Cultura/Educación

Un Hidalgo del Idioma Castellano

Por Gloria Chávez Vásquez.

 

 

En su trabajo de toda una vida con las palabras,

profundizado en su actividad como periodista

el estudio y la experiencia cuentan su obra.

Álvaro Berrio Piedrahita.

 

 

En un lugar de Colombia, de cuyo nombre no puedo olvidarme, vivió un noble hidalgo, uno de esos caballeros de su generación, que dio impulso al periodismo, las letras y la cultura.

Como buenos campesinos, Gerardo y Bertilda inculcaron a su hijo Germán Gómez Ospina (1920-2010) el amor al trabajo, la dignidad y la pulcritud, virtudes en las que ancló su vocación de informar, enseñar y educar. El resto lo hizo su devoción por el idioma con el cual tuvo una relación tan prolija que se convirtió en su defensor.

Maestro, periodista y político 

Corrían los años 40s y el joven Germán se dedicó a la docencia. En su momento fue nombrado rector del Colegio Libre de Circasia. Diez años más tarde, atraído por los hechos y la política que vivía el país, asumió el periodismo. Como tal, fue director del noticiero Radio Gaceta que trasmitía La Voz de Armenia y en el que laboró junto a Celedonio Martínez Acevedo, periodista asesinado por sicarios por denunciar la violencia partidista.

En las décadas de los 60s y 70s fue director regional de noticias para Caracol, así como fundador del noticiero El Emisor que se transmitió por La Voz de Calarcá, emisora que hoy pertenece a la cadena RCN. Fue uno de los promotores de la creación del Quindío como departamento y luego representante liberal en el gobierno local.

Contribuyó a organizar la sede y archivos periodísticos de la Academia de Historia y a principios de los 90 fundó el Círculo de Periodistas del Quindío.

Germán Gómez O. Cofundador de la Academia de Historia

Un señor muy humilde con unos libros muy interesantes

El título del artículo escrito para reseñar sus libros le hizo exclamar: “Verdad, verdad”. Era una síntesis acertada del hombre y su obra. Un gentil hombre, de humor fino y oportuno, típico quindiano, que hacía reír a los demás, mientras