Por Alfonso Rojos/Periodista Digital.
Se nos acumula la tarea. Como reza el Evangelio de San Lucas: ‘la mies es mucha y los obreros pocos’. Y esa escasez de mano de obra dispuesta a dar la batalla contra la Coalición Frankenstein, contrasta con la abundancia de majaderos que se alinean con Sánchez y sus compinches. El periodista Pedrojota Ramírez, quizás celoso porque Abascal no le ha hecho nunca ni puñetero caso y consciente de que las subvenciones y los millones de la publicidad institucional salen de La Moncloa, exige la ilegalización de VOX. El socialista Patxi López, socio del etarra Otegi, colega de los golpistas catalanes y compañero de Gobierno de los que proponían guillotinar al Rey, colgar de la catenaria a Esperanza Aguirre y empalar al disidente, denuncia ante la Fiscalía a Abascal y exige medidas drásticas contra los ‘indignados’ que cada noche protestan festivos ante las sedes del PSOE. Alguien debería recordar a ese cenutrio que el artículo 21 de la Constitución, todavía vigente en España, reconoce el derecho de reunión pacífica y que el ejercicio de ese derecho no necesita autorización previa. Y estábamos en estas cuando irrumpe en escena monseñor Omella, presidente de la Conferencia Episcopal, para ‘desmarcarse’ de los españoles que cada tarde rezan el rosario en la calle Ferraz. Y lo hace de forma ostententórea, con un rotundo: “Allá ellos… Nosotros no vamos a hacer batallas políticas para hacer caer gobiernos”. No hace tanto que el secretario general de la Conferencia, el obispo Argüello, dejó claro que la Iglesia española está a favor de los infames indultos concedidos por Sánchez a los golpistas catalanes. Y lo hizo argumentando que hay que abandonar las “actitudes inamovibles, para generar un clima de amistad civil y de fraternidad”. Hay pocas expresiones tan españolas como esa de ‘con la Iglesia hemos topado’. Viene de un pasaje de Don Quijote de la Mancha y se usa para expresar lo inconveniente de que el clero yy por extensión, cualquier autoridad eclesiástica, ande malmetiendo en asuntos terrenales. Con la Iglesia topamos a los españoles en el País Vasco, cuando monseñor Setién, afortunadamente ya en el infierno, y muchos de su cuerda, apoyaban el crimen, la extorsión y el espanto de ETA. Y con la Iglesia estamos topando en Cataluña, en forma de obispos, monjes y hasta de simples párrocos. Pero vamos a ver, Ilustrísimas… ¿no son ustedes conscientes de que han perdido la voz ante la sociedad española? ¿Ni sienten que se están quedando sin parroquianos? ¿No ven que a este paso, esos a los que tanto temen y tanto agitan contra ustedes el pecado nefando de la pederastia convirtieron sus iglesias en canchas de baloncesto? ¿No se dan cuenta que nos tienen hartos? ¿Y de que si siguen por ese camino terminarán en el infierno?
