Por Ray Luna.
¿Por qué ahora?
Sucede que el castrismo ha alcanzado un alto grado de obsolescencia; ya no es capaz de moverse más hacia la izquierda. Esto es, una vez que se estatiza TODA la propiedad y se destruyen TODAS las instituciones subsidiarias que median entre el estado y el individuo —la familia incluida—, ya no es posible continuar moviéndose más hacia la izquierda. Es uno de los principales defectos ideológicos de las revoluciones comunistas.
(La democracia, que es sólo otra forma del socialismo y que gracias a su modelo deliberativo permite la introducción de nuevas contradicciones ideológicas (con el objeto de mantener a la gente votando), en cambio, empuja a la sociedad —lenta pero perennemente— más y más hacia la izquierda.)
Por supuesto, los ideólogos del PCC han previsto todo esto y tomado precauciones desde hace muchísimos años. La estrategia para lidiar con este momento es exactamente la misma que se llevó a cabo durante los años previos a y primeros de la Revolución. En abril del año pasado, escribí para este periódico un texto en donde expliqué estas cosas:
La revolución de Fidel Castro (y su cáfila de inadaptados) triunfó por estar fundada en una promesa de estatus más alto para mucha gente que, en el fondo, sabía que no lo merecía. Es una cuestión de biología muy básica. La igualdad es una quimera. Las personas son diferentes. La gente más inteligente, atractiva, astuta y popular constituye una minoría en toda sociedad natural. Siendo generosos, podría decirse que en todas las sociedades humanas el 20% de las personas tienen un estatus alto y todos los demás tienen que conformarse con su inferioridad de por vida. Así es como funciona.
Como en la Rusia de Lenin, en la Cuba de 1959, cuando Castro se entronizaba, si tenías un poco de ascendencia industrial, terrateniente o pertenecías a la clase media, no eras confiable. ¿Por qué? Porque sólo se podía confiar en la lealtad de los campesinos y los trabajadores. La gente rica, o las personas con los rasgos innatos que llevan a ser rico, siempre tendrán un estatus en cualquier sociedad natural. Siempre les irá bien. Por eso no se puede confiar en ellos. En todo caso, preferirán tener más libertad para realizar sus talentos. Sin embargo, la gente de origen campesino y proletario [devenida hoy parte de las clases dirigentes] sabe perfectamente bien que todo lo que tiene se lo dio el partido. Por eso mis abuelos —y tal vez los tuyos— fueron leales a Castro hasta la muerte. Por eso hay mucha gente leal a la revolución aún, porque saben que si el castrismo cae, su estatus caerá tan rápido como una roca en un pozo.
Para renovarse y remontar esta crisis psicoárquica, el castrismo necesita formar una nueva casta, otorgar estatus a cambio de lealtad. Esta es la razón por la que Mariela Castro se interesó en el transgenerismo en primer lugar. Este es el motivo por el que la nueva izquierda cubana se interesa tanto en el Movimiento San Isidro. La idea es otorgar estatus a las mujeres, los homosexuales, los musulmanes, los negros, los ex convictos y los transexuales. Incluso, a la gente gorda o con discapacidad.
No obstante que es como hacer un pacto con el diablo, cuanto más naturalmente repulsivo es alguien, más valioso es para el castrismo, puesto que su lealtad será mucho más fuerte.
La introducción del Nuevo Código de las Familias busca conseguir la lealtad incondicional de la pandilla del alfabeto. La lucha por la legalización del matrimonio homosexual es uno de los frentes de batalla de la izquierda mundial y cae dentro de lo que se conoce en Occidente como Woke Culture.La palabra woke viene del inglés. Es un tiempo verbal gramaticalmente incorrecto que quiere significar “despierto” (awake).
El wokerismo es el zeitgeist actual; los jóvenes que acaban de descubrir alguna “verdad” progresista sobre la sociedad o la opresión y se preocupan por el estatus de las personas “marginadas”, y se sienten obligados a tratarlos como si fueran especiales, son woke. En una nuez, si defiendes las minorías, el derecho al aborto, la igualdad sexual, si quieres todo gratis y crees que hay más de dos géneros o en el calentamiento global, si crees que la sociedad se divide entre opresores y oprimidos, si defiendes la corrección política y el lenguaje inclusivo, lamento informarte que eres muy pero muy woke. (Claro está, en la derecha usamos este término de manera despectiva y burlona.)
