Por Ray Luna.
En tiempos de guerra la mecánica de la propaganda y el sensacionalismo funciona de manera totalmente predecible. Por desgracia, muchos se dejan llevar (en detrimento de su propia prognosis). Incluso, aquellos quienes militan en la derecha y se toman a sí mismos por personas de carácter.
En tiempos de guerra la gente siente la necesidad de tomar partido por uno de los bandos, de tener una posición en lo tocante al “interés nacional” y la protección del suelo patrio. Es más, hay quien querrá opinar hasta de cómo la guerra aliviana las pasiones de los pueblos.
En tiempos de guerra, quienes profesan un mismo credo, ideología y visión se dividen en bandos —bien distintos— y pelean entre sí. Justo como sucedió durante la Primera Guerra Mundial, cuando los socialistas del mundo —proponentes del internacionalismo— terminaron defendiendo sus propios países.
En estos tiempos de guerra, la derecha universal se divide en dos bandos: 1) quienes quieren acabar con la OTAN y las élites profesionales que gobiernan los Estados Unidos (objetivo que comparten con Rusia y causa por la que esta parte de la derecha se ha alineado con Putin en su empresa militarista); 2) los nacionalistas europeos y conservadores estadounidenses que discrepan —de buen grado— con los primeros.
(Esto es algo de lo que la élite dirigente del estado ruso, con Putin a la cabeza, está bien enterada.)
Voy a tratar de explicar por qué está camarilla sabía de antemano que contaría con el apoyo de amplios sectores de la derecha en Occidente cuando se decidió a “tirar los tanques” contra el pueblo ucraniano. Voy a tratar de explicarlo desde un punto de vista meramente ideológico.
Existe un sector de la derecha mundial que no ve a Europa Occidental como un grupo de países soberanos, sino como un conglomerado humano que ha estado viviendo bajo el vasallaje estadounidense por más de setenta años; ven países que han sido forzados a reemplazar su población.
No sólo en España, también el candidato presidencial francés, Zemmour, se opone a lo que, con toda razón, llama Grand Remplacement.
Ni siquiera los soviéticos, que fueron brutales, saquearon, fusilaron, e hicieron muchas cosas horrendas, se atrevieron a reemplazar a la gente de Europa del Este. Los soviéticos fueron, como dijera Ludwig von Mises, los maestros de los Nazis en el negocio del exterminio masivo y el triunfo del totalitarismo en Europa:
La libertad implica el derecho a elegir entre el asentimiento y el disenso. Pero en neolengua significa el deber de asentir incondicionalmente y la prohibición estricta de disentir. Esta inversión de la connotación tradicional de todas las palabras de la terminología política no es simplemente una peculiaridad del lenguaje de los comunistas rusos y sus discípulos fascistas y nazis.
Discípulos no está en cursivas por mera casualidad. No en balde el líder nacionalista, Bandera, se alió con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial para vengar los millones de ucranianos que Stalin mató de hambre. Esto no sucedió nada más en Ucrania, en Bélgica surgió León Degrelle, que sería el equivalente de Bandera en ese país. Esto tiene sus justificaciones históricas. Me refiero a añejos resquemores, por supuesto.
Las dos grandes potencias totalitarias de Europa se estaban enfrentando entre sí, había que tomar partido. Pero cualquiera que haya leído el libro de Tucídides sobre la historia de la verdadera Primera Guerra Mundial sabe perfectamente que estas y otras alianzas mucho más extrañas son posibles, en tiempos de guerra.
Un amplio sector nacionalista europeo piensa, como yo mismo he mencionado en alguna ocasión, que Estados Unidos no fue a liberar a Europa, sino a conquistarla. Es, de hecho, comprensible que un amplio sector de la derecha ucraniana sienta simpatía por el fascismo; no sólo por razones, otra vez, “históricas”, más bien porque reconocen la debilidad de la democracia ucraniana (un sistema deliberante y, por ende, lento en la toma de decisiones) frente al fascismo ruso (dirigido por quien, con justeza, muchos llaman “Putler”). Aunque tampoco ven con buenos ojos a la OTAN, por ser una organización igualmente expansionista.
