Cultura/Educación

Adiós para siempre al Rey

Por Manuel C. Díaz.

El cantante mexicano Vicente Fernández murió ayer domingo a los 81 años, justo el día de la Santísima Virgen de la Guadalupe, después de haber estado ingresado durante cuatro meses en un hospital de Guadalajara, Jalisco.

Desde principios de agosto, cuando fue llevado de urgencia al hospital tras sufrir una caída en su rancho, todo el mundo sabía que ya no sería el mismo y que su fin estaba cerca.

Unas semanas antes, quizás previendo su muerte y a manera de despedida, subió a las redes sociales el siguiente mensaje: “No se rindan ante sus sueños. Dedicarme en esta vida a cantar fue la mejor decisión que pude tomar…Chente sigue siendo el rey”.

Y lo seguirá siendo. Vicente Fernández, como símbolo de la mexicanidad, fue el último de los charros cantores de México, un concepto que nació con Tito Guízar cuando interpretó, en 1936, la película Allá en el rancho grande.

A Guízar le siguió Jorge Negrete, quien con la película Ay Jalisco no te rajes, se estableció como el ídolo indiscutible del género, e inventó un estilo que después sería seguido por otros: galán, justiciero y honesto, pero también como decía el famoso corrido, “borracho, parrandero y jugador”.

Sin embargo, la tradición de los charros cantores, aun después de la muerte de Pedro Infante en 1957, continuó no solo en el cine, sino también en la televisión y los discos. La lista de ellos en aquella época era extensa y prestigiosa: Miguel Aceves Mejías, Antonio Aguilar, Javier Solís, Joan Sebastián y un joven Vicente Fernández, que se fue afincando como el máximo exponente del género.

Cuando muchos años después las rancheras y los corridos parecían desaparecer del mundo del espectáculo y el jaripeo, la cantina y el tequila solo eran un recuerdo en las películas en blanco y negro, Vicente Fernández seguía subiendo a los escenarios enfundando en sus coloridos trajes bordados con botonaduras de plata y su pistola al cinto.

Hoy, no solo México está de luto, sino también otros países de la región donde tanto lo quisieron.

Adiós para siempre al Rey.

Manuel C. Díaz es escritor, crítico de arte y literatura y cronista de viajes.

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