Cultura/Educación

Alfons Mucha: El mensaje espiritual en el arte

Por Gloria Chávez Vasquez.

 

El arte existe para comunicar un mensaje espiritual.

Alfons Mucha.

 

A medida que Europa salía del siglo XIX para entrar en el XX, el arte se fue despojando de la rigidez de la Era Industrial y la línea recta para abrazar las formas, más amables, de la naturaleza. Uno de esos artistas se inspiró en la fluidez de las plantas, la belleza de las flores y la suavidad en la figura femenina. Su estilo florido y orgánico ayudó a definir lo que se conoció como Art Nouveau.

Alfons María Mucha era entonces un artista desconocido, que se ganaba la vida en una imprenta en Paris. La litografía había hecho más accesible el arte en los carteles, un proceso de impresión popularizado por artistas como Steinlen, Bonnard o Toulouse-Lautrec en el París de fin de siglo. De repente, Mucha recibe una oferta que cambiará su vida. Sarah Bernhardt, la actriz más famosa de aquella época, necesita de inmediato, un cartel para promover Gismonda, la obra de teatro de Victorian Sardou. Trabajando día y noche, Alphonse produce el cartel y lo pega por toda la ciudad, el día de Año Nuevo (1895).

Los carteles del artista checo contribuyen a difundir la fama de “la Bernardt” más allá de las fronteras y Bernhardt lo contrata de manera exclusiva. Mucha es ahora responsable de la publicidad, la escenografía y los vestuarios de piezas teatrales como: La Dame aux Camélias (1896); La Samaritaine (1897); Médée (1898); Lorenzaccio, Hamlet y Tosca (1899).

 

 

La influencia de los afiches o carteles

En 1900, París celebra la gran Exposición Universal que exhibe el trabajo de Mucha y su novísimo estilo, catalogado como Art Nouveau, se extiende por el mundo. Al formato y la configuración de los carteles se añade la influencia de las alhajas diseñadas para el joyero parisino Georges Fouquet quien presenta una colección realizada sobre diseños de Mucha, inspirados en el arte oriental y bizantino. Por todas partes hay faroles de hierro que se doblan como tallos, comedores con paneles de guirnaldas y vidrieras Tiffany con pétalos de flores. Su éxito reside en utilizar una amplia gama de recursos estéticos, imágenes perfectamente adaptadas a la sensibilidad de la Belle Époque, una mezcla de lo moderno y lo frívolo, lo fresco y lo exquisito.

Un año después, Mucha es el artista más cotizado de la ciudad. Una vez que elabora un diseño, produce cientos de exquisitos carteles a cuatro colores. Recibe encargos para todo tipo de productos de consumo. La belleza de sus ilustraciones en colores pastel aparecen en latas de tabaco, portadas de revistas, calendarios, papel tapiz, postales y campañas publicitarias que pregonan de todo, desde galletas hasta cerveza.

 

 

Origen de un artista

Alfons, el primero de seis hijos, nace un 24 de julio de 1860 en Ivančice, Moravia, provincia del Imperio austríaco (actual República Checa). Su padre, Ondřej, es ujier de la corte y su madre, Amálie, es la hija de un molinero. Es talentoso para la música y el canto y aprende a tocar el violín desde muy niño. Pero su verdadera vocación es por el dibujo.

A los 19 años viaja a Viena para trabajar con una compañía de diseño teatral. El devastador incendio que destruye el Ringtheater, principal empleador de la firma, obliga al joven a tomar un tren rumbo a Mikulov en el sur de Moravia donde labora de manera independiente: experimenta con la fotografía, diseña arte decorativo, vende ilustraciones y modela letras para lápidas. Sus temas favoritos son la mitología, la figura femenina y la exuberante decoración vegetal en los que es muy diestro.

El conde Eduard K. Belasi, un noble local amante del arte, le encarga una serie de murales para su residencia en el castillo de Emmahof, y para su casa de verano en el Tirol. Impresionado por su creatividad, el conde costea el aprendizaje formal del artista en la Academia de Bellas Artes de Múnich. Belasi invita a Mucha a empaparse de arte en Venecia, Florencia y Milán, y le presenta, entre otros, al famoso pintor bávaro, Wilhelm Kray, que vive en Múnich.

Mucha llega a París en 1887 para estudiar en la Académie Julian y en la Académie Colarossi. Mientras tanto, vende sus ilustraciones a periódicos, revistas y editores de libros.

