EDITO

Vozpópuli: El terror y el amor

Por Alejo Vidal-Quadras/Vozpópuli.

La semana pasada, el terror me hirió con su zarpa oscura. De hecho, todos los sicarios tienen el mismo rostro informe, una mueca amasada de odio, de oscura irracionalidad y de ofensiva falta de alfabetización. Hace tiempo que dejé de interesarme por sus imbéciles motivaciones, sean éstas ideológicas, religiosas, cualquier género de patria o la simple y grosera pulsión de poder o de dinero. Aparte de un insecto de ocho patas con apariencia humana, hay que ser un perfecto idiota para segar una vida humana inocente apostado en una esquina tras una espera arácnida.

En cambio, me parecen dignos de análisis los que afirman que los terroristas interpretaron correctamente el significado de la Transición como un cambio lampedusiano en el que las élites dominantes consiguieron imponer su hegemonía financiera, económica y cultural mediante la añagaza de la Constitución de 1978.  Esta visión de aquel gran y generoso pacto civil que algunos no nos hemos privado de criticar por sus muchos errores técnicos y políticos revela una mala entraña despreciable en la medida que le da al innoble bruto de turno una justificación a posteriori para empuñar la pistola o cebar la bomba. Asimismo, no deja ser llamativo el jugo gástrico de escualo gigante que requiere compadrear con el brazo político de los asesinos de más de ochocientos españoles con el peregrino pretexto de que así, en tan edificante compañía, se puede presidir un gobierno progresista. Curioso progresismo éste que consiste en revolcarse en una zahúrda de sangriento fango pestilente.

Si algo se le puede reconocer a Pedro Sánchez es que ha logrado poner a España a la altura de su mínima estatura moral, que es la de un pigmeo ebrio de ambición sin mérito y corto de lecturas. Cuando su hechura experto en física arquimediana le preguntó en un debate en el que le disputaba la Secretaria General, para convertirse después en su mozo de botas, “Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?”, le podría haber interrogado por el mismo precio y análogo resultado “Pedro, ¿me puedes citar el nombre de algún presocrático?”…

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