Por el Padre Alberto Reyes Pías, sacerdote cubano.
Evangelio: Juan 10, 1-10.
Todo ser humano busca la vida, no la muerte; quiere la libertad, no la esclavitud. Sin embargo, el camino hacia la vida y la libertad está mediado por el aprendizaje, que es un proceso que no excluye creencias erróneas, pensamientos parcializados, interpretaciones de la realidad permeadas por apegos, por errores, por ignorancia…
Son estos los ladrones de la vida y la libertad que nos meten en los “recintos”, que luego nos condicionan la existencia, contaminando los criterios, las prioridades, las opciones, las decisiones vitales. Son ladrones que nos quitan la alegría de estar “fuera”.
Ante esta realidad, Cristo se nos propone como “la puerta de las ovejas”. Jesús no dice que es la puerta del “recinto”, porque él no tiene nada que ver con las opciones que nos han ido encerrando. Él es “La puerta” hacia la vida y la libertad, aquel cuyo Evangelio permite identificar a los “ladrones” que nos han encerrado y hace posible “salir del recinto”.
Todos tenemos recintos que nos mantienen encerrados, todos. La diferencia no está en tener o no tener recintos sino en ser o no conscientes de nuestros recintos.
Falsas imágenes de Dios, fe por tradición que no se renueva; gustos, deseos, aspiraciones que permitimos que compitan con Dios y nos hacen posponer a Dios; ideologías, resentimientos, la esclavitud del “qué dirán”, la mentira del “así lo hacen todos”, la sujeción al pasado, los “no tengo tiempo para Dios”, el miedo a desentonar con los criterios de este mundo… recintos todos que nos condicionan las opciones y nos sumergen en la esclavitud.
¿Y cómo sabemos que estamos padeciendo la esclavitud del recinto? Porque toda esclavitud amarga, entristece, paraliza, rigidiza, aísla, facilita la ira, problematiza la vida. La esclavitud, como la libertad, tiene sus síntomas.
“Yo soy tu puerta”, dice el Señor, déjate sacar fuera. Cuestiónate, pregúntate, reza, confronta tu vida con otros, date tiempo para determinar si tu vida, más allá de los altibajos normales de la existencia, es un canto a la alegría o es un espectro que arrastra cadenas. Cuestionarse es disponerse a escuchar la voz del pastor que te ofrece la liberación porque ha venido “para que tengas vida, y vida abundante”.
Padre Alberto Reyes Pías nació en Florida, Camagüey. Estudió Psicología Pura en España, antes de entrar al Seminario estudió 3 años de Medicina (en Cuba), lo dejó para entrar en el Seminario. Párroco en Esmeralda, Camagüey.
Excelentes reflexiones!