De otra parte, los medios de los países vecinos de Ucrania, que dan refugio, preferentemente, a mujeres y niños ucranianos, han sido acusados de ser racistas por el simple hecho de inferir en sus declaraciones que existe una mayor afinidad cultural con los ucranianos que con los refugiados sirios o afganos. ¿A quién le conviene esto? ¿A Rusia? ¿A los globalistas? La respuesta es a ambos, aunque por diferentes razones.
El método de reemplazar naciones en sus propias tierras, sirve para introducir el tribalismo y el odio racial. Los demócratas norteamericanos, pongo por caso, tienen la falsa creencia de que alterando radicalmente la demografía de su país se beneficiarán.
No se trata de teorías ni conspiraciones, simplemente es el cruel método de gobierno que la pandilla globalista —que ha derrocado el gobierno legítimo de Donald J. Trump en los Estados Unidos, donde, soy testigo, lo están usando contra su propia gente— desea imponer sobre toda la tierra. A este método de control debemos añadir ahora otro todavía más peligroso: el movimiento transexual, que avanza rápidamente sobre Occidente para otorgar al estado la capacidad de reclamar la propiedad de los niños y castrar a los muchachos sin el consentimiento de sus padres, lo que ya ha comenzado en Cuba con la introducción del nuevo Código de las familias. (Aunque sospecho que a un ritmo más acelerado.)
Todos en la derecha saben que Putin es un corrupto, un ególatra que persigue sus propios intereses y nada más, pero mientras sea el único que oponga resistencia a esta oligarquía, que controla a los gobiernos occidentales, muchos lo apoyarán porque estos métodos de control no fueron ni son empleados por los rusos.
El caso ucraniano es muy interesante, porque los separatistas creen que este lugar se está utilizando como una base de operaciones para esa oligarquía, pues desde allí pueden lavar su dinero y desarrollar labores de inteligencia, como el Russia hoax y el ataque de falsa bandera al Congreso el pasado 6 de enero. Lo curioso es que hay grupos filonazis, como el Batallón Azov, que pelean defendiendo al gobierno de Ucrania, cuando en realidad, según esto, deberían aliarse al gobierno de Putin —de corte fascista—, quien parece no tener ni las intenciones ni la capacidad de ocupar Ucrania. Aunque es algo que, francamente, nadie puede asegurarnos. Los objetivos de Putin son los de gran parte de la derecha ucraniana, privar a la oligarquía de Davos de esta base de operaciones eurasiática.
Para entender bien lo que está sucediendo no podemos estrechar nuestra mirada. Hay un resurgimiento del autoritarismo en el mundo, precisamente, porque las democracias occidentales se han vuelto totalitarias y quieren imponer su credo universalista sobre el mundo entero. Un ejemplo de lo que vengo diciendo podría verse claramente en la labor que lleva a cabo Wirathu en Burma o las RSS en la India.
Por este motivo hay quienes —en la derecha— apoyan el ataque contra Ucrania, porque se han visto despojados de sus vidas, propiedades y mujeres por una pandilla que pretende gobernar el “globo” creando una fuerte interdependencia económica entre absolutamente TODOS los países del mundo.
Una parte muy amplia de la derecha está viendo cómo, ahora mismo, no mañana ni pasado, y ante sus propias narices, de manera brutal y directa, y no por Putin, se les están espoliando una por una todas sus libertades. Hay quienes en la derecha creen —ingenuamente o no— que Putin está tratando de detener este proceso de globalización y se preguntan cómo es posible que la derecha nacionalista ucraniana pueda, por puro reflejo, continuar peleando por Zelensky, a quien, sobra decirlo, consideran un títere de Washington y Davos.
(Quizá sólo se deba a la rivalidad entre Sergey “Malyuta” Korotkikh y Ramzan Kadyrov. ¡Sepa Dios!)
El conflicto Rusia/Ucrania ha puesto a cavilar a gran parte de la derecha europea que, al igual que los socialistas de principios del siglo pasado, calcula si defender su patria una vez percatados de que sus sus gobiernos e instituciones han sido subvertidos y son utilizados en su contra.
Si, por un lado, los nacionalistas ucranianos se sienten disgustados por el hecho de que las tropas rusas estén pisoteando su sagrado suelo patrio, lo que es absolutamente comprensible. Por el otro, parecen estar de acuerdo con que las tropas de la OTAN y el gobierno de Volodymyr Zelensky —supuestamente utilizado por el senil también presidente-títere de los Estados Unidos o quienes estén detrás suyo—, se apropien de su país. Esta es la pregunta que se hacen todos los anons en las redes sociales.
