Relato Político

La historia de Ricardo Wolf. ¿Sabía usted que la única sede diplomática sin costo para Cuba fue su embajada en Israel?

Por Octavio Ríos de la Cruz.

Ricardo Riegel Wolf nació en Hannover, Alemania, en 1887, en el seno de una prominente familia judía que lideraba la vida cúltica de la ciudad y promovía el respeto a la educación y los valores morales. Leopold Wolf, hermano de Ricardo, era maestro y primer cantor de la sinagoga de Halle/Saale [1].

En 1913, poco antes de que se escuchara en Europa el trueno de los cañones que anunciaban el inicio de la Primera Guerra Mundial, Wolf emigró a Cuba [2]. Haría de la pequeña isla del Caribe su segunda patria [3]. Como estudiante de química conoció a la cinco veces campeona barcelonesa de tenis, Francisca Subirana [4], subcampeona mundial, 1920 [5]. En ella vio florecer su amor. Se unieron en matrimonio en 1924 [6] y echaron raíces a la vista del Gran Azul insular, espejo de un cielo cargado para ellos de sueños y esperanzas. Ricardo Wolf incorporó a sus patronímicos el apellido de su esposa y le daría precedencia en el orden; sería conocido entonces como Ricardo Subirana Lobo (Lobo es traducción del inglés Wolf) [7].

Por muchos años, Ricardo Wolf unió fuerzas con su hermano Sigfried. Ellos trabajaron ingentes en el desarrollo de un proceso de recuperación de hierro a partir de los residuos de fundición. El modelo logrado terminó imponiéndose en todas las acerías del mundo y levantó una fortuna millonaria a la familia [8].

Embajador de Cuba en Israel

Los valores humanos sembrados tempranamente en la vida familiar llevaron a aquel judío alemán a apoyar las promesas de redención social contenidas en la agenda de la Revolución cubana de 1959. El matrimonio dio apoyo moral y financiero directo a Fidel Castro. La promoción de recursos para la Reforma Agraria llevó a que fuera propuesto como ministro de finanzas. Wolf declinó la asignación; frisaba ya los setenta y cuatro años y quería volcar sus fuerzas finales en el impulso y fortalecimiento de las relaciones entre Cuba e Israel. Fidel Castro, agradecido y consciente de las dotes diplomáticas que completaban la recia personalidad de Wolf lo nombró, en 1961, Embajador de Cuba en Israel [9], [10]. La sede diplomática cubana fue asentada en Tel Aviv en el barrio de Herzliya-Pituah, a la vista del mar. Estaba rodeada de plantas tropicales que la convertían en un remedo geográfico de la lejana isla caribeña. La compra del terreno, la construcción del fastuoso inmueble, los ulteriores pagos en concepto de salarios y gastos de representación, todo fue asumido por Ricardo Wolf. Fue aquella, para entonces, la única sede diplomática cubana que se sostuvo sin costo alguno para la isla [11].

 

En la imagen, de izquierda a derecha, la entonces ministra de Asuntos Exteriores de Israel, Golda Meir, el presidente Yitzhak Ben-Zvi, y el embajador de Cuba en Israel, Ricardo Wolf. Presentación en Jerusalén de las cartas credenciales de este último.

Cuba e Israel

El naciente gobierno revolucionario miró con simpatía a la pequeña nación del Oriente Próximo, en abierta lucha por su supervivencia, con sus kibutz impregnados de socialismo y sus no lejanos enfrentamientos a grandes naciones que trataron de cerrar el paso a los asentamientos judíos desde tierras europeas. Para Fidel Castro, Cuba era una paráfrasis de Israel y en sugerente alusión llegó a llamarle «ese heroico país» [12]. Los innegables éxitos de la agricultura y la ganadería ovina lo cautivaban. Ricardo Wolf creó la Asociación de Amistad; esta funcionaba entre ambos pueblos y desarrollaba la colaboración de técnicos israelíes en el Verde Caimán. Por gestiones de Wolf, los asesores israelíes trajeron a la isla las más novedosas técnicas agrícolas, brindando con entusiasmo ayuda en el desarrollo citrícola de los campos cubanos y velando por el crecimiento del ganado caprino como notable productor de leche [13].

Wolf respondió también al interés del líder revolucionario acerca de traer a la isla cien ovejas en un proyecto de adaptación a las condiciones tropicales. En esa dirección se habilitaron vuelos charters. Wolf diría: «Las ovejas volaron en primera clase y mi esposa en turista». Paradójicamente, en esos mismos vuelos emigraban a Tierra Santa judíos cubanos, privados de sus negocios particulares por las devenidas regulaciones socialistas de la isla [14]

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