Por Minervo L. Chil Siret.
El 11 de julio algo cambió en nuestra Patria. Ya Cuba no es ni volverá a ser la misma. Los cubanos, y especialmente los más jóvenes, se probaron y se descubrieron a sí mismos. Descubrieron que aquello de “no se puede hacer nada” no es más que un mito, y como todo mito, falso. Descubrieron la fuerza de su voz. Y descubrieron el valor de esas voces unidas por un mismo anhelo de libertad.
Y frente a estos acontecimientos, el régimen castrista, predeciblemente, se repite a sí mismo. Y es que viven en otra dimensión, en un mundo paralelo. Sus ansias de poder totalitario son insaciables. Su arrogancia los ciega. Su prepotencia no les permite escuchar a nadie más que a sí mismos. Y no han entendido absolutamente nada.
Una vez más, repiten las mismas recetas fracasadas de siempre, que las disfrazan y las reciclan como novedosas. Einstein definía la locura como pretender obtener resultados diferentes haciendo siempre exactamente lo mismo.
La dictadura totalitaria cubana sigue tratando a los cubanos como disminuidos mentales o como niños. Por eso este régimen, inepto por demás, vuelve con la misma fórmula, que yo denomino CCCP. Y para los más entrados en años, no, no me estoy refiriendo a la antigua URSS. Esas letras significan Chambelona, Castigo, Coco y Promesas. Me explico a continuación.
La Chambelona
La solución por excelencia de los padres cuando el niño llora para que se calle. En este caso, el anuncio de algunas medidas, como el levantamiento temporal de ciertas retricciones. Con esto solo busca que terminen las protestas. Algunos ingenuos ya van diciendo que la dictadura ha cedido. La dictadura no ha cedido absolutamente nada. La dictadura busca que el pueblo ceda en sus demandas de libertad, que es diferente.
Pero además, las medidas anunciadas demuestran que el principal obstáculo para el bienestar de la población no está en el exterior sino que radica en el propio régimen. Que todo lo que habían negado, y hasta de lo que se burlaban, era cierto. Y el hecho de que decreten estas medidas sólo de manera excepcional y temporalmente, nos dice que solo buscan aplacar los ánimos y ganar tiempo. No están pensando en el bienestar y los intereses del pueblo, sino en los suyos propios.
El Castigo
La única respuesta que sabe dar la dictadura a los justos reclamos del pueblo es la más brutal represión. Los métodos aplicados no son ciertamente nuevos en ellos. La gran diferencia con otras ocasiones anteriores ha sido que no fue un evento focalizado en un solo pueblo o ciudad, sino que se extendió, como efecto dominó, prácticamente por todo el país. Eso los aterró y los llevó a ser todavía más violentos y criminales en su accionar represivo, disparando incluso a los manifestantes, causando muertos y un número indeterminado de heridos. Y se vieron forzados, por primera vez, a sacar a sus tropas antimotines con toda su indumentaria, algo realmente no visto con anterioridad.
Además, en otras épocas, por el dominio total de los medios de comunicación y la férrea censura impuesta, lograban ocultar a la opinión pública este tipo de hechos. Pero la llegada de internet y las redes sociales ha impedido que pudieran ocultarlo en esta ocasión. Por eso una de sus primeras medidas fue incomunicar al país cortando el acceso a internet y las redes sociales. Además de lanzar y difundir con su ejército cibernético, conocido popularmente como ciberclarias, una serie de noticias falsas para después tratar de desacreditar a quienes se hicieran eco de ellas e intentar restar credibilidad a las verdaderas imágenes de las manifestaciones y de la violenta represión desatada.
El Coco
Cuando eramos niños, nos decían que si nos portábamos mal, vendría el Coco y nos llevaría e impondría castigos terribles. De igual forma el régimen siempre está intentando meter miedo a los ciudadanos. Ya desde la televisión nacional se ha anunciado que se están preparando juicios sumarísimos ejemplarizantes contra manifestantes, para dar un escarmiento y que nadie más se atreva a intentarlo otra vez.
Las Promesas (o el cuento de la buena pipa)
Siempre la misma historia, la misma propaganda ideológica y las mismas promesas vacías, repetidas hasta el cansancio una, otra y otra vez. Y así llevamos ya varias generaciones de cubanos, escuchando que ahora sí vamos a rectificar, que ahora sí vamos a progresar y prosperar, pero nunca llegan ni las rectificaciones ni el progreso ni la prosperidad. Por el contrario, todo se deteriora y empeora aún más.
El régimen cubano no tiene nada que ofrecer al pueblo excepto algunas migajas, represión, escarmiento y propaganda ideológica. Pero el pueblo ha mostrado que ya se cansó de estar cansado y que no está dispuesto a seguir aceptando que se le ningunee y se le trate de tonto. El espíritu indomable de nuestros mambises ha resucitado.
Bien que lo profetizó el fundador del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá Sardiñas, asesinado extrajudicialmente junto al joven Harold Cepero Escalante, por esbirros de la dictadura el 22 de julio de 2012. “No debe haber ansiedad para sacar al pueblo de Cuba a las calles mediante Internet, Facebook y los blogs desde fuera del país… En esta cultura del miedo nadie saca a las calles al pueblo de Cuba para protestar, por muchas arengas que se emitan. Pero ¡cuidado!, no termina aquí la historia: El día, próximo, que los cubanos, rompiendo sus cadenas, salgan por sí mismos a las calles para reclamar sus derechos y conquistar su libertad, nadie les meterá nuevamente en sus casas, porque no regresarán, los que vivan, hasta que puedan decir a sus viejos y a sus niños: ¡hemos triunfado, ya somos libres!”
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