Relato Político

Martí: ¿El Gurú del Moncada?

Por Dámaso Barraza.

damaso.barraza@gmx.com

 

La figura de Martí, a quien se le atribuyen principios éticos fundamentales para concebir cualquier movimiento revolucionario, es constantemente evocada en la historia cubana. Se nos recuerda, de manera persistente, la lucha revolucionaria que él inspiró e inició. Es crucial notar que el asalto de 1953 se sitúa en la tradición de las gestas revolucionarias cubanas, iniciadas el 10 de octubre de 1868. Curiosamente, este inicio de la lucha revolucionaria establece un poderoso vínculo histórico que los asaltantes del Moncada buscaban reivindicar y continuar. Y así, de Martí, los jóvenes del Moncada recibieron, por encima de todo, los principios éticos sin los cuales, según su visión, una verdadera revolución no podía siquiera concebirse. Su ideario no sólo inspiró la acción, sino que también proveyó el sustrato moral necesario para justificar la toma de las armas.

 

En el juicio del Moncada, Fidel Castro realizó una audaz designación en su alegato de autodefensa. Durante el juicio de 1953 por el asalto al Moncada, Castro pronunció el famoso discurso «La historia me absolverá»[1], en el cual nombró a José Martí como el «autor intelectual del asalto al cuartel Moncada.»Esta argumentación se basa en la profunda influencia que las doctrinas y el pensamiento martiano ejercieron tanto en Castro como en el grupo que más tarde sería conocido como la Generación del Centenario. Para este movimiento revolucionario, José Martí era la fuente ideológica más vital, proporcionando el sustento ético y la justificación histórica para su acción, como lo afirma también el Manifiesto del Moncada[2].

 

La pregunta es válida: ¿cómo es posible que de manera efectiva la figura de José Martí haya sido integrada y acomodada al pilar ideológico del comunismo cubano? Y, además, que esta articulación se haya mantenido constante a lo largo de la historia, principalmente a través del discurso fundacional y persistente de Fidel Castro, cuya estrategia central fue presentar la Revolución de 1959 como el rescate del mandato martiano, un ideal que, según la narrativa oficial, había sido secuestrado por la corrupción y la ocupación estadounidense. Desde esta óptica, la República establecida en 1902 traicionó el sueño de Martí de fundar una Cuba «con todos y para el bien de todos». Porque la afirmación de Fidel Castro sobre José Martí como «autor intelectual del asalto al cuartel Moncada» no solo resalta la influencia espiritual y política de Martí sino que también legitima la revolución cubana y sus consecuencias como un acto coherente y necesario con la historia y los ideales de los padres fundadores de la nación.

 

Para muchos analistas, la afirmación de que José Martí fuera el «autor intelectual» del asalto al Cuartel Moncada en 1953 es histórica y conceptualmente insostenible en un sentido literal o material[3]. Esta postura crítica sostiene que las premisas de dicho argumento se alejan significativamente de la figura histórica real de Martí, y que la designación no es más que una instrumentalización de su legado. En esencia, se considera que la retórica revolucionaria se aprovecha de la autoridad moral de Martí para legitimar una acción armada ocurrida seis décadas después de su muerte.

 

Afirmar que José Martí es el «autor intelectual» del asalto al Cuartel Moncada en 1953 podría interpretarse como un intento de restarle valor histórico a las gestas de independencia previas en Cuba. Al hacer esto, la figura de Martí es vaciada de su complejidad histórica y, en su lugar, se le atribuyen todas las virtudes cívicas imaginables.El propósito detrás de esta hiperidealización no sería el respeto histórico, sino el uso de Martí como una pieza ideológica esencial en la construcción del sistema totalitario en Cuba. Al instrumentalizar su figura de esta manera, se niegan indirectamente sus pensamientos más excelsos, incluyendo su «fórmula del amor triunfante» y su ideal de una república «con todos y para el bien de todos»[4].

 

¿Es Martí el «autor intelectual» del asalto al Cuartel Moncada? La veracidad de la autoría intelectual de la frase parece muchas veces depender de la ideología que se profesa o de la posición política que se milita. Parecería a simple vista Martí como el inspirador moral y político, fuente ideológica más vital, de las convicciones más profundas de Fidel Castro. Aunque, por otra parte se mostraría que la naturaleza de la afirmación es históricamente y conceptualmente insostenible en un sentido literal o material, Fidel Castro se aprovecha de instrumentar el legado de Martí.

