En este país cansado y viejo, el avance del islamismo, la conciencia política, el nihilismo y el cretinismo parece inevitable. Para Éric Naulleau, la conclusión es clara: todo está arruinado.
¡JODIDO!, sí, está jodido. Al menos no me criticarán por querer hacer carrera en los medios, ya que se ve mejor, tanto en los televisores como en las columnas de los periódicos, pedir un impulso o una sacudida de autoridad, ocultar la evidencia de la derrota bajo un vocabulario altisonante, como se enmascara el olor a putrefacción con perfume. Fingir que se lucha cuando solo se lucha. ¡JODIDO!, sí, está jodido. Al menos no me criticarán por querer hacer carrera política cuando el partido fotuista sería una contradicción. Si sus simpatizantes, cada vez más numerosos, hablan de armas, nunca son más que las armas de la huida. Cada uno por su cuenta, todos buscan un territorio remoto u otro país para protegerse a sí mismos y a sus hijos del desastre. No a la espera de días mejores, sino en previsión de días aún más miserables. Ya no es la tentación de Venecia, es Cualquier Lugar Fuera de Francia, por decirlo con Baudelaire. Incluso en tierras amenazadas por un apocalipsis nuclear. JODIDOS, sí, están arruinados. Haría falta un De Gaulle o un Napoleón para sacarnos de esta (dejemos a Juana de Arco de lado por el momento). Pero incluso si, por alguna casualidad extraordinaria, una personalidad extraordinaria se escondiera entre los actuales comerciantes políticos, con quienes…
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