 

 

Siete años más tarde, el afiche de Gismonda, su primer cartel litográfico para Sarah Bernardt y su Théâtre de la Renaissance marca la pauta del estilo característico de Mucha: doncellas esbeltas de cabello largo, atuendos neoclásicos, en medio de diseños florales a colores pastel rodeadas de un arco de mosaico o un círculo luminoso. El conjunto se inspira en las estaciones del año.

Sin embargo, Mucha empieza a distanciarse del estilo comercial porque piensa que el arte existe para transmitir un mensaje espiritual y por eso se concentra en proyectos más elevados que ennoblezcan el arte y documenten la historia de su patria. Interesado en el estudio del esoterismo y la masonería, Mucha se convierte en Maestro de la Gran Logia de Checoslovaquia ostentando, además, el grado 33° del Rito Escocés Antiguo.

Cuando visita los Estados Unidos entre 1906 y 1910, es contratado por la actriz Leslie Carter, que trata de superar, sin éxito, el lujo de las obras de teatro de Sarah Bernhardt. Regresa a Nueva York con Marie Chytilová, con quien había contraido nupcias el 10 de junio 1906, en Praga. Tienen una hija, Jaroslava, en Nueva York (1909) y un hijo, Jiří en Praga (1915).

 

 

Épica e Historia 

El pintor retorna a su tierra para establecerse en Praga, donde decora el Teatro de Bellas Artes y otros sitios importantes de la ciudad. Tras la Primera Guerra Mundial, Checoslovaquia obtiene su independencia (1918). Mucha diseña los sellos postales, billetes de banco y otros documentos gubernamentales para la nueva nación. Como un símbolo de modernismo, Mucha vive, paradójicamente, 20 años en el palacio de Zbiroh, en Bohemia Occidental, donde concluyó los 20 lienzos que constituyen su obra cumbre: la Slovanská epopej/Epopeya Eslava. En 1928 dona a la ciudad de Praga, la serie de enormes pinturas que empezó a pintar en 1910, siendo su  última pintura, El juramento de unión de los eslavos.

El 15 de marzo de 1939 los Nazis invaden Checoslovaquia y el artista es arrestado e interrogado acusado de nacionalismo y afiliación con los masones. Durante esos días de angustia, el pintor enferma de pulmonía. Nunca se recupera y muere tres meses después, el 14 de julio. Es enterrado, en el cementerio de Vysehrad, en el mausoleo donde yacen los héroes y figuras nacionales.

 

 

El interés por el arte de Alfons Mucha y sus afiches, revivió en la década de 1960, con el movimiento Hippie y el Pop Art de Andy Warhol y Peter Max, y continúa influyendo a ilustradores contemporáneos. El autor Jiri Mucha, hijo de Alfons, escribió extensamente sobre su padre y sus obras.

El trabajo inicial de Mucha se produjo en masa y se destinó a la publicidad, por tanto, gran parte de ella se desechó. Pero su calidad y originalidad lo situó como arte único y auténtico. Su influencia en el Pop Art, cerró la brecha entre el arte popular y el arte clásico y generó numerosos coleccionistas que ahora pagan fortunas por un original. Los carteles o afiches de películas, carátulas de discos y promociones de conciertos decoran en la actualidad, más hogares y lugares públicos que cualquier otra obra de arte. Alfons Mucha escribió prácticamente el canon del Art Nouveau cuando publicó su colección de grabados inspirando así, a otros artistas.

Pero su faceta más conocida son aquellas musas de claro componente nórdico, con una estética, entre lo sagrado y lo pagano, que recuerdan las figuras del Renacimiento y el simbolismo de los Prerrafaelitas ingleses (antecesores de la sensibilidad modernista). De ello deriva también su gusto por las formas naturales estilizadas, según el destacado pintor español German Arancil, en pleno proceso de abstracción, y que causaría furor en los círculos modernistas, como sucedió con Gaudí. La amplia cultura visual que Mucha utilizó en sus imágenes, puede apreciarse en los detalles de todas sus pinturas.

 

 

Los fondos coloridos semejando mosaicos, los círculos dorados del fondo a manera de     nimbo, los aprendió del estilo bizantino en el que también se inspiró Klimt. El ritmo sinuoso de los cabellos y los arabescos, los entendió a través de la estética oriental que popularizó el romanticismo en el siglo XIX. Típico de esa época, es el fuerte influjo de lo oriental, personificado en los grabados japoneses. Es de ese modo que Mucha expresa su fascinación por el carácter expresivo de la línea, por las superficies planas o la fuerza del color. Con toda esta variedad cultural, Mucha tuvo la capacidad de crear un estilo propio y definido que supo aplicar con exquisitez a las necesidades modernas.

https://www.wikiart.org/en/alphonse-mucha/

https://www.muchafoundation.org/en/gallery

 

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

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