Por desgracia, la gran mayoría de los disidentes cubanos son woke (i.e. son progres) y están completa o parcialmente a favor de esta nueva estratagema ideológico-jurídica del castrismo. Personalidades como Yoani Sánchez, Tania Bruguera, Luis Manuel Otero Alcántara y Yunior García son woke, por ejemplo. (Inclusive, Alexander Otaola, que hoy parece inclinarse a la derecha al oponerse a esta iniciativa castrista, no logra sacudirse aún muchas de las actitudes descritas arriba.) La fotografía de arriba pudiera parecer una contradicción, la alianza entre una joven activista woke y otra católica; pero no, ello sólo prueba que el anticastrismo es básicamente un movimiento de izquierdas.
Ahora bien, la promoción de estas leyes significa que el castrismo se está apropiando la cultura woke con el objeto de conseguir la lealtad que su eficiente capacidad de producir miseria, por otra parte, le roba.
Cómo inmunizar a tus hijos contra el wokerismo
Fidel Castro se encargó muy bien de aniquilar la institución más reaccionaria de todas: la familia, cuya estructura constituye básicamente una monarquía. Una estructura que funciona a base de lealtad. Una institución patriarcal —oscura e irracional— que se pierde en el tiempo y contra la que ha atentado el progresismo desde sus meros inicios. En otro momento ahondaré sobre este asunto.
Expoliar la lealtad de los hijos hacia sus padres es la tarea fundamental del estado moderno, ora democrático, ora autoritario. La idea es trasladar, mediante la educación pública y obligatoria, esa lealtad hacia el estado y, por ende, hacia sus dirigentes.
Castro explotó a tus hijos mediante el trabajo esclavo (magisterial, agrícola, etc.) por años y se otorgó a sí mismo hasta el poder de quintarlos. De modo que la propiedad de los hijos pasó a manos del estado desde el día uno. Así que es muy tarde para preocuparte por la existencia de una institución jurídica como la patria potestas.
Para proteger a tus hijos contra las ideologías de género (y contra el wokerismo en general), un producto traído al mercado de la política por los revisionistas del marxismo durante el siglo pasado, lo ideal sería que construyeras un búnker veinte varas bajo tierra con paredes de concreto a prueba de WiFi o te fueras a vivir a un bosque —como en Chocky— y llenaras la habitación con libros para colorear, plastilina, libros de cuentos tradicionales, de ciencia y de filosofía clásica, películas de Disney de antes de 1991 y cosas por el estilo. Quizá deberías decirle a todo el mundo que te mudaste a otra provincia y mantenerlos aislados de la sociedad hasta que cumplan la mayoría de edad.
Infortunadamente, no puedes mudarte al polo norte, así que protégelos, principalmente, de los algoritmos de las redes sociales, son woke. ¿No has visto videos de niños pequeños perreando?
Tienes que hacer que tus hijos sean unos indeseables, que la maestra tenga que dejarlos por incorregibles. Blíndalos contra los maestros porque son, en esencia, depredadores de la izquierda. Moldea sus jóvenes cerebros de tal manera que ni bajo amenaza de muerte, tus niños cambien de parecer.
Enséñales biología básica. Muéstrales que los perritos y los gatitos tienen sexo masculino y femenino, justo como mamá y papá. Hazlo así porque la furia doctrinaria de la izquierda no la para nadie.
“Los niños son la esperanza del mundo”, pero tú eres la única esperanza de tus hijos. Si te los van a quitar, al menos inféctalos con el virus de la verdad. Mándaselos enfermos de realidad.
