Medias, EDITO

Cómplices

Por Zoé Valdés/El Debate.

Y se preguntará usted: «¿Tanto julepe por una piñata que ni siquiera se le parece?». Así mismo es, pero ‘el coso de la cosa’, como decimos los habaneros, es la de armar lío, crear por gusto el conflicto con la intención de entretener al personal, mantenerlo aletargado, o pendiente de la primera tontería, qué sé yo, de una marioneta, de cualquier nimiedad que sirva para distraer del verdadero propósito: acabar con España.
En Cuba, y perdonen que les imponga de nuevo mi letanía individual, empezaron por prohibir en la televisión los dibujos animados americanos, para enseguida imponernos los ‘desanimados’ muñequitos soviéticos. Recuerdo que a un gran cómico lo amonestaron duramente, e inclusive, llegaron a expulsarlo temporalmente de su trabajo, por decirle en vivo, a quien hacía de su nieto en un sketch, aquel bocadillo que se hizo célebre: «Tranquilízate, niño, ¡mira que te voy a castigar con los muñequitos de palo rusos!». El jaleo político que se armó fue tremendo, por nada fusilan al cómico, al niño que hacía de su nieto, y al programador de la emisión. Fusilar se convirtió en el remedio de moda, sustento esencial de los convertidos de revolucionarios a verdugos. También es verdad que el que hiciera el más mínimo movimiento en la dirección inadecuada corría el riesgo de que le «dieran palito», que lo pararan contra un palo y le dispararan a la frente y al corazón.
¿Alguien salió entonces en defensa de aquellos? Nadie, tampoco los periodistas oficialistas, esos menos que menos, esos quedaron agazapados en el más abominable de los silencios; y ahí siguen, hechos unos olvidados cagurrientos, que mendigan a través de las redes sociales un poco de euros o dólares para poder llevarse al estómago algo que comer. ¿Arrepentidos? No creo. Ni uno salió en defensa entonces de sus compañeros, ni uno escribió en contra de las persecuciones, de las injusticias; con el tiempo sólo unos cuantos se convirtieron en activistas de la prensa independiente, cuando advirtieron, los muy pícaros, que servir de críticos con los límites que les impone el régimen, o sea, semiautorizados, les proporcionaba «fulas», billeticos verdes, que así le llamaban en los noventa a los dólares, porque de ser el dólar la moneda «fulastre» del enemigo, de súbito le tomaron apego, y hasta le encariñaron el nombre, achicándoselo al de «fulas».
He seguido noche a noche los acontecimientos en Ferraz, he estado allí cuando he podido, junto a los manifestantes. ¿Pensé con anterioridad que semejante nivel de represión ocurriría en España? No, de ninguna manera; pero sí sabía, porque quien ha vivido bajo el comunismo eso lo huele al instante, vamos, se percibe en un olfatear, que si el comunismo tomaba las riendas en España, sería de lo peor, como ya lo fue en el pasado y vuelve a serlo ahora. Sin embargo, no me esperaba el silencio cómplice por parte de la prensa española, por muy de izquierdas que anhelara percibirse…
Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.
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