Relato Político

Preservativos para Yocasta

Green cross on a yellow old building in a corner© Cuba Absolutely, 2014

Por Ulises F. Prieto.

Edipo Rey: antes de leer la tragedia ya conocíamos el tema, pero aún así seguimos hasta el final.  Si hubiéramos estado en el anfiteatro tampoco nos habríamos levantado. Recorremos todos los pasos del destino. El de Edipo y el nuestro. No podemos evitar el vértigo, y pedirle en secreto al personaje que ya deje de preguntar. Todo estaba bien al principio, aunque sabíamos la verdad. No era necesario confirmar lo evidente. ¿Qué cambiaría en los tebanos pronunciar el tabú? La palabra no hace más cierto lo que ya está hecho. ¿Para qué entonces inquirir hasta lo explícito? Lo sabíamos antes de que Sófocles lo escribiera, incluso la historia ya estaba escrita antes de que Edipo naciera de su esposa. Después, él mataría a su padre, y ella, ya viuda, quedaría disponible para ser desposada por su propio hijo. Lo hiciste. No hubo albedrío. No pudiste evitar leer con ese ridículo deseo de que esta vez la historia se hubiera torcido y aliviado sólo para ti. Pero el texto  es inflexible. Lo dicho y lo escrito: no hay albedrío en la literatura. Los personajes no son responsables. Toda vergüenza escrita es una disculpa.

La historia se me resiste. Comenzarla está siendo más complicado que un día del padre en Tebas. La literatura es inevitable. Cuando una persona renuncia al juego de la lectura para leer sólo lo importante, sobre su trabajo, sobre ciencia, tal vez, comienza a confundir la realidad con la ficción. Se inventa cuentos de sí misma. Ve en la gente protagonistas sin responsabilidad y ella misma se hace irresponsable. Se vuelve insensible. Llega a actuar como si los problemas dejaran de existir sólo porque se distancia de ellos. Piensa que la realidad se duerme cuando no la mira, del mismo modo que cerramos un libro y apagamos la lámpara de encima de la cómoda. Y aún peor. No se ve como un personaje. Ni protagonista, ni secundario. Se crees la autora, capaz de engatusar a la mismísima verdad. Si tan solo ella se hubiera permitido el Hamlet. Sólo hay algo más sórdido que el amor sexual a un hijo, que hay en Edipo, y es el odio de la madre que se intuye en Hamlet. La literatura no es necesaria para poder interpretar mejor la realidad, sino para no contaminarla con tus fantasías.

Entre los cubanos el nombre de Artemisa no refiere al ocio de la caza, sino al negocio de la carnicería. Es un pueblo cercano a La Habana donde nació el asesino de Ramiro Valdés, el carnicero de Artemisa. La protagonista de esta historia se llama Odalys Caballero. Era un niña cuando casi conoció a Ramiro Valdés. Actualmente ella reside en Miami, pero durante un par de décadas vivió en la ciudad venezolana de Mérida. De hecho escapó hacia los Estados Unidos cuando supo que Ramiro Valdés se había mudado a Venezuela. Odalys no se iba por miedo. Simplemente no quería que aquel nombre volviera a sonarle tan cercano como le ocurrió en aquellos días de su infancia.

No tengo nada personal contra él.- Intentó explicarme cuando la visité en su casa del Doral.- Sólo algunas sospechas incómodas que me obligan a preguntarme lo que no quiero saber.

Y a mí ese comentario tuyo me obliga a preguntarte, pero no me vas a contar nada sobre esas sospechas.

¿Por qué estás tan seguro?

Te conozco desde niña cuando vivías en Amargura. No te rías. Sabes que quiero decir que vivías en la calle de la Amargura. Y no cuentas tus cosas fácilmente.

Vivíamos cerca de la esquina con Mercaderes, cerca de la cruz verde.

Nunca vi mercaderes en la calle de Mercaderes- intenté una broma.

Sólo merolicos.

Ni aguacates en Aguacate, ni lamparillas en Lamparillas. En la calle de la Luz se iba luz. El Callejón del Chorro sólo tiene chorros en sentido argentino, y el callejón del Templete… Bueno, ese sí tiene sentido, pero con preservativos.

No es mi estilo.

Era un chiste.

Claro que es un chiste. Quería decir que no es mi estilo de chiste. En aquellos años de aburrimiento, cuando pasaba por la Plaza de San Francisco me imaginaba terrazas y gente sentada, y yo tomando un jugo de albaricoque. Seguramente estaba viendo muchas películas españolas o francesas.

Eso no lo viste en ninguna película. Lo leíste en el Maestro y Margarita.

Bulgakov es más fácil que Göthe.

Se llama Calle de la Amargura porque era el camino que recorrían los condenados antes de la ejecución. La cruz verde esperanza, era la última muestra de amor en sus vidas, o tal vez tan sólo un saludo de bienvenida.  Selene Piñeiro era el nombre de la madre de Odalys. Enseñaba en la facultad de Geografía de la Universidad de La Habana. Iba todos los días desde La Habana Vieja hasta aquella urbanización muy mal urbanizada llamada Alamar, donde estaba la facultad. De niña  Selene pensó dedicarse a la Religión. Ser religiosa. Había estudiado en una escuela de monjas. Al caer el comunismo sobre los cubanos ella no perdió la Fe, simplemente la cambió . Se entregó en cuerpo en alma al Partido. Los comunistas dicen que no creen en el alma pero la roban, dicen que son materialistas, pero sólo crean escasez. Odalys tiene la hipótesis de que su madre decidió dedicarse a la Geografía para no tener que pensar demasiado en sus contradicciones. Las ciencias aparentan ser territorios firmes, pero no lo son. La palabra Geografía tiene una parte que refiere al nombre de la madre de los dioses. Geografía bien podría ser el título de un tratado de  teología pagana. Odalys comenzó a contarme:

 

Estuve en la casa de Ramiro Valdés en algún momento de 1980. Hacía ya más de tres años que mis padres se habían divorciado. La cuñada de él…

¿La cuñada del carnicero?

Sí, la cuñada que tenía en ese momento. Ella también enseñaba algo de ciencia en la Universidad. Su esposa era muy callada. En cambio la suegra sonreía mucho. Recuerdo que fue en 1980 porque fue el año de lo de embajada del Perú.  A mi padre lo iban a expulsar del trabajo. Lo citaron a Villa Marista y le invitaron a irse del país. No se fue, alegó que era cubano y aquel era su país. Siempre me pareció que él contaba aquel episodio con orgullo, como si aquella humillación lo hiciera sentir importante. El alma humana tiene giros curiosos. A mi madre también la iban a expulsar.

¿A Selene? Nunca lo imaginé.

Sí, fue un año intenso. Muchas semanas, quizás meses estuve sola en mi casa. Cuando la veía ella me aconsejaba que no le contara a nadie porqué me quedaba sola. Decía que no era conveniente. En realidad me resultaba fácil no explicar nada, porque entonces no lo sabía. Tampoco lo sé ahora, aunque ya lo intuyo. Empezamos a visitar una casa con mucha luz en el Vedado. Creo que era un penthouse. Las paredes eran muy blancas y había muchos comics. Ahora sé que eran tebeos de Mortadelo y Filemón. El refrigerador estaba pintado, las sillas estaban sanas, la mesa barnizada, el sofá blanco y limpio y no estaba protegido por ningún nailon. El televisor era en colores y había un aparato que reproducía películas sin tener que esperar a que las pusieran por la televisión. Después supe que era un video tape.  No te rías. Tú tampoco lo sabías entonces.

Me río por lo cómico que lo cuentas.

Una vez vi a una mujer que se parecía a la señora que saludaba a mi mamá en la Universidad; pero no era ella, porque no reía tanto, siempre estaba callada. Su madre en cambio sí hablaba mucho y de cosas que no entendía. Hacía varios días que estaba viendo una caja con un conejo muy bien pintado y entonces me atreví a preguntar: ¿eso es americano?… Percibí la cara de incomodidad de mi madre.  “No- se apresuró la señora-. Es un aparato español. En esta casa no hay nada americano.” Me llamó la atención la respuesta. Sería la única casa de Cuba que no tenía nada americano, y era la primera vez que ella me hablaba sin sonreír. Días después entramos con la señora y la joven en una casa protegida por policías. A mi me dejaron en el carro durante mucho tiempo. ¿Cuánto? No sé. Demasiados para un niña.  Luego mi madre y las otras dos mujeres regresaron hablando sobre algo que no entendía. Al llegar a mi casa, mi madre me dijo:

Hoy estuvimos en la casa de Ramiro Valdés- dijo Selene -. ¿Sabes quién es?

No, no sé quién es- contestó Odalys.

Sale en la televisión. Tiene un chivito.

No, no me acuerdo.

Es una persona muy importante en Cuba. La señora joven es su esposa.

¿Tu amiga del trabajo?

No, esa es la hermana de la mujer… ¿Te acuerdas de aquella vez que te dijeron que en la casa no había nada americano?

Sí.

Era por eso. Cuando veas a ese hombre que tiene un chivito, no te pongas nerviosa. Sé como eres, así tranquila como eres, formal… Lo saludas si te saluda y te quedas tranquila. Así como eres, sin ponerte nerviosa… como siempre eres.

 

Odalys entonces levantó la vista y concluyó aquella historia:

 

Un par de meses después de aquella visita mi madre estuvo muy enferma. Ella ha hablado varias veces de que yo podría haber tenido un hermano. Es una de las sospechas de las que no quiero hablar. Finalmente mi madre conservó su trabajo de profesora, pero a mi padre sí lo expulsaron.

¿Selene?

Sí, pero a mí nunca me hubiera hecho daño. Era su hija. Una madre nunca le haría daño a una hija.

Dejamos unos segundos de silencio antes de cambiar de tema de conversación. No nos permitimos hacer explícitas las sospechas. Alguna vez escuché que el perdón es una impostura. Cada hecho tiene infinitas consecuencias y atreverse a perdonar es fingir que se puede revocar el pasado, como lo haría un dios fuera del Tiempo. No queríamos incluir nuestras certezas al escribir esta historia. Toda vergüenza escrita es una disculpa, y nadie está autorizado para disculpar.

Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor

 

6 Comments

  1. Edmme Baguer

    Magnífico.

  2. Heidys Yepe

    Genial!

    • Ulises Fidalgo

      Muchas gracias, Heidys. Tienes el apellido de un singular compositor de guitarra, pero en singular (cacofonía a propósito). Un abrazo.

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