Por Julio César Soler Baró.
¿A dónde hemos llegado? Exclama alguien en las redes que muestran la violenta pelea entre dos jovencitas cubanas. Todo, aparentemente captado por la cámara de un teléfono celular, de esos recargados con el sudor del Exilio.
A juzgar por los uniformes y la no-pañoleta, las muchachitas son estudiantes de un preuniversitario urbano. Una directa, ante la muchedumbre frenética que corea y teclea a favor y en contra de una o de la otra adolescente, y también de la pelea que un único policía apenas consiguió detener.
¿A dónde se ha llegado?
Respondo yo: siempre hemos estado ahí.
Vi apuñalar a varios en Ciudad Escolar Libertad, antiguo Cuartel Columbia, de día ya por los 80s, cuando yo estudiaba en la escuela secundaria básica José Antonio Echeverría.
La sociedad cubana es horrible, fundada sobre bases machistas, postcoloniales y homofóbicas terribles…
Y es que la belicosidad del pueblo cubano viene de su incapacidad de vivir en paz. Y la censura castrista, una de las herramientas para consolidar el control de la información y de este modo orientar el pensamiento de las masas a donde quieran aquellos que ejercen la censura, es una de las piezas en la estructura de la sociedad cubana, que hace posible y hasta necesaria esta violencia en Cuba.
El cubano no vive en paz porque no sabe cómo hacerlo, no tiene las herramientas para hacer la paz, viviendo como vive en una concepción del mundo totalmente errada y limitada.
Los que llevamos décadas fuera de Cuba, vemos a los recién llegados y se les reconoce no sólo porque no saben cómo se paga el metro sino sobre todo por esa idea de “estamos en guerra” que tienen cuando llegan de Cuba.
La trilogía sobre la violencia del antropólogo Johan Galtung explica muy bien cómo es que esto funciona… Violencia cultural.
La violencia podemos dividirla en cultural, estructural y real: la cultural, aquella que justifica y legitima la violencia en sus otras dos formas, quiero decir en su forma estructural y en la cara a cara o real. La estructural es digamos la Coreana del Norte, cuando la violencia la ejerce la estructura, que no deja de ser realmente violenta. ¿Quieres ver algo más realmente violento que ejecutar a un ministro con un cohete?
La violencia cara a cara o real, bueno, la bofetada en la otra mejilla de Quien tú sabes, es un ejemplo tácito.
Pero ninguna de estas formas de violencia es posible sin la llamada violencia cultural.
Esas muchachas se golpean porque la cultura cubana dice: “si te dan da o si te dejas dar eres un penco e incluso si te dejas dar eres un MARIC…N”, término genéricamente masculino que puede usarse incluso para ofender a féminas, ejemplo de machismo como componente de la violencia cultural y estructural… Ah, particularmente y alejándome algo de Galtung defino la violencia estructural también como la estructura sociofísica que hace posible el ejercicio de la violencia física, es decir: si no tienes un cohete cómo vas a matar a alguien con un cohete, o si ese policía le hubiese puesto las esposas a esa muchacha todo hubiese acabado bien rápido.
Es decir, en Cuba hay un desorden estructural tal, que toda violencia es posible.
Hace un tiempo escribí también, a propósito de la violencia en Cuba que: No es raro que en Cuba te saquen la gandinga por la boca.
Bueno, y así con tremenda roña pregunto abiertamente a todos los horrorizados con la violencia gubernamental en Cuba: ¿A quién no le llevaron o no sabe de algún amiguito al que llevaron a golpes desde la escuela hasta la casa, por haber hablado en clases ese día, golpeándole hasta en la cara con su propio cinturón? ¿Quién no escondió o no sabe de algún amiguito o amiguita que escondió su arcoiris de dolores con el cuello de su camisa-blusa del uniforme?
¿Quién hizo la denuncia?
¿A quién escucharon entonces?
¿Quién escuchó?
En Cuba la violencia está institucionalizada y el maltrato infantil es la mejor prueba, aceptada además como castigo necesario, como derecho del castigante y galardón del castigado.
¿A qué tanto asombro, a qué tanto horrorizarse cuando se ha sido el primero, el segundo y el tercero en torturar o permitir que se torturen a sus propios hijos bajo criterio de “Una cosa es la Libertad y otro el Libertinaje” o eso de que “Al mulo se le dan los palos donde se cae” y de que “El perro chiquito a palo aprende” o “Una bofetada a tiempo ahorra males mayores en el futuro?
Presidio político, Zapata, Wilfredo, Harold y Payá, Sonia Garro, Mazorra, la 1580, sí y qué.
¡A veces se me quitan las ganas, recontra! Cuando veo tanta ceguera.
¡Contra, sí con acento, que requetejodidos estamos los cubanos, enredados en del mal los gajos, incapaces de ver sus estructuras y entonces, hasta siempre COMANDANTE!
¿Saben todos lo que sucede, por qué la Cuba-Violencia-Impune que tenemos?
Pues sencillo: las instituciones sociales, estructura de toda sociedad, edificadas para de manera contextual satisfacer las necesidades del grupo en dicho contexto siguen siendo las mismas, a pesar del carácter mutante de todo contexto, y por ende intentando reproducir aquello para lo que fueron creadas, y al estas encontrarse en un medio/contexto ajeno, quiero decir en un contexto para el que no fueron creadas, se produce la colisión, el conflicto.
Pero por qué violento: pues porque la violencia, cuando es “real”, material, palpable con efecto medible, repetible y falsificable en la materia tiene siempre sus bases más profundas en una violencia cultural, es decir, en la idea legitimada por otras tantas ideas, de transformar contextualmente a la materia a nuestro favor sin tener en cuenta ni respeto a las necesidades y la voluntades de los demás integrantes de dicho contexto.
Matamos. Golpeamos. Aplastamos. Impunemente por deducción:
Si mis padres, los mismos que siempre me han amado, de niño me regalaron soldados y me golpearon, a veces públicamente, y también me castigaron sin fijar los límites ni los términos de mi encierro, sin yo entender nada, entonces, por deducción: MATAR no puede ser tan malo. GOLPEAR a mis hijos tiene que ser lo correcto. APLASTARLE la cabeza a un recluso tiene que ser lo necesario, y no dar EXPLICACIONES mi derecho. Y si todo esto se institucionaliza: fuerzas armadas, policía artillada, agentes secretos con permiso para matar, soldaditos de goma junto a muñecas flaquísimas y rubiecísimas y ahora de moda, aunque sólo de juguete, también negrísimas: aún peor.
La violencia seguirá, esa es mi deducción, entrenados de pequeños como lo estamos todos, para MATAR, GOLPEAR, APLASTAR, SIN dar EXPLICACIONES al someter al otro, a la flaca y a la negra, al negro y al blanco y al libertino. Al otro, siempre al condenado problema del otro condenado…
Jugando… (pausa sostenida, teatral y seguimos)… por la sonrisa y una pizza, como si nada, enredados en las ramas-manifestación de la violencia cultural, la de la sangre, con la que vemos y nos vemos en el mundo.
Sin deconstruir a Cuba, todo esfuerzo por cambiarla resultará en mutaciones, cada vez más letales, de lo mismo, miren lo que sucedió cuando cambiamos a Batista.
Y esto último no parece haberlo entendido mucha gente, incluyendo a los imbuidos en estos asuntos.
Esa es mi deducción como antropólogo y como Friki de Marianao, exiliado en Suecia.
Patria y Libertad.
Julio César Soler Baró, poeta y antropólogo exiliado en Suecia. Otro cubano en el exilio. Oluwo Otura-Niko.
Grandioso L🇨🇺L…
Pingback: Violencia en Cuba – – Zoé Valdés
Titiiiiiiiii que bueno este escrito !!!!!!!!! Me encanto !!!!!!!!!
La siguiente pregunta es donde está la solución a esta tragedia, pero hay esperanza. Si los vikingos pudieron, también podremos los cubiches. Si los mongoles pudieron, los cubanos lo haremos. La mentalidad se puede cambiar solo que hay que empezar la tarea.