EDITO

ED. A dónde nos llevan Sánchez y Napoleonchu…

Por Ramón Pérez-Maura/ El Debate.

En esta semana espeluznante que estamos viviendo ha pasado un poco desapercibida la comparecencia de Napoleonchu en el Senado el pasado lunes para hablar de la política de su ministerio. Albares tuvo el valor de irse de frente contra cuatro diplomáticos que Alberto Núñez Feijóo incorporó a su equipo de campaña en las elecciones generales del año pasado. «Había funcionarios diplomáticos en activo, en aquel momento y ahora. Eso es una vergüenza para ustedes, una vergüenza para esos diplomáticos, que en vez de servir al Estado decidieron servir a un partido político». Cabe entender que Napoleonchu se refería a Ildefonso Castro, que fue subsecretario de Exteriores con Alfonso Dastis y embajador en Irlanda entre 2018 y 2022; a Nicolás Pascual de la Parte, embajador ante la OTAN durante el anterior Gobierno del PP; a Pablo García-Berdoy, representante permanente ante la UE tanto con Mariano Rajoy como con Pedro Sánchez; y a José María Robles Fraga que debía ser considerado por el PSOE el más peligroso de todos porque cuando Sánchez ganó la moción de censura Robles acababa de recibir el placet de Ankara para ser embajador en Turquía y el Gobierno retiró su nombramiento. Algo que sólo se hace cuando se descubre que se ha nombrado a un delincuente sin ser consciente de ello. Pero tampoco debía ser el caso porque después fue nombrado embajador en Lituania que no es exactamente igual de importante que Turquía.
Que Napoleonchu lance un ataque así a sus compañeros de la carrera tiene especial delito. Todo el mundo sabe que él usó siempre sus puestos para trabajar para el PSOE cuando gobernaba el PP. Pero como la mentira está legitimada en este Gobierno, se puede actuar con una desfachatez brutal. ¿Cuál fue el puesto más alto que logró Napoleonchu antes de que Sánchez llegase a Moncloa? Subdirector general de África en el Ministerio. Claro que a nadie se le ha olvidado que entonces dedicaba tantas horas al PSOE que hubo quejas de que desatendía las funciones que tenía encomendadas. Pese a ser un funcionario de fiel obediencia socialista, ni con Rodríguez Zapatero consiguió el puesto que buscaba. Entonces tenía aspiraciones a dirigir la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (AECID), pero Moratinos no quiso nombrarle nada porque le ninguneaba…

 

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