Por Rodrigo Carrizo Couto/El Nuevo Herald.
Zoé Valdés no necesita presentación, pero las reglas de este oficio obligan a presentar al personaje, aunque sea ampliamente reconocido. Por tanto, vamos a intentarlo. Nacida en La Habana en 1959, esta cubana universal es una de las voces más personales de la literatura latinoamericana actual. Novelista, poeta, guionista y ensayista, en su obra destacan libros como Te di la vida entera, La nada cotidiana o Lobas de mar. Ganadora de innumerables premios literarios, es Caballero de las Artes y las Letras de la República francesa desde 1996, mismo año en el que el rey Juan Carlos I le concediera la nacionalidad española por carta de naturalización.
Valdés vive hoy en París, donde recibe al cronista en los magníficos salones de la Maison de l’Amérique Latine, en el corazón del barrio literario por excelencia de la capital francesa: Saint-Germain-des-Prés. A pesar de que la precede una fama de carácter difícil (sobre todo en redes sociales) la escritora y disidente llega a la cita afable y bien dispuesta. La extensa entrevista, que se prolongó a lo largo de más de dos horas, terminó pasada la medianoche con mojitos y risas en un moderno restaurante cubano del centro parisino. La excusa del encuentro fue hablar de su penúltimo libro: el ensayo De las palabras y el silencio, serie de breves crónicas (casi) periodísticas en las que disecciona la actualidad. Zoé Valdés viajó recientemente a la Feria del Libro de Miami para presentar su último libro: París era una rumba. En esta obra nos presenta la ciudad que descubre en 1983 a través de retratos de escritores, espacios y ambientes de un París que ya no existe.
Su penúltimo libro se llama De las palabras y el silencio. Al leerlo me quedo con la impresión de que Zoé Valdés observa el mundo, y lo que ve no le gusta mucho. Desde niña he observado el mundo a través de las palabras. Y también de los silencios, dado que nací bajo una revolución que pronto se convirtió en dictadura. Un silencio que te imponen, pero al que te terminas acostumbrando. Respondiendo a su pregunta, no me gusta nada lo que veo: una reiteración de cosas que ya he vivido. Este libro está compuesto de crónicas breves. ¿Qué inspira esta obra? Me inspira mucho la vida. Quizás le va a resultar extraño, pero me inspira también la política. Habiendo nacido en un sistema absolutamente politizado, y siendo mujer escritora, es imposible no ver todo a través del prisma de la política. Si tuviera que presentar De las palabras y el silencio a un lector potencial, ¿cómo se lo resumiría? ¿Qué va a encontrar?
Va a encontrar un libro espejo, en el que se va a ver a sí mismo, porque no creo ser la única que piensa que lo que estamos viviendo es realmente algo tremebundo. Además, va a encontrar mi combate de toda la vida contra los totalitarismos y la violencia. Y, ante todo, mi batalla personal por la verdad. Creo que hay mucha falsedad en las revoluciones y los totalitarismos. Sobre todo, en esa izquierda que se vende como única poseedora de la verdad, cuando lo cierto es que divulga todo lo contrario. A saber: la mentira. ¿El mundo se ha olvidado de Cuba? ¿A alguien le importa Cuba? El mundo nunca se ha interesado en Cuba, salvo en la época en la que era un país próspero. No hay que olvidar que en el año 1957 los tres países punteros en desarrollo económico en la región eran Argentina, Venezuela y Cuba. Y fíjese usted que son los tres países, del tercero al primero, que ellos han logrado destruir. Primero, el comunismo acaba con Cuba, pues los comunistas eran fuertes allí ya desde 1921.
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