Por Felix Antonio Rojas.
Acabado de escaparme de las garras de La Bestia del Atolón tropical, vendido durante décadas a la Glávnoye Razvédyvatelnoye Upravlenie, por un traidor campesino burgués, psicópata y delincuente hasta el último día de su existencia; dejando atrás las heridas de una sociedad esquizofrénica y fóbica, me encuentro en 1998 en el andén de la estación de Vinaroz, allí en el mágico Bajo Maestrazgo, rodeado por la comarca del Montsiá el rio Servol y el olor intenso de sus campos a naranja, alcachofas, olivas, madera fina y todos los aromas de un Mediterráneo que me recibía con todo su esplendor.
Carlitos el Chemby, mi hermano de mil batallas inimaginables, uno de los míticos frikis de la Habana de los 80tas, luego de encontrarnos en el paseo marítimo, después de diez años de su exilio lógico, me instruyó en los pasos a seguir y en el modo de vida de las personas del pueblo español y la importancia del bar y el garito para integrarse en la sociedad como un exiliado recién llegado a un país libre.
El CoCos Bar, era un garito con arquitectura de pub irlandés, todo pintado de verde con su clásica puerta de estilo georgiano, rompiendo la uniformidad con la monotonía de las fachadas de piedra y edificios de la misma calle; la música que se escuchaba era hard rock, heavy metal, classic rock y southern rock, al igual que el dispar de personas o personajes, que frecuentaban el lugar. Allí, en una noche cualquiera podías encontrarte con punkis de izquierda, skinhead, dueños de yates, comunistas, socialistas, anarquistas, franquistas, abertzales, neo nazis, intelectuales, pintores, labradores, periodistas, pescadores, dueños de emisoras de radios y filósofos de las madrugadas sin final; también era refugio para exiliados y emigrantes que siempre fuimos acogidos como hermanos del Metal. Nunca se me olvidará cuando me dijeron: ¨¿un cubano? ¡¡¡Un hermano ¡!!¨, y enseguida el abrazo fiel.
Lo grandioso era la armonía, el respeto y la convivencia entre tantas y diferentes maneras de pensar y ver la vida desde la dimensión de la política, contrarios ideológicamente en sus decisiones para alcanzar objetivos, pero desde un respeto a las diferentes maneras de abordarla, gracias a la ejemplar transición española.
El CoCos Bar, en el célebre pueblo de Vinaroz, fue para mí una escuela de democracia, acabado de salir de un campo de concentración como lo sigue siendo Cuba. Ver allí reflejado y revelado en un abanico y concepción los derechos individuales y de expresión de cada español, aunque fuese en la barra de un pub estilo irlandés y que de fondo sonara Free Bird de los Skynyrd; esa esperanza en el Día de la Hispanidad no la pierdo, como hijo adoptado de una España unida y próspera, por su historia, por su luz.
Félix Antonio Rojas es friki&freelancer.
*Uno de los significados de basca: Ímpetu repentino y pasajero que impele a actuar de algún modo.
Respeto, ese es el principio de todo