Relato Social

Claridad y mentira

Por Ulises F. Prieto

Si ahora empezara diciendo que todo en este texto es falso, y no quisiera mentir en esta frase, lo que acabo de escribir tendría que ser falso también. Pero al ser falso, se convertiría en cierto, porque pertenece al texto. A esta aberración contra la lógica bivalente le llaman paradoja del mentiroso, o más recientemente, paradoja de Russel (nadie quiso sugerir con el nuevo nombre que Bertrand Russel fuera mentiroso). La razón por la que decidí comenzar este escrito formulando una versión de ella, es que necesitaba crear la confusión suficiente para poder publicar la hipótesis del profesor Álvaro Leiva, y a la vez mantener su reputación intacta. Es cierto que ningún texto puede ser totalmente falso, si al principio se advierte que lo es, pero eso no significa que mi amigo Álvaro sea responsable de su controvertido (tal vez ridículo) disque descubrimiento. No es justo que pierda su trabajo.

El doctor Leiva actualmente enseña en John Carrol University, una Universidad jesuita cerca de Cleveland Heights, Ohio. Es especialista en historia de la Creta minoica. El tema es difícil. Las fuentes escritas de la época son escasas, y hasta el descubrimiento de mi amigo, la mayoría no se habían descifrado. Tal vez aún lo sigan siendo. Mi amigo Álvaro asegura que él ha podido descifrar en su totalidad la escritura lineal A. Recuerdo el día que me lo contó. Comenzó la conversación del mismo modo de siempre, quejándose de lo extraño que son los escritos minoicos. Yo entonces aproveché para intentar la broma que había estado ensayado desde la vez anterior, para cuando volviera a salir ese tema:

– ¿Para qué quieres entender lo que han escrito ellos, si los cretenses siempre mienten?

Aludía a la paradoja del mentiroso que aparece en la epístola de San Pablo a Tito: (Tito 1-12) “Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos.”

Mi amigo Álvaro sonrió y agregó:

– Hace poco leí a un articulista cubano poner de vuelta y media a los cubanos, tal como hace este poeta cretense, que cuenta Pablo, con los propios cretenses. Ambos, el cubano y el cretense hablan con distancia como si sus clasificaciones no los incluyera. A los que nacen en islas todo les resulta ajeno, incluso ellos mismos.
– Pero tú eres cubano también, y hablas con distancia de los cubanos que hablan con distancia de ellos mismos.
– Sí, imagino que sea un signo de identidad nacional. Poner distancia con ellos es una manera de sentirme cercano. Ya sabes, es lógico sucumbir a lo absurdo del nacionalismo.

La conversación se estaba escapando. Álvaro me había llamado para darme detalles de su descubrimiento y ahora estábamos hablando de patriotismo paradójico. Así que intenté encausarla:

– De todos modos dicen que la epístola a Tito no fue escrita realmente por Pablo.
– Seguro que el verdadero autor es otro cretense – volvió Leiva-. Un cretense que dice que otro cretense afirmó que todos los cretenses mienten.
– Me ibas a hablar de escritura lineal A, pero la conversación no está siendo nada cartesiana.

La expresión que Álvaro adquiere cuando se concentra es muy similar a la del enojo. Así que esperé a que empezara a hablar del tema.

– Nos hemos equivocado totalmente – afirmó el profesor Leiva. – Hasta ahora habíamos creído que la escritura lineal A era anterior a la B. Tal vez porque no habíamos podido descifrarla, y pensábamos que estaba en un protogriego extinguido. Eso nos ha impedido ver lo evidente. – Sacó su teléfono y me mostró una fotografía de una de las tablillas. – No sé cómo pudimos equivocarnos durante tanto tiempo. Está claro que esto no es griego ni por asomo.
– Para mí es evidente que no es griego – repliqué su tono -. Lo que veo es un montón de garabatos infantiles.
– La ignorancia se cura con el saber, la juventud con el tiempo, pero la estupidez es para siempre.

He dicho al principio del texto que no quiero que Álvaro pierda su trabajo, pero tengo que confesar que en ocasiones le deseo lo peor. De todos modos es mi amigo y espero que se me pase el malestar.

– No es griego – insistió.- Es arameo.

Dijo arameo, y para evitar rimas consonantes, diré que casi me muero. Tuve que contener la risa. Hace unos años le pregunté que para qué un especialista en cultura minoica necesitaba aprender lenguas semitas, y mucho menos arameo. Álvaro me contestó con reticencia algo así como que mientras más conocimiento se tenga, mejor será la visión de cualquier fenómeno. Creo recordar que me soltó ese cliché de que el saber no ocupa lugar. Luego supe que no estudiaba arameo o hebreo por su trabajo, sino por su apellido. Se convenció a sí mismo de que Leiva era una voz de alguna lengua del medio oriente y que debía significar algo como blanco o claridad. En hebreo levaná se usa para el blanco y para el claro de luna.

