
Por Ernesto Díaz Rodríguez.
El pasado 21 de diciembre falleció, en la ciudad de Miami, nuestro hermano de lucha Agapito Rivera Milián, una de las figuras más queridas y emblemáticas en la lucha por la libertad de Cuba. Había nacido en 1937, en la ciudad de Corralillo, provincia de Las Villas, Su vida se caracterizó por su honradez, por su espontanea cordialidad en su trato con todo el que se le acercaba para compartir sus inquietudes y el amor a la causa por la libertad de Cuba. Era él un hombre sin dobleces, un apasionado defensor de la libertad y del respeto a los derechos humanos, que no escatimó en sacrificios ni en asumir los riesgos de una lucha frontal contra quienes impusieron cadenas a su pueblo e hicieron del pillaje gubernamental la abominable fórmula de propiciarse una vida de desenfrenada opulencia y de llenar, inescrupulosamente, con dinero hurtado a la nación cubana, sus bolsillos.
De origen humilde, a pesar de las limitaciones que le impuso el entorno campestre donde se desarrolló su infancia y los años de su adolescencia, Agapito Rivera fue de los primeros en percibir que la “Revolución” de los Castro era un fraude, una luz engañosa, alimentada con mentiras y sangre. Más que una razón para no dejarse arrastrar por el entusiasmo sin sentido, que se apoderó de la casi totalidad de la generación donde a él le había tocado transitar, lo llevaron a que en su temprana juventud decidiera empuñar el fusil e integrarse a la lucha armada, alzándose en una región inhóspita, en los llanos de la zona norte, en la provincia de las Villas, lo que hacía su supervivencia mucho más difícil todavía. Allí, a pesar de los frecuentes combates logró sobrevivir, escribiendo con sudor y con sangre verdaderas páginas de gloria.
Fue en noviembre de 1960 cuando este valeroso luchador, junto a dos de sus hermanos y un puñado de valientes, como él, integrantes todos de su humilde familia, se alzaron en armas contra los que habían robado a su pueblo el derecho a ser libre. No había por entonces otro medio de enfrentarse al despotismo de los Castro, más original ni más adecuado contra la agresiva imposición de un poder deshumanizado y perverso, que intentar su derrocamiento de una por medio de las armas.
A pesar de la falta de apoyo logístico y la inferioridad de las armas de combate de que disponía el contingente guerrillero, para enfrentar al enemigo, este grupo de cubanos valientes, por un período de tiempo inimaginable fue capaz de ofrecer una tenaz resistencia. Pero no todos corrieron la misma suerte. Muchos de ellos, poco a poco fueron cayendo ultimados en combate. Sólo los más afortunados lograron sobrevivir a las emboscadas, abriéndose paso entre los cercos que les fueron tendiendo los militares que luchaban en defensa de los intereses de los esclavizadores de su pueblo. Se ha podido conocer que entre efectivos militares y milicianos castristas fueron decenas de miles los que integraron las fuerzas de combate en favor de la tiranía.
De esa forma, un tanto milagrosa, Agapito Rivera logró resistir por un período de tres años en su lucha armada, a pesar de la desventaja que ofrecía su inhóspita región donde se llevó a cabo el alzamiento, no lejos de la costa. Lamentablemente, luego de haber recibido en los encarnizados combates múltiples heridas de bala, tendido sobre un charco de sangre dentro de un cañaveral y en estado ya de seminconsciencia, cayó en manos de las tropas de Castro. Era el 3 de noviembre de 1963 la fecha cuando tuvo que enfrentarse a esta terrible adversidad. A pesar de la gravedad de sus heridas, luego de haber sido internado en estado de extrema gravedad en un hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente, por voluntad de Dios logró sobrevivir a esa experiencia inolvidable. Presentado ante un juicio sumarísimo, en la causa No. 364 de 1964, a este héroe de Cuba le fue impuesta una sanción de 30 años de cárcel, con lo cual corrió mejor suerte que sus hermanos Francisco, muerto en combate, en el mismo escenario donde Agapito sufrió tan graves heridas, y Estanislao, fusilado este último, al igual que Venancio, uno de los primos de Rivera Milián, luego de haber sido condenados a muerte y arrancadas sus vidas, a nombre de una falsa y aberrante justicia «revolucionaria». ¡Once fueron los integrantes de esta indomable familia que ofrendaron sus vidas en aras de la libertad de la patria!
Como legado histórico, Agapito Rivera, en medio del dolor de su muerte nos deja su hidalguía, su humildad, matizada por su exquisita sencillez y la forma de confraternizar con sus compañeros de lucha y con todos cuántos lo rodearon en su peregrinaje por las fértiles encrucijadas del exilio. Luego de haber cumplido 25 años de riguroso encierro, al fin se había producido su excarcelación. Atrás quedaban muchos pasajes de heroísmo, que son parte de esta historia conmovedora y ejemplarizante, que algún día, cuando Cuba sea libre, formará parte de las experiencias y enseñanzas en la lucha contra el comunismo opresor. Una de ellas, de especial significado por su elevado valor en dignidad, es la negativa de este insigne patriota de tenderle las manos a sus carceleros para que le fueran colocadas las esposas. No es posible escapar al orgullo de haber compartido con este hombre de lucha una hermosa amistad. Ni dejar de recordarlo con cariño, y seguir contemplándolo en su simbolismo de inefable transparencia, erguido cada día sobre su invencible pedestal de PLANTADO. E igualmente se impone recordarlo, redoblando su estatura de gigante en el liderazgo de la Asociación Patriótica Cubana, una de las más combativas organizaciones, radicada en Miami, que a través de los años no sólo ha mantenido su dignificante intransigencia contra los que robaron a nuestro pueblo su derecho a vivir con dignidad y ser dueño de su propio destino, sino que sirvió su incansable labor de importante eslabón de confraternidad entre diversas organizaciones del exilio.
En Alpha 66 el dolor es profundo por tan sensible pérdida, y lo es, de manera muy especial, de sus familiares que lo sobreviven, al igual que es bien honda la tristeza entre sus compañeros del Presidio Político Cubano. Con su partida hemos perdido a un amigo ejemplar. Y ha perdido Cuba a un valioso servidor, insustituible en su acerada voluntad para luchar por la felicidad y la paz de su pueblo.
¡Descansa en paz, Agapito querido! ¡Siempre te recordaremos con amor y con admiración, guerrero de la libertad, hermano del alma!
Ernesto Díaz Rodríguez, escritor, poeta, ex preso político Plantado.
Secretario General de Alpha 66
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EPD gran patriota, gran cubano.