van de la mano con la sabiduría. Un monarca cuya grandeza no proviene de las trampas materiales de la realeza, sino de una larga vida dedicada al deber.
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Pobre Lilibeth con sus años tener que vivir y ver que sus hijos varones son un desastre, Carlos un papanate que nunca serà rey, Andrea un pervertido y Eduard un insignificante siempre escondido para no responsabilizarse de nada ahi tranquilito sin caracter almenos en apariencia, y lo peor de todo su nieto preferito un loco embollado con una arrivista oportunista que aun se hace llamar Duchesa papelacera No quiero ver que serà de UK sin Elisabeth ..God save the Queen
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