– De seguro en árabe, no- afirmé rotundamente, o tal vez negué rotundamente. – En árabe blanco es algo como Beider, porque la ciudad de Casablanca se dice Dar Al Beider, como Darth Vader.
– Darth es una variación que hizo Lucas de Dark, y Vader, otra de cómo se escribe padre en holandés. Sería algo así como padre oscuro. Todo lo contrario de Leiva.
– Si Darth Vader significa padre oscuro, mis apellidos Fidalgo Prieto significan hijo de algo oscuro.
– Ulises, has manoseado tanto tus apellidos que ya creo que pueden significar cualquier cosa. Has dicho que en España prieto no significa negro, sino apretado, y que tú podrías ser hijo de algo apretado. A saber por dónde saliste. También dijiste que Fidalgo se usa para caballero, y que tu nombre podría traducirse como Dark Knight, el hombre murciélago, o Black Knight, que es el caballo negro en el ajedrez. Si es así, tú no serías uno, sino dos. Hay dos caballos negros. Eres redundante, amigo.
– Cierto, redundante – asentí -. Si el ajedrez se hubiera diseñado en esta época moderna habría un sólo caballo por cada bando. Es lo cartesiano.
– Tampoco habría reyes ni reinas, ni peones, ni siquiera habría enemigos sobre el tablero. Habría sido un ajedrez pacifista, y con perspectiva de género, donde las diferencias se resolverían a través de diálogo.

Me sorprendió que aquella vez mi amigo bajara la voz para hacer la broma. Estaba adquiriendo prudencia. En una situación anterior fue capaz de decirle al sacerdote de la Iglesia del Campus, que según Orígenes Barrabas se llamaba Jesús, y que lo había pasado en aquella escena donde Poncio Pilato pidió que escogieran entre ellos dos, es que habían salido varias partidas en busca de Jesús, y le habían traído a dos con el mismo nombre: Jesús, el Cristo, y Jesús Barrabás. Mi amigo Álvaro mofó al final:

– Pilato no quería ser redundante crucificando a dos Jesús, cuando con uno era suficiente.

Obviamente al Cura no le hizo ninguna gracia la broma, pero Álvaro conservó su puesto en su Universidad católica. En esta época hay libertad religiosa y nadie pierde el trabajo por una blasfemia. Tiene más peligro sus trabajos históricos que sus creencias. En estos tiempos quienes traen la verdad son los científicos y no los religiosos. Sobre todo se cuida mucho las ciencias sociales y la historia. Sus afirmaciones son la argamasa sobre la que se construye los consensos. Un desliz por parte de ellos y la sociedad podría desintegrarse en el caos. Ahora hay libertad religiosa porque la religión no es importante. Lo que no se puede permitir de ningún modo es la libertad científica. Lo peor sería ir contra el consenso haciendo el ridículo. El descrédito le traería la ruina a mi amigo.

– La escritura minoica lineal A es arameo – insistió el profesor Leiva. – Bueno, digo minoica por costumbre, pero es muchísima más moderna. De hecho esta tablilla narra una historia del siglo primero. No te rías.
-Es absurdo, Álvaro – aparté la vista del teléfono y lo miré seriamente -. No tiene sentido que escriban con esos jeroglíficos cuando podían hacerlo en latín o en griego, y no sobre tablillas, sino en pergaminos o papiro.
– Tal vez era un secta tradicionalista, que no quería sucumbir al poder destructor de la modernidad: Roma.
– ¿Cómo los amish? – Intenté otra broma.
– Exacto. La tablilla habla de dos hermanos gemelos. Parece que enemigos de los redactores del texto porque los ridiculizan.
– Siempre los hermanos: Castor y Polux, Jacob y Esaú, Rómulo y Remo.
– Estos hermanos no eran enemigos. Uno de los dos se hizo profeta y el otro lo siguió. Ya sabes, los primero seguidores de un iluminado son sus familiares. Al poco tiempo el grupo creció de manera espectacular. Para distinguirlos al líder le llamaban Señor, y al hermano simplemente, Gemelo. Como casi todos los profetas de entonces, el Señor era un nacionalistas que proponía un Judea sin gentiles. Lo sabemos, en el siglo primero la temperatura mesiánica en aquella zona era muy alta, y el Imperio no podía permitir que un grupo de sediciosos adquiriera demasiado volumen. Obviamente crucificaron al líder, y los seguidores se volvieron hacia su hermano casi idéntico, y lo presionaron para que se hiciera con el liderazgo del grupo. Así podrían mitigar el dolor de aceptar que su profeta había fracasado contra los romanos. Eran idénticos. Tanto que podrían permitirse pensar que su Señor no había muerto realmente. Gemelo al principio intentó imitar los gestos, las frases de su hermano muerto, para contentar a la comunidad, pero a las pocas semanas se cansó de fingir que no era él y escapó. Con el tiempo la gente empezó a creer que el crucificado había resucitado, y que el único que se negó a creer en la resurrección fue Gemelo.
– ¿Y eso está en esa tablilla?
– Te lo juro.
– ¿Pero existe alguna evidencia histórica de que ese grupo y ese profeta haya existido en aquella época?
– Desde luego. ¿Sabes cómo se dice Gemelo en hebreo?
– No.
– Tomás.

No sé si mi amigo tendrá el valor de intentar publicar su descubrimiento. Yo por mi parte, quiero dejar bien claro que cada frase escrita en este texto es una total mentira.

Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.

5 Comments

  1. Ahora si!! hemos visto y oido de todo, documentales, film americanos e italianos, literatura barata y no pero nunca me hubiera imaginado lo del gemelo, esto me llega nuevo, nunca es tarde para aprender , se aprende hasta de los mentirosos una gran mentira puede esconder verdades incomodas wow wow, magnifico relato

    • Ulises Fidalgo

      Muchas gracias, Chris. No se sabía nada antes porque no se había descifrado la escritura lineal A, y no teníamos noticias de lo que se narraba en esa tablilla que estudió el Profesor Leyva.

  2. Pingback: Claridad y mentira – – Zoé Valdés

  3. Heidys Yepe

    Magnifico. Siempre interesante y sorprendente leer a Ulises Fidalgo.

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