Por Carlos Carballido.
Asqueados de tanta basura ideológica que nos vende Netflix, encontrarse con películas como Nomadland, estrenada en septiembre 2020, es una especie de bendición para la sensibilidad y una manera de aprender que la vida da giros tan inesperados que pueden hacer del ser humano un nómada, pero he ahí su enseñanza: Sobrevivir es siempre la meta sin que perdamos nuestra esencia por muy mal que nos trate la vida.
Sin ánimos de ser spoiler, el film describe a una mujer llamada Fern (interpretada por ese monstruo de la actuación, Frances McDormand) que después de perderlo todo durante la recesión del gobierno de Barack Obama, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como nómada dentro de su propia furgoneta, la que tuvo que adaptar para semejante aventura. McDormand, de las pocas actrices con la triple corona de los Oscar, y con un rostro realmente alejado de las reglas hollywoodenses, le imprime a su personaje una rara mezcla de dolor y melancolía que al final es un retrato cargado de entereza moral y bondad que nunca se quiebran a pesar de que la edad y la desesperanza conspiran contra ella.
Con un presupuesto relativamente bajo, Nomadland está estructurada sobre la metodología del cine independiente y narrada en un estilo documental que al final no llega a serlo del todo porque la imagen, la fotografía y el ritmo, aunque hacen sus guiños, nunca llega a aburrir y queda en el espectador ese deseo de al menos poder ver un final no tan dramático ni triste.
Uno de los peores problemas que tiene hoy el mundo del entretenimiento es la asquerosa e ideologizada agenda política de las propuestas cinematográficas que, a fuerzas, tienen que llevar, equilibrio racial (por no decir superioridad negra), diversidad sexual y estereotipación de la moral conservadora. Nomadland en cambio, rompe con todo lo anterior para centrarse en el verdadero drama de la realidad que sufren millones de norteamericanos que se ven obligados a vivir rodando de un lugar a otro en el desierto del oeste , en sus furgonetas o trilers y acampando en lugares donde se les permiten estar pequeñas temporadas para descansar, lavar su ropa y esperar a que llegue el fin de mes para recibir sus escasas y ridículas pensiones luego de casi medio siglo de trabajo para que una sociedad siga premiando a los que viven del gobierno.
La cinta es dirigida por la sinoestadounidense Chloé Zhao que siempre enfoca su trabajo en temas más apegados a la situaciones extremas en esos sectores de la población de los cuales casi todo el mundo se olvida. Anteriormente debutó con Songs My Brothers Taught Me (2015), un drama sobre la vida de los nativos americanos modernos y The Rider (2017) que se enfoca en la pobreza de las familias del Oeste americano con muy pocas posibilidades de prosperidad.
Uno de los grandes aciertos del film es que su guión está basado en el libro <<Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century>> escrito por Jessica Bruder, en el que se narra con extremada objetividad lo que significó la crisis económica que se extendió con el gobierno de Barack Obama y como ciudades e industrias que daban una vida decente a esa América Profunda y Rural, fueron literalmente desaparecidas debido a la crisis pero sobre todo a la migración de los trabajos hacia China y otros países de mano de obra barata. En la novela de Bruder, que da alma a esta película, se describe con mayor fuerza la expansión de monopolios empresariales como Amazon hacia esas comunidades que si bien representan una fuente de empleo casi única, termina siendo un sistema de esclavitud moderna por sus bajos salarios y por el contenido cíclico y tedioso de su actividad laboral en la que es absolutamente insensible con las personas de mayor edad. En Nomadland su directora y guionista quizás no quiso ir tan abiertamente lejos, pero hace ciertos guiños con planos generales que pueden darnos una idea por tener esa similitud con Tiempos Modernos, de Charles Chaplin y en más de un diálogo tiene la valentía de mencionar a un gobierno que sumió a EE UU en la peor crisis de este siglo.
La crítica ha sido muy favorable con esta cinta de 108 minutos, que ha ganado varios premios internacionales. Sin embargo, en los circuitos comerciales estadounidenses ha pasado sin penas ni gloria porque cuenta una historia real, sin heroicidades, pero que de principio a fin es una indagación profunda, pacientemente investigada, sobre el creciente número de estadounidenses para quienes una existencia estable es inasequible e inimaginable. Y en este punto es donde se encuentra el mayor mérito. Los estadounidenses mayores y desplazados de sus trabajos bien por edad o por enfermedad o por despidos, no siempre terminan en las esquinas pidiendo limosnas. Quienes lo hacen son los menos. La mayoría se resisten a ello y luchan contra toda adversidad asumiendo la vida del nómada que solo tiene como compañeros la soledad de la carretera y su propio vehículo para vivir en él. Demuestran su solidaridad entre ellos, su disposición a ayudarse y compartir sus pocas pertenencias y hasta sus propias frustraciones sin perder la dignidad.
Nomadland no es precisamente una película contestataria. Es descriptiva y violentamente triste que narra como Occidente está muriéndose poco a poco fagocitando a esos seres humanos que entran en la ancianidad y se les priva de una vida tranquila y decente. El personaje de Fern es al final esa enseñanza que hay que seguir porque el camino jamás termina.
Ficha Técnica
Dirección: Chloé Zhao
Producción: Frances McDormand, Peter Spears, Mollye Asher, Dan Janvey, Chloé Zhao
Guion: Chloé Zhao
Basada en Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century de Jessica Bruder
Música: Ludovico Einaudi
Montaje: Chloé Zhao
Protagonistas: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Charlene Swankie.
Carlos Carballido es periodista, webmaster y Vicedirector de Zoe Post.
Gracias por la crítica. Buscaré la película.