EDITO, Mundo

ED. Macron o la cara oscura de una moneda donde el que brilla es Donald Trump

Por Zoé Valdés/El Debate.

Fueron dos largas horas de un sin vivir, un no decir nada, un resbaladizo Macron brincó escollo tras escollo en cada pregunta ajena a los periodistas oficiales, y no salió airoso, más bien se emborronó, se hundió. En una palabra, aburrió hasta el desasosiego.

Emmanuel Macron, quien llegó a la política de la mano de las élites y mediante el socialista François Hollande, del que fue ministro y al que usó para su ascensión meteórica, que había venido a la política para supuestamente revolucionarla económicamente, al que llamaron el Mozart de las finanzas, se ha quedado en humo frito.

Dos horas de bostezos en la televisión pública, preguntas recibidas de antemano, según se ha divulgado sotto voce, ninguna respuesta certera. No domina los temas a cabalidad, lo que sí domina a la perfección es el teatro. De hecho, a Macron lo que le gustaba de adolescente era ser actor, lo ha contado en diversas ocasiones, pero se interpuso el amor. El amor lo convirtió en banquero, luego en político, como si de un tiempo a esta parte lo uno no tuviera que ver con lo otro.

Macron parece más una estafa. No es el único, por cierto

Macron, el resbaloso, decepcionó olímpicamente. En cuanto a la ley de eutanasia, aunque los franceses la rechacen la impondrá de todos modos. En eso sí, alguna maestría tiene, es como cuando se está delante de un consejero bancario al que se le ha metido entre ceja y ceja vender un producto por el que no se tiene absolutamente ningún interés, pero la descarga es tan insistente que se acaba aceptándolo, ahí ya no hay marcha atrás. Macron resulta fastidioso cuando se vende como cercano, la mímica de las cejas levantadas, del ceceo pijo progre, nada ya cuela. Macron parece más una estafa. No es el único, por cierto.

Mientras Macron envolvía una vez más a los telespectadores, los anestesiaba, aunque –todo hay que decirlo– estos desertaron antes de tiempo masivamente de la pequeña pantalla, Donald Trump triunfaba en Arabia Saudí, e inclusive el himno de su campaña electoral, la canción de «Y.M.C.A.», cuyas siglas aluden a Young Men’s Christian Association, se oía a toda mecha por primera vez en un país musulmán delante de reyes y jeques árabes; semejante melodía de género disco con su letra, que no sólo abraza a los jóvenes norteamericanos cristianos, además en su momento fue relacionada con el tema gay debido al atuendo de sus intérpretes y a ellos mismos, los Village People, era tarareada y aplaudida por el público asistente.

Netanyahu no puede viajar y ser recibido en Francia, pero Macron dio la bienvenida por todo lo alto al terrorista de Al Qaeda, golpista que gobierna en Siria

Mientras que Macron criticaba a Benjamín Netanyahu por un supuesto «genocidio» en Gaza, evocado como afirmación en la boca del periodista que lo entrevistó (no era una pregunta, fue una afirmación), Argelia le expulsaba más diplomáticos; sin olvidar que Netanyahu no puede viajar y ser recibido en Francia, donde la semana pasada Macron dio la bienvenida por todo lo alto al terrorista de Al Qaeda, golpista que gobierna en Siria con garra sangrienta (tampoco el anterior era mejor), pero sin duda alguna, entre el israelí y el sirio no hay comparación, resulta evidente quién es el demócrata.

Mientras esto sucedía, Donald Trump engalanaba con palabras al príncipe saudí Mohamed bin Abdulaziz, aunque no se bebía el café que le ofrecieron, le imponía su ritmo… No obstante, levantaba las sanciones al sirio Ahmed-al-Charaa, con el que más tarde se encontró para estrecharle la mano imitando a Macron…

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