Sociedad

Buenas noticias sobre ansiedad

Obra de Noel Morera

Por Lucimey Lima Pérez.

Los trastornos de ansiedad son los más prevalentes de todas las alteraciones mentales, esto incluye el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), el trastorno de pánico, la ansiedad social, las fobias específicas y la ansiedad de separación. Un tercio de la población mundial ha tenido manifestaciones o presenta alguno de estos trastornos. Esto sin contar la ansiedad como constelación de síntomas en todos los humanos. Aunque algunos estudios han demostrado que la ansiedad aumenta con el curso de los años y que se debe a disminución del metabolismo (destrucción bioquímica) de sustancias ansiogénicas, otros señalan que disminuye en personas de la llamada tercera edad. Tiendo a inclinarme por esta última posición, ya que se añade un aprendizaje de situaciones de vida que conllevan al equilibrio en la mayoría de los casos. También podemos considerar una serie de eventos de vida que disminuyen el disfrute en ciertos adultos mayores y no compensan los cambios del tiempo. Como todos los aspectos en relación con la salud mental, este también, acarrean controversias.

Se considera que la ansiedad no era admitida como una entidad antes del siglo XIX. Sin embargo, la melancolía, como expresión de los trastornos de depresión mayor, fue reconocida desde la antigüedad. Médicos y filósofos, griegos y romanos, destacaron la ansiedad como una manifestación negativa que repercutía en la salud médica. Se atribuye a Hipócrates y a sus discípulos la descripción de fobia específica presentada por Nicanor, quien sentía temor de la chica, totalmente inofensiva, que tocaba la flauta cuando asistía a fiestas en su sociedad, . Un salto gigantesco con numerosos datos nos trae a las clasificaciones actuales de los trastornos mentales. Resulta muy interesante analizar la nosología (definición, descripción y clasificación de las enfermedades y los trastornos) de la ansiedad a lo largo del tiempo.

La buena nueva a la que pretendemos referirnos proviene de estudios canadienses del año en curso. Uno de ellos reporta que el 72% de la población estudiada con TAG se encontraba sin síntomas en ausencia de medicamentos y de psicoterapia frecuente al menos por un año. No precisan la duración previa del trastorno. Además, el 40% disfrutaba de un estado de “excelente salud mental”, el cual consiste en tres aspectos: i) satisfacción vital diaria por un mes; ii) bienestar psicológico y social por un mes; iii) ausencia de síntomas depresivos, pensamientos suicidas, preocupación excesiva o abuso de sustancias por al menos un año. En otras investigaciones muestran que 2/3 de la población incluida con antecedentes de un intento suicida se encontraba libre de pensamientos suicidas por un año.

En mi experiencia durante un periodo de cuatro años, al que hago alusión por tratarse de una población multicultural, pero transculturizada en una sociedad de características fundamentalmente homogéneas, he atendido 60% de casos con ansiedad como alteración aislada o concomitante y con 20-30% de remisión en presentaciones leves, moderadas o de moderadas a intensas. El grado de ansiedad no se ha correlacionado con el porcentaje de recuperación, lo cual atribuimos a factores ambientales y a rasgos de personalidad. La evaluación fue realizada luego del alta por consulta externa y las consecuentes reevaluaciones a los seis meses y al año. Estos datos no incluyen mi práctica en otras latitudes y por mucho más tiempo.

Luego, de acuerdo con la literatura y el fundamento estadístico, así como al registro de consultantes, si el abordaje terapéutico es adecuado, individualizado y abarca el tiempo prudencial, las noticias son alentadoras. Consideramos que la negación, la reticencia y la falta de perseverancia conlleva a la prolongación de los síntomas de ansiedad con deterioro físico, mental y social. Además de las evidencias publicadas y a nuestra práctica terapéutica sobre la participación en el proceso que conlleva a mejoría y a recuperación, los resultados se distribuyen entre tratante y tratado. El 50% depende de la disposición de la persona afectada y al grado de involucración que despliegue. Un 30% se relaciona con el terapeuta, tanto por la relación profesional que se establece como por las técnicas para cada caso y situación. El resto es atribuido a varios factores, incluso el azar.

Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.

Noel Morera es pintor, cubano.

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