Bajo ningún concepto permitas que tus niños tengan una noción neutral del género. Viste al niño como si fuera un caballero y a la niña como toda una dama. Si tu hijo te pide que lo vistas de niña porque en su escuela hay niños vestidos de niña, dile que no con firmeza. Dile que los niños no usan vestidos y cámbialo de escuela. Si a tus hijos les enseñan en la escuela qué hay más de dos géneros, llévalos a ver cómo el Firuláis monta a la Chuli en medio de la calle mientras tu vecina se descuida recogiendo la ropa en la azotea.
Si tienes hijos adolescentes enséñales que el aborto es un asesinato como si contaras una película de terror. En la escuela le van a decir que el aborto es sinónimo de libertad y justicia. Muéstrales fotos de fetos muertos si es necesario para que queden traumatizados para toda la vida. El aborto es el mejor anzuelo que posee la izquierda, si lo muerde, morará por siempre en lado oscuro.
Pregúntales qué hubiera pasado si hubieses abortado sus hermanitos. Cuéntales la historia de la mujer que tuvo un aborto y nueve meses después parió al otro gemelo. Léele el informe del doctor Oscar Elías Biscet. Diles que tu dermatólogo optó por esa especialidad cuando vio cómo le introdujeron un tubo en la vagina a una niña de 16 para aspirarle el embrión. Explícales que regulación menstrual es un eufemismo para desgarramiento del útero. Cuando veas un bebé por la calle muestra alegría, la simpatía por la vida se contagia.
Lograr que tus hijos sean pro-vida les abrirá la mente a otras ideas de derechas. Sé que suena muy rudo y que molesta hablar de estas cosas, pero no puedes cruzarte de brazos, pues tu primer nieto puede terminar en una bandeja de acero inoxidable.
Somételos a una constante propaganda patriótica. Léeles a Martí. Enséñales historia de las guerras de independencia. Y si tu hijo intenta comparar a aquellos héroes con los bandoleros de la Sierra, desacredítalos totalmente contándoles la verdad. Dile “Fidel nunca tiró un tiro” y listo.
Háblales mal del gobierno y bien de la República.
Evita que escuchen música nueva, especialmente las letras aberrantes y pornográficas del reggaetón. Critica las películas que vayan en contra de una familia normal: mamá, papá y bebé. Películas de princesas para la niñas y cualquier cosa de acción para los niños. Evita los dramas. Las películas de los ochentas son geniales. (Harry Petter y todas las películas que reafirman las tradiciones occidentales se salvan.)
Otra cosa que puedes hacer es llevarlos a la iglesia. No se trata de que te vuelvas un fanático religioso. (Cuidado con la Iglesias Evangelistas.)
Buena suerte. La vas a necesitar.
Ray Luna es filólogo y bloguero reaccionario.
Excelente!
Genial!
Muy buen artículo. En TW recomendaré lectura y RTW. Hay concepciones q no comparto como q la democracia inevitablemente lleva hacia la izquierda porque el concepto no se agota con mètodo de votación. Al contrario, la más auténtica democracia, aunque muy difícil de lograr hoy, es la q tiende hacia la individualidad entendida como la protección, respeto y no violentar los intereses de las minorías.
Por otra parte, la familia en determinados momentos no ha sido patriarcal, también fue y en algunas regiones continúa siendo matriarcal; no necesariamente es un elemento reaccionario ni monárquico. Lealtad no debe entenderse como sumisión u obediencia incondicional; todo depende del grado de madurez humana e intelectual de sus miembros y del modo en que se concibe ésta. Es un tema para amplio debate.
En cuanto a “cultura” woke, coincido en esencia con enfoque; aunque aprecié quedó pendiente o no incluido por extensión del artículo, una de las partes más intrínsecas del Woke: el exagerado, deformado y tergiversado elemento racial, q ha llevado a una alteración superficial de la historia y se ha convertido en un elemento de condicionamiento del debate y el pensamiento crítico social. Podemos conversar más sobre este tema. Felicidades en general por este artículo y análisis. Ojalá la sociedad civil logré contrarrestar esos peligros para q la solución no se limite a un hipotético aislacionismo a nuestros descendientes. Debemos imponernos por el bien y la paz de ellos.
Gracias , muy bueno!