Cultura/Educación

Zoé Valdés, una cubana necesaria

Por Carlos Cabrera Pérez/Cubaencuentro.

Zoé Valdés Martínez (La Habana, 1959) nunca pasa desapercibida, aguda y polémica, se plantó en el universo literario con La nada cotidiana —un desgarro audaz de mujer ante la barbarie— y tuvo la coherencia de no olvidar la memoria dolorosa de Cuba con las glorias literarias y las luces de París.

Acaba de estar en Madrid para presentar su último libro, Yo acuso, Cuba llora, que es un derribador de mitos sobre la complacencia de la progresía mundial que —desde cómodas butacas democráticas y prósperas— continúa salseando con la dictadura castrista, la más vieja y mentirosa de Occidente.

La entrevista fue interrupta por majaderías de su jodedora gata, pero Zoé se disculpaba y atendía a la felina sin perder el hilo, la idea, la palabra, el compromiso con la libertad; sin perder de vista que —como advertía Guillermo Cabrera Infante— “lo peor del dragón está en la cola”.

Tu exilio te ha convertido en una espectadora privilegiada de la decadencia de Francia. ¿Qué ha pasado, cómo tu otra tierra de adopción ha llegado a la actual crisis?

En tiempos de crisis generalmente la literatura se reciente en su contenido; aunque yo sigo escribiendo sobre mis temas, pero para vivir con honestidad debo también aceptar los encargos de urgencia. Sabes que siempre he dado mi opinión, como cualquier escritor de este planeta, contrario a lo que hacen algunos escritores cubanos. El 7 de octubre fue un momento crucial para la humanidad, tras el pogromo en Israel, y las consecuencias nefastas que hemos visto y vivido, di mi opinión, y también debí asumir las reacciones de los antisemitas de este país que me atacaron y se vengaron. Pero estoy acostumbrada, lo de Cuba ha sido parte del entrenamiento para seguir defendiendo la verdad y enfrentándome al odio de las tiranías donde quiera que se manifiesten. Mi obra literaria seguirá siendo lo que ha sido, porque no me voy a hundir, nadie podrá contra mí. Voy con Dios.

Aparte de Cuba y Francia, España es tu otra gran preocupación, ¿cómo se ve la Madre patria desde el otro lado de los Pirineos?

Cuba es mi primera preocupación. Hoy sitúo en el mismo nivel a España. España me hizo persona, y tú has sido testigo de eso. España me dio identidad y vida, lo necesario para que yo pudiera seguir luchando el día a día. No quiero lo que sucedió y todavía sucede en Cuba para España, que es mi segundo país. No lo deseo y combato cada día desde mis posibilidades para que no ocurra. Francia es mi cuartel, pero ha sido también mi universidad del pensamiento. En España y en Francia aprendí la libertad, en Francia pude pensar, y aprender a pensar en el sentido que le dio Félix Varela al pensamiento. Como sabes vivo ahora entre Francia y España, porque vivo también en el país vasco, en Carranza, en medio del campo, en la casa de los padres de mi querida Enaida Unzueta, que vive en Miami. Yo que he sido siempre tan habanera, tan de ciudad y asfalto, pues me descubro amando el campo, las cabras, las yeguas, los caballos, y feliz en medio del bosque de Varennes. Ya ves, cómo evoluciona el ser humano inmerso en la normalidad y el quehacer en libertad. Yo veo a España en su dimensión histórica y literaria, en toda su grandeza…

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Zoé Valdés. Foto Céline Nieszawer
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