Por Zoé Valdés/El Debate.
El Gallo, como podrán suponer, Fidel Castro, el cocorico caribeño de la Granja Grande del espionaje, Moscú. Las gallinas, y los pollos, Ana Belén Montes, aquel Carlos Álvarez y Elsa, su mujer, psicólogos y profesores universitarios; más los cinco que salieron indemnes tras ser condenados y cumplir cárcel en Estados Unidos gracias a Barack Obama, que inclusive trasladó esperma de uno de ellos en su bolsillo para preñar a la mujer en Cuba.
Dentro del cuerpo diplomático, Gustavo Machín, expulsado de Estados Unidos por ser un espía no registrado, al que después nombraron embajador en España, y que presuntamente estuvo presente en varios asesinatos en Cuba, entre ellos los del comandante Barbarroja, Manuel Piñeiro Losada, el ministro del Interior, José Abrahantes, el opositor y líder del Movimiento Cristiano Liberación Oswaldo Payá y y el joven que lo acompañaba, promesa del MCL, Harold Cepero; Anselmo (nombre de guerra) y su mujer, Josefina Vidal, jefa del Departamento América del Comité Central, en época de la Presidencia de Barack Obama, manipuladora del deshielo, activa todavía; y el más reciente, el diplomático Manuel Rocha, que concentró su trabajo en desviar el interés de la prensa hacia otros temas de menor importancia, pero que sin duda alguna en su etapa en Argentina efectuó un daño muy fecundo para el castrismo; más toda una recua de espías todavía no registrados, o que lo han sido a medias, sin comprobación, entre esos numerosos artistas e influencers que se activaron como nuevos opositores de línea suave y ‘dialoguera’ con el régimen.
De los cinco espías, Gerardo Hernández, visita con frecuencia Italia, como se puede comprobar en sus redes sociales, allí todavía quedan varias urdimbres de espías dormidos, medios despiertos, y despiertos del todo… En fin, un entramado infinito e interminable con el que el Gobierno de Estados Unidos muy a menudo evita meterse y tener problemas…