Por Carlos Manuel Estefanía Aulet.
El anarquismo en Cuba es una historia marcada por la pasión, la lucha y el desencanto. Un relato que atraviesa el siglo XIX, alcanza su plenitud en las primeras décadas del XX y colisiona de forma frontal con la Revolución Cubana, dejando tras de sí exilio, clandestinidad y resistencia. Es también el testimonio de la fuerza de las ideas libertarias y de la fragilidad de los movimientos que desafían tanto al poder colonial como al autoritarismo revolucionario.
- Entre tabaco y utopía (1857–1920)
Todo comenzó a mediados del siglo XIX, cuando en 1857 surgió en La Habana una sociedad mutualista inspirada en las ideas de Proudhon. Poco después, en 1865, apareció La Aurora, periódico que ya invitaba a imaginar un mundo de cooperativas obreras. La semilla libertaria germinó especialmente en las fábricas de tabaco, donde los obreros leían en voz alta a Bakunin, Kropotkin y panfletistas españoles, mientras el humo y el olor a hojas secas acompañaban los sueños de justicia social.
Figuras como Enrique Roig San Martín y Saturnino Martínez marcaron el rumbo, fundando publicaciones como El Obrero (1883) y El Productor (1887). Estas no eran simples hojas impresas: eran llamados a la dignidad de una clase trabajadora que comenzaba a autoorganizarse en círculos, alianzas y federaciones obreras, guiada por principios de solidaridad, autonomía y acción directa.
El Primer Congreso Obrero de 1887 cristalizó esta visión, al proclamar la unión por encima de partidos y credos. Fue también el momento en que, por primera vez, los trabajadores cubanos celebraron el 1º de Mayo (1890), desafiando al colonialismo español a través de una fraternidad multirracial y de género.
Durante la Guerra de Independencia de 1895, los anarquistas se debatieron entre su rechazo a las guerras nacionalistas y su simpatía por la causa separatista. Muchos terminaron apoyando a Martí y al Partido Revolucionario Cubano, aunque sin renunciar a su horizonte revolucionario más amplio. Tras la independencia y la intervención estadounidense, se rearticularon en sindicatos y ligas obreras, consolidando su influencia en la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), fundada en 1925 con fuerte inspiración anarcosindicalista y líderes como Alfredo López.
- Represión y sombras comunistas (1925–1950)
El ascenso de Gerardo Machado en 1925 desató una ofensiva contra los libertarios: persecuciones, encarcelamientos, asesinatos —como el de Alfredo López— y deportaciones asolaron al movimiento. Paralelamente, los comunistas lograron controlar la CNOC hacia 1930, desplazando a los anarquistas en un momento en que ya estaban debilitados.
Durante el mandato de Batista, la paradoja se volvió evidente: el Partido Comunista pactaba con el régimen y obtenía beneficios, mientras los anarquistas eran vigilados y hostigados. No obstante, en 1940 surgió la Asociación Libertaria de Cuba (ALC), que logró organizar congresos, editar publicaciones como Solidaridad Gastronómica y mantener viva la llama anarquista. Algunos de sus miembros incluso participaron en la lucha contra Batista, ya desde la clandestinidad o como parte del Movimiento 26 de Julio, aunque con desconfianza hacia la figura ascendente de Fidel Castro.
III. La revolución y el silencio (1959–1980)
El triunfo de la Revolución Cubana fue recibido con entusiasmo reservado por los anarquistas. Muchos vieron en ella la posibilidad de un cambio social profundo, pero la ilusión se desvaneció rápidamente. La centralización del poder, la purga de la CTC, la reinstauración de la pena de muerte por delitos políticos y la hegemonía del Partido Comunista dejaron claro que se había instalado un modelo autoritario.
En 1960, el anarquista alemán Agustín Souchy visitó la isla para observar la reforma agraria. Su informe, Testimonios sobre la Revolución Cubana, fue incautado y destruido por las autoridades antes de su difusión. La Agrupación Sindicalista Libertaria (ASL), en una valiente Declaración de Principios, denunció el nacionalismo, el militarismo y el estatismo. La respuesta del dirigente comunista Blas Roca fue demoledora: los acusó de ser “agentes yanquis”. Poco después, El Libertario fue clausurado, y la represión obligó a los anarquistas a optar entre el silencio, el exilio o la muerte.
- Exilio, reconstrucción y memoria (1960–presente)
El exilio se convirtió en espacio de resistencia y reconstrucción. Entre Nueva York y Miami nació el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE), apoyado por veteranos del anarquismo español y la Libertarian League de Nueva York, con figuras como Sam Dolgoff entre sus impulsores.
Durante las décadas de 1960 y 1970, el MLCE intentó romper el monopolio propagandístico del castrismo y reconstruir la solidaridad internacional. Publicaciones como Guángara Libertaria y el libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective (1976) devolvieron a los anarquistas cubanos un lugar en el debate global.
Ya en el siglo XXI, a pesar de la constante represión, han surgido nuevos brotes anarquistas dentro de la isla, como el Taller Libertario Alfredo López (TLAL), fundado en 2012, y la incorporación cubana a la Federación Anarquista de Centroamérica y el Caribe (FACC) en 2015. Su resistencia es discreta pero sostenida, a través de publicaciones clandestinas, redes internacionales y una contracultura juvenil que no ha dejado de soñar con la libertad.
Solidaridad desde Suecia: el papel del SAC
El sindicato Sveriges Arbetares Centralorganisation (SAC), de orientación anarcocomunista, asesorado por la redacción de la revista independiente Cuba Nuestra, editada en Estocolmo, demostró a fines de los noventa su apoyo primero a la disidencia de izquierda y luego al renacimiento del anarquismo cubano. Su compromiso se ha expresado en tres líneas principales:
- Solidaridad internacional y difusión: SAC ha colaborado activamente con el TLAL, facilitando el intercambio de materiales y publicaciones. También ha difundido textos críticos sobre Cuba en medios como Brand, su histórica revista, y ha respaldado resoluciones libertarias en eventos internacionales.
- Educación y visibilidad: El sindicato ha promovido la obra de autores exiliados como Canek Sánchez Guevara, nieto del Che, cuya crítica al castrismo ha sido publicada y debatida en Suecia. Además, incluye la historia libertaria cubana en sus espacios de formación sindical.
- Apoyo material y campañas: Se han realizado intentos de enviar libros y materiales a la isla, a menudo interceptados por la aduana. SAC también ha participado en campañas públicas contra la represión del movimiento anarquista, incluyendo actos frente a embajadas cubanas.
Sin embargo, hay que agregar que este respaldo también fue combatido y boicoteado desde adentro por elementos sudamericanos más afines al autoritarismo castrista que a los ideales libertarios que decían profesar.
Redes libertarias en apoyo al anarquismo cubano
La reactivación del anarquismo en Cuba ha contado con el respaldo de colectivos internacionales clave:
- El Libertario de Venezuela: Fundado en 1995, se ha consolidado como una plataforma crítica del autoritarismo latinoamericano. Ha dado voz a exiliados cubanos, difundido textos históricos y contemporáneos del anarquismo isleño, y promovido campañas solidarias.
- Federación Anarquista de Centroamérica y el Caribe (FACC): Con presencia en países como República Dominicana, Puerto Rico y Haití, la FACC incluye al TLAL entre sus miembros activos. En 2018 apoyaron la apertura del Centro Social y Biblioteca Libertaria ABRA en La Habana, y han denunciado públicamente la represión del Estado cubano, especialmente tras las protestas del 11 de julio de 2021.
El Taller Libertario Alfredo López: persistencia en tiempos de colapso
En una Cuba sumida en crisis alimentaria, energética, migratoria y represiva, el TLAL sigue siendo un faro de resistencia. Fundado en 2013, su objetivo fue recuperar la memoria anarcosindicalista y promover prácticas libertarias. En 2018, logró abrir el Centro ABRA, un espacio autónomo para el pensamiento crítico y la contracultura.
Sin embargo, desde 2019 ha entrado en una fase de declive por diversas razones: la pandemia de COVID-19, el colapso del transporte, la inflación, el éxodo juvenil y la represión posterior al 11J. Aun así, el TLAL conserva presencia simbólica, participa en redes regionales y mantiene una voz crítica frente al poder estatal.
El Centro ABRA, pese a la vigilancia y escasez de recursos, continúa siendo un referente para activistas independientes, investigadores y vecinos del barrio Lawton. El proyecto, aunque en pausa, no ha desaparecido: espera condiciones más propicias para rearticularse.
Conclusión: una llama encendida
La historia del anarquismo cubano es la de un sueño de libertad que ha sobrevivido a imperios, dictaduras y revoluciones traicionadas. Desde los lectores de tabaco que encendieron las primeras ideas libertarias hasta los jóvenes que hoy sostienen la resistencia desde la periferia del poder, su legado es advertencia y esperanza a la vez: ningún régimen, por más que se disfrace de revolución, puede extinguir por completo el deseo de una sociedad verdaderamente libre.
Carlos M. Estefanía es disidente cubano radicado en Suecia.
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”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”
Redacción de Cuba Nuestra
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