 

El debate sobre la «autoría intelectual» de José Martí en el asalto al Cuartel Moncada nos obliga a ir más allá de la mera cronología. Los argumentos en pugna cristalizan en dos interrogantes fundamentales que definen la naturaleza del proyecto revolucionario cubano. En primer lugar, debemos cuestionar si la afirmación de Fidel Castro es una genuina convicción ideológica que define a Martí como el inspirador moral de una revolución necesaria, o si es una maniobra retórica para instrumentalizar su legado, legitimar la lucha armada y establecer un sistema político centralizado.  Complementariamente, surge el dilema ético: desde una perspectiva humanista, ¿el uso de la violencia táctica en el asalto al Moncada contradice o cumple con los «principios éticos» y el ideal de la «República con todos y para el bien de todos» que caracterizan el pensamiento de Martí? Estos puntos de reflexión son cruciales para entender cómo se construye y se defiende la legitimidad histórica de un movimiento político.

 

Afirmar o negar la «autoría intelectual» de José Martí en el asalto al Cuartel Moncada en 1953 es mucho más que una simple discrepancia cronológica; constituye la encrucijada ideológica central de la historia de Cuba. Es en este punto donde colisionan la historia, la retórica política y la ética revolucionaria de la isla. Mientras que el líder revolucionario, Fidel Castro, estableció esta autoría como la fundación moral de la llamada «Generación del Centenario», los críticos argumentan que tal afirmación es, en realidad, una instrumentalización anacrónica de un legado esencialmente humanista. Desentrañar esta compleja disputa no es una tarea fácil. No obstante, para comprender a fondo el significado de este debate es necesario acudir al encuentro directo del pensamiento político e ideológico del propio José Martí.

 

Una de las fuentes políticas e ideológicas más importantes del legado de José Martí se encuentra, precisamente, en el Partido Revolucionario Cubano (PRC)[5], institución que él mismo ayudó a fundar en 1892. Las bases programáticas de este partido se enfocaron en la reunión de fuerzas necesarias para lograr la independencia absoluta de Cuba y, al mismo tiempo, en fomentar y auxiliar la liberación de Puerto Rico. El PRC no buscaba precipitar una guerra de manera irreflexiva, ni lanzar al país a un movimiento mal dispuesto; su objetivo primordial era ordenar una guerra generosa y breve que asegurara, mediante la paz y el trabajo, la felicidad de todos los habitantes de la isla. No podemos pasaro por alto, por su significado y condensación ideológica el “Manifiesto de Montecristi”[6], 1895, firmado por José Martí y Máximo Gómez antes de la salida para Cuba.

 

El Partido Revolucionario Cubano (PRC) fue concebido para evitar la repetición de los flagelos que minaron el alzamiento de 1868. Martí y los fundadores se propusieron erradicar males como el regionalismo, el caudillismo, las indisciplinas y los celos entre los miembros de aquel primer movimiento separatista. Al lograr la institucionalización del separatismo en una estructura revolucionaria, el PRC se estableció como el partido único de referencia para todos los separatistas, cohesionándolos tanto dentro como fuera de la Isla. Este modelo buscaba asegurar una dirección unificada, disciplinada y centralizada para la guerra de independencia.

 

El Partido Revolucionario Cubano (PRC) asumió de manera formal y clara el discurso revolucionario, el cual fue expuesto detalladamente en el Artículo 8 de sus Bases. Este artículo hace un énfasis particular en la cautela, la propaganda y los objetivos revolucionarios.El propósito concreto del PRC era: «Propagar en Cuba el conocimiento del espíritu y los métodos de la revolución, y congregar a los habitantes de la Isla en un ánimo favorable a su victoria, por medios que no pongan innecesariamente en riesgo las vidas cubanas.» En esencia, su estrategia principal consistió en la propagación de los métodos revolucionarios, instruyendo a la población cubana sobre el espíritu y la disciplina necesarios para el movimiento, siempre priorizando la preparación y evitando acciones temerarias que comprometieran vidas innecesariamente.

 

Con objetivos plenamente alineados a los del Partido Revolucionario Cubano (PRC) de 1892, los jóvenes de la Generación del Centenario llevaron a cabo el asalto al Cuartel Moncada en 1953. Momentos antes de iniciar la acción, Fidel Castro leyó un documento clave (el Manifiesto del Moncada) donde declaraba explícitamente que el movimiento reconocía y se orientaba en los ideales de José Martí, contenidos, entre otros, en las bases del PRC y en el Manifiesto de Montecristi. Con este acto, se declaraba la continuidad de la Revolución cubana, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en 1868, reanudada por Martí en 1895, y actualizada por figuras como Guiteras y Chibás en la época republicana.En ambos momentos de la historia cubana, la «Revolución» es presentada como la culminación de un proceso histórico y la expresión inevitable de la voluntad de un pueblo unificado.

 

Estos dos momentos históricos, el de 1895 y el de 1953, que muy bien pudieran parecer un solo proceso revolucionario, dieron inicio a guerras organizadas que tanto el Partido Revolucionario Cubano (PRC) como el Movimiento 26 de Julio consideraron legítimas, cada uno desde su momento histórico, aunque desde perspectiva ideológica no muy diversas. La idea de Revolución, por lo tanto, no puede ser vista como un acto espontáneo o caótico; la continuidad de la lucha revolucionaria inicia formalmente en Yara en 1868. Asumir esta vía significó iniciar un proceso destructivo inevitable. Después de todo, ¿qué es una guerra, si no un conflicto cuyo significado se extiende mucho más allá de las simples expresiones verbales?

 

Es fundamental recordar que los principales precursores del comunismo en Cuba surgieron, precisamente, de las filas del Partido Revolucionario Cubano (PRC). De esta organización separatista provino su cofundador, Carlos Baliño[7], quien posteriormente fundaría el partido comunista cubano junto a Julio Antonio Mella en 1925. Este hecho es un argumento suficiente para afirmar que el Partido Revolucionario Cubano ha servido históricamente como una cantera ideológica clave para el movimiento comunista en Cuba, demostrando una conexión histórica entre el separatismo martiano y las posteriores luchas sociales.

 

Bueno, al final: ¿qué respuesta podemos esperarnos? Al entrar en una lectura profunda de textos fundamentales de la historia cubana, como «El Manifiesto de Montecristi», «Las Bases del Partido Revolucionario Cubano», «El Manifiesto del Moncada», y el alegato «La Historia me Absolverá», se encuentran argumentos sólidos que dan sustento a la afirmación de Fidel Castro. Estos documentos históricos permiten argumentar que la figura de José Martí es, de hecho, el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada en 1953. La vinculación se establece a través de la continuidad ideológica que, según la perspectiva revolucionaria, existe entre el proyecto separatista martiano y la acción armada de la Generación del Centenario.

 

NOTAS

[1] http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2009/05/la-historia-me-absolvera-fidel-castro.pdf

 

[2] https://www.ecured.cu/Manifiesto_del_Moncada

 

[3] https://www.youtube.com/watch?time_continue=2&v=-giOFeA1WxM&embeds_referring_euri=https%3A%2F%2Fwww.perplexity.ai%2F&embeds_referring_origin=https%3A%2F%2Fwww.perplexity.ai&source_ve_path=Mjg2NjY

 

[4] https://www.14ymedio.com/blogs/cajon-de-sastre/jose-marti-no-autor-intelectual_132_1116340.html

[5]https://repositoriodigital.ohc.cu/download/files/original/754b3b932af599bc7bcc02c9fee4e2c2be0f40db.pdf

 

[6] https://elsudamericano.wordpress.com/wp-content/uploads/2017/10/manifiesto-de-montecristi.pdf

 

[7] https://www.granma.cu/cuba/2024-02-13/nacio-hace-175-anos-carlos-balino-precursor-del-pensamiento-marxista

 

Nota de Zoé Valdés, Directora de ZoePost.com: Nada indica que la influencia de José Martí fue real en Fidel Castro, una cosa es recibir y aceptar una influencia, y otra es apoderarse de esa influencia y manipularla y tergiversarla a su antojo y beneficio, que fue lo que hizo Fidel Castro. De lo que sí hay evidencias es que Fidel Castro fue un gran admirador de Adolf Hitler y de su libro ‘Mi Lucha’.

Compartir

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*