He estado midiendo el pulso a la derecha internacional, especialmente en Twitter, y el consenso parece ser el siguiente: si los nacionalistas ucranianos derrocaran a Zelensky (según esto, su presidente títere) y se declararan un estado libre europeo que, dado el caso, se oponga tanto a Rusia como a Estados Unidos, no nada más estarían en lo correcto, de hecho, todos ellos irían a pelear del lado ucraniano y podrían reunirse miles de voluntarios. Pero tal como están las cosas, se cree que el sentido del honor de la derecha ucraniana está siendo subvertido por “payasos transexuales”.
La opinión común entre los militantes de la derecha internacional es que ni Zelensky ni Estados Unidos ayudarán a los nacionalistas ucranianos, pero sí quieren que mueran ostentosamente para poder exhibir sus cadáveres en la televisión y los medios en manos del globalismo por toda Europa y así animar las pasiones contra Putin, a quien odian profundamente, no porque esté oprimiéndolos, sino porque no han podido hacer con Rusia lo mismo que han hecho con, por ejemplo, Alemania o Bélgica.
Otra de las opiniones que he venido registrando a lo largo de este conflicto consiste en que los países de Europa del Este no podrán resistir a Rusia y la podredumbre globalista al mismo tiempo. Se cree que dentro de una década las élites, los medios, los servicios de seguridad estarán copados y en ese punto esa parte importante del continente se encontrará en la misma situación en la que están hoy los camioneros canadienses. También, que falta poco para que los gobiernos títeres abran las compuertas para inundar el lugar con africanos mientras sus ciudadanos son castrados e hipnotizados, políticamente; convertidos en extranjeros y presa de extranjeros en su propia tierra.
El que todo esto se pueda lograr en tan sólo un par de elecciones, asusta a cualquiera. Esto no es una exageración, hay alcaldes africanos en España y musulmanes en Londres.
No cabe duda de que la derecha internacional se halla ante una disyuntiva ciertamente compleja. Pues, no es menos cierto que el odio y el rencor que sus mayores heredaron a las generaciones más jóvenes de Europa del Este será utilizado para hipnotizarlos por un enemigo mucho más peligroso que —hay evidencia regada por todas partes— ya ha penetrado y subvertido los gobiernos y la cultura europeos. La gravedad del asunto radica en que los globalistas no solamente buscan adueñarse de ese territorio o acceder a nuevos mercados, sino más bien pretenden adueñarse de todo, desaparecer el sistema de propiedad privada, deconstruir a las mujeres y, en fin, acabar con todas las libertades.
Hay incluso quienes juran que el despotismo que los globalistas son capaces de imponer va mucho más allá de cualquier cosa que haya hecho Rusia. Algunos sugieren voltear a ver lo que está haciendo Mongolia, que se enfrenta a China y Rusia mientras intenta volverse un país fuerte. O trabajar como lo hacen Finlandia y sus vecinos, quienes han formado pactos. Tal parece que la derecha está dispuesta a hacer un pacto con cualquiera con tal de no caer en las manos de la cábala de Davos. Se dice que “al menos Putin alega ser cristiano, pro familia, pro europeo, admite que Rusia ha cometido abusos en el pasado y no planea cometer los errores de la URSS”, aunque es difícil de creer, a juzgar por lo que está pasando en las zonas ocupadas de Ucrania.
Ray Luna es filólogo y bloguero reaccionario.
Nota: La Fundadora y Directora general de ZoePost, Zoé Valdés, publica este artículo pese a que está en desacuerdo con algunas de sus partes, pero también es una defensora de la libertad de expresión, y cree necesario abrir el debate. Es la razón por la que decide su publicación y seguramente, y ojalá, haya polémica.
Todo muy bien, a tramos, y muy mal también. La utilización del tuit y la foto de Santiago Abascal, presidente de VOX, España, para ilustrar la tesis del autor peca de todo: maniquea, manipuladora, inductora a la mentira, por dos razones principales en este caso en particular: Por un lado, VOX es el único partido español que ha expresado abiertamente su posición contraria a esta guerra/invasión, y a Putin, con claridad pristina, desde el día cero. Por otro lado ese tuit se refiere a otra cosa, problema, situación, inmigración, que nada tiene que ver con este conflicto. Ese tuit es sobre la inmigración ilegal descontrolada hacia España de personas provenientes del norte de África. Realmente una jugada semiótica bastante sucia incluirlo en este artículo. ¿Del resto? Pues resulta hasta simpático como alguien se autoatribuye la voz y la verdad sobre qué piensan “las derechas”, sin que exista un canal, simposio, convención, a través de los cuales “las derechas” hayan expresado su opinión respecto a este tema. “Una golondrina, no hace primavera”, tampoco uno, dos, diez, ni veinte artículos -u opiniones-, de gente de derecha, son suficientes para condensar de manera homogénea el pensamiento de la derecha a este respecto.
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Leo con asiduidad y placer intelectual a Ray. Pero en este caso, creo que a partir de premisas reales arriba a conclusiones no sólo falsas sino absolutistas. Comentar algo sobre el origen del conflicto actual en Ucrania y no mencionar siquiera el Holodomor y el Tratado de Entrega de Armas Nucleares de 1994, no es sostenible.
Si la Derecha internacional se haya en una disyuntiva, posiblemente sea porque todavía queda en la Derecha internacional quien piense de manera independiente, algo que en la Izquierda internacional es totalmente desconocido. El caso de Ucrania no es ni blanco ni negro, por eso cuesta tanto trabajo tomar una posición única. Entre la corrupción de los sucesivos gobiernos ucranianos, hasta los gobiernos ucranianos bombardeando a sus propios ciudadanos en las zonas pro-rusas del Este, el uso de tropas totalmente fascistas contra sus propios ciudadanos, el hecho de que el héroe de los nacionalistas sea un personaje como Stepan Bandera, un nazi que masacró a su propia población, hace que a mucha gente le cueste trabajo considerar que hay una “causa buena” y una “causa mala” aquí. Que la población es la que sufre, es cierto. Que la población llevaba sufriendo desde que los nacionalistas ucranianos están en el poder es lo que no se dice. Es muy fácil echarle la culpa a Putin y agitar el espantajo del comunismo, como si Putin fuera comunista, que es ya lo último de lo último.
Querido Alejandro, el tema del Holodomor, tan de moda ahora, está imbricado en un enlace donde dice EXTERMINIO MASIVO.
Por cierto, hay una película en Hulu acerca del tema q me parece puede recomendarse MR. JONES . Allí se evidencia un hecho q no es muy conocido y es q George Orwell era filocomunista y no creía lo q Stalin estaba haciendo en Ucrania.
Hola, Ray. ¿Es una película de ficción o un documental? ¿Basada en qué libro si es que lo estuviera? ¿De Hollywood? Diré algo: lo que estoy viendo ahora mismo en Ucrania es un genocidio. El que no lo quiera ver, pues sí, es muy lamentable. Blanquear a Putin por antiglobalista, ja. Putin es el más globalista de todos.
Y desde cuando existe una derecha internacional o tanto menos global?? siempre te he leido con placer pero pero creo que esta vez los puntos (no todos)estan fuera de contexto, la derecha que existe en casi todos los paises occidentales es una derecha moderna y sin apellidos, que entiendo con esto? que esta derecha ha roto completamente con un pasado nazista y fascista por eso no se le puede poner apellido de “extrema” “filo” esto o aquello porque tambien los de derecha tenemos derecho a existir luego de que en todo el contexto el articulo aparte de largo me ha parecido demasiado izquierdoso del tipo izquierda caviar o de aquella intelectual que es mas pseudo para poder sobrevivir (sin que nadie se sienta ofendido) ademas de poco equilibrado porque es sabido que la izquierda de siempre te anula e ningunea y en ocasiones de borra del mapa si no te encuadras en su agenda sorry esta es mi opinion
Aquí te dejo el enlace del trailer. La peli está en HULU
https://youtu.be/-o7VoM1jlOs
Gracias a todos por sus comentarios. Les ruego, no obstante, que lean entre líneas porq yo tengo de izquierdista tengo lo que Biden de honrado. 😎🔥🔥🔥
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