EDITO

ED. Por fin se hizo la luz en la ONU gracias a Milei y Bukele

Por Zoé Valdés/El Debate.

Dos discursos muy distintos entre sí, aunque acordados al unísono en lo esencial, como una gran e inolvidable pieza musical para deleitoso instrumento, resonaron por fin luminosos y milagrosos en el recinto de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York. Esos discursos fueron los de Javier Milei y Nayib Bukele. Cada uno en su estilo. El primero metódico mediante lectura y avanzando en su primer Gobierno, el segundo desde la memoria y los hechos contundentes que lo avalaron para un segundo mandato como presidente.

Ambos, con su particular proyección de futuro mediante la realidad que hoy gobiernan, cuestionaron el pasado reciente, otrora glorioso, de esa organización; lo hicieron sin griterías ni aspavientos. La serenidad primó en el estilo de ambos, dejaron claro que ese aplomo emana de la inteligencia y que será lo que marcará la trayectoria de sus mandatos. Y lo que debiera ser el trazado de cada gobernante en sus países.

«No soy un político», primera bofetada con guante de cabritilla proferida por el presidente argentino, frente a esa ralea de políticos inútiles y politiqueros cuya agresividad ha marcado una institución que se creó para la gestión y la paz. «Soy un economista», subrayó airoso, con un segundo guantazo con el dorso de la mano, dejando caer de tal modo que en el mundo en el que vivimos, tan necesitado de todo menos de políticos insulsos (los que más bien sobran), se debe empezar a pensar en que hay que ser algo más que simples políticos cuando se llega a la gestión política mediante elecciones democráticas. El objetivo de Milei no es ser político, es ser un buen gobernante para Argentina, sin dejar de ser el buen economista liberal que es…

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