Por Félix de Azúa/The Objective.
Es tan acuciante lo que sucede todos los días en este país, es tan violento y va tan acelerado, que resulta cada vez más difícil recordar. Por ejemplo, recordar quiénes somos y de quién se habla cuando decimos «los españoles». ¿Quiénes son esos individuos?
Hemos olvidado, por ejemplo, que nuestras tres más insistentes locuras, desvaríos, neurosis, vicios o inconvenientes, como quieras llamarlos, son el robo, el chovinismo y la arrogancia. Así nos vieron los visitantes extranjeros, ingleses, franceses, alemanes, durante siglos. Todos coincidían en que lo peor de España eran las posadas y la gente guapa, o sea, feroz. Hay que leer una y otra vez aquel librito de Ferlosio titulado Guapo y sus isótopos.
El chulo español, antiguamente llamado «guapo», era un tipo capaz de morir antes de reconocer sus errores, su escasez, su estupidez. Aquella frase de una ministra de Sánchez: «Antes rota que doblá» es un lema perfecto para la guapura española. Esa fragilidad de espíritu que pone de manifiesto una actitud tan infantil, es signo de orgullo para el chulángano y la chulapa. Nunca darse por vencido, aunque sea a costa de machacar a los inocentes. Lo decía un personaje zafio, pero muy valorado: en España resistir es vencer, decía…