Por Grethel Delgado/Diario Las Américas.
En la foto de portada de La intensa vida (Editorial Berenice, 2022), la escritora cubana Zoé Valdés tiene 18 años y trabaja en el “servicio social” que los universitarios deben cumplir en Cuba. Con esta sensual e inocente mirada la autora nos introduce en sus memorias, que van desde sus primeros años en Cuba en los sesenta hasta el exilio en Francia a partir de 1995.
Con este conjunto de recuerdos y comentarios Zoé Valdés demuestra que es “una escritora de raza”, como indica con justicia la nota editorial, y que no sirve para otra cosa, en el mejor sentido de la frase, que ella ha tomado de Samuel Beckett, a quien tuvo el gusto de conocer junto a dos misteriosos gatos. “Sea lo que sea, ocurra lo que ocurra, tenga que hacer lo que tenga que hacer, voy a escribir hasta que me muera”, sentencia la escritora en una de sus memorias. Y en otro texto afirma: “La escritura es un absoluto sacerdocio”.
Su compromiso con las letras es evidencia de ello, desde que era una niña con una imaginación fértil como aquel árbol que le nació a una pared del solar donde vivía, una niña que trepaba por las paredes hasta que se topó con un bolígrafo y un diario que le ayudaría a leer el mundo, y que conoció a muy temprana edad los rigores del hambre y las más estrambóticas maneras de conseguir algo de comida. Se convirtió después en una multipremiada autora y el mundo le celebró sus novelas, donde pinta esa Cuba que le había traído tanta amargura.
Es así que este libro es una montaña rusa de emociones y episodios en un cuadro amplísimo de temas en los que Zoé se mueve con soltura…
Grande de Cuba…
Es mi escritora favorita.Sus novelas son maravillosas,su forma de decir,y sus puntos de vistas son los de mi generacion.En fin,sus obras son un regalo para mi.
Muchas gracias, querido Leonardo.