Por Redacción ZoePost.
Me habría gustado ser el autor del Lazarillo de Tormes, un evangelio apócrifo o una obra dramática de la ignorada muerte y resurrección de Teresa de Avila. He escrito La Calle de la Estrella, novela o pastiche, que abre con un Preludio que tiene lugar en el templo Faro de Luz, en el barrio de Vista Alegre, de Holguín, en el Oriente de Cuba, donde los espíritus protectores y los espíritus perturbadores se manifiestan a través de los médiums. Pero la trama central se desenvolverá en un centro de refugiados para inmigrantes varones, de la CRU (Comisión Religiosa Universal), en la ciudad de Bengüenza, en cuyo castillo por orden de Pedro el Cruel fue encerrada la desdichada Blanca de Borbón. Con una Fuga, desde las almenas más altas de Bengüenza a las profundidades marinas, que describe un periplo por la península ibérica, alcanza la ciudad de Nueva York y emprende por fin el regreso a la Isla natal, el año de la aparición del cometa Hale-Bopp, culmina la historia tal vez escrita por más de uno de aquellos hombres abandonados a sí propios; que, al decir de Martí el Apóstol, emplean con ansia la segunda mitad de la vida en librarse de la miseria en que han pasado la primera…, solicitantes de asilo y refugio sometidos a un singular programa de inserción por el sacerdote Braulio. O, quizás, también, escrita por el alma de la mismísima reina Blanche de Bourbon (1339-1361), quien en un momento del pastiche o novela exclama: “vo solamente fui una baraja / del Papa, de Albuquerque y de mi esposo.” O, quién quita, por alguien: sin nombre.
Orlando Coré Fernández.
