Por Carlos M. Estefanía.
Una Historia que Desafía la Propaganda
Cuando se menciona a Vietnam desde una perspectiva de izquierda internacional, a menudo se evoca la imagen de un país pequeño pero valiente que logró derrotar a poderosas potencias coloniales y neocoloniales como Francia, Japón y Estados Unidos. No obstante, un ensayo del profesor Kevin D. Pham, cuyo titulo traducido al español rezaría así ;“Cómo Vietnam obtuvo su posición anticolonial mundialmente reconocida”, y publicado en Aeon, el pasado 14 de abril de 2025, cuestiona esta narrativa. El autor lo hace desde una crítica sincera y a su vez propia un descendiente de la diáspora survietnamita.
Pham, politólogo de la Universidad de Ámsterdam, desmantela la versión heroica promovida por el Partido Comunista de Vietnam. Revela que la historia nacional no fue un camino lineal hacia la unificación comunista bajo Hồ Chí Minh, sino un terreno de confrontación ideológica donde coexistieron diversas corrientes: liberales, confucianos, republicanos, socialistas humanistas, nacionalistas monárquicos e incluso trotskistas. La victoria del comunismo se debió a una combinación de eficacia militar, apoyo internacional (particularmente de la Unión Soviética y China) y la eliminación sistemática de competidores ideológicos, más que a un consenso nacional.
La Vergüenza como Impulso Transformador
Uno de los aspectos más intrigantes del artículo es cómo Pham pone de relieve el uso de la vergüenza como herramienta ideológica. A diferencia de ciertos teóricos posmodernos que la interpretan como un residuo de sumisión, los intelectuales vietnamitas del siglo XX la utilizaron para fomentar una superación colectiva.
Figuras como Phan Bội Châu, Phan Châu Trinh, Nguyễn An Ninh y Hồ Chí Minh recurrieron a la autocrítica para elevar la conciencia nacional. La vergüenza por haber sido conquistados, por el atraso económico y la dependencia cultural se transformó en energía para la reconstrucción. Esta pedagogía moral, que enfatiza la responsabilidad colectiva, contrasta con la noción occidental de culpa. Aquí no se trata de exigir reparaciones al opresor, sino de buscar la madurez en el oprimido; es un llamado a la dignidad a través del esfuerzo, no del victimismo.
Sin embargo, el comunismo vietnamita supo capitalizar este impulso. La moral revolucionaria de Hồ Chí Minh, influenciada por Lenin y matizada por el confucianismo, se convirtió en un vehículo para imponer una visión paternalista del poder: el Partido como un padre sabio y el pueblo como un niño que necesita ser guiado. En esta dinámica, la vergüenza se transformó de un motor liberador en un mecanismo disciplinario.
¿Quién Define la Narrativa Histórica?
Un gran aporte del ensayo es su invitación a reflexionar sobre quién decide qué narrativas prevalecen y cuáles son suprimidas. Pham señala que, incluso en Occidente, los estudios académicos han dejado de lado a pensadores vietnamitas no comunistas, reduciendo la guerra de Vietnam a un simple enfrentamiento entre imperialismo y revolución, sin considerar la riqueza de voces que debatían modelos alternativos dentro del país.
Pensadores como Nguyễn Mạnh Tường, crítico del autoritarismo del Partido desde una perspectiva humanista, o Ngô Đình Diệm, que propuso una tercera vía entre comunismo y capitalismo, han sido olvidados o demonizados. Esta exclusión no solo provino del régimen comunista, sino también del pensamiento progresista occidental, que ha preferido simplificar el conflicto en términos de David contra Goliat.
Surge así un dilema filosófico: cuando una ideología monopoliza la narrativa, la pluralidad se convierte en un ideal inalcanzable. Lo que en Europa se entendería como «libertad de conciencia» o «debate público» se sustituye en regímenes revolucionarios por una moral cerrada, donde la historia se considera ya resuelta y el pensamiento divergente es visto como desviación.
Reflexiones para el Pensamiento Poscolonial
La situación de Vietnam no es exclusiva de Asia. En América Latina también hemos observado cómo ciertos regímenes, sean marxistas o nacional-populistas, han monopolizado la historia, silenciado voces críticas y utilizado emociones colectivas, como el orgullo y la vergüenza, para imponer una única verdad.
Del texto de Pham se pueden extraer dos lecciones fundamentales. Primero, que la descolonización no debe confundirse con la sumisión a una nueva ortodoxia. Segundo, que las emociones colectivas, especialmente la vergüenza, pueden ser fuentes de regeneración si se orientan hacia la autocrítica y el crecimiento, en lugar de hacia la obediencia y el adoctrinamiento.
Revisar la historia de Vietnam desde esta nueva perspectiva nos invita a reflexionar sobre nuestras propias tradiciones políticas, a redescubrir a los pensadores que han sido marginados y a romper con los relatos únicos que continúan intentando hablar en nombre del pueblo.
Fuente:
Kevin D. Pham, «Shame and revolution: Vietnam’s potent and storied anticolonialism is founded upon a unique sense of national shame.», publicado en: Aeon.
Carlos M. Estefanía es disidente cubano radicado en Suecia.
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”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”
Redacción de Cuba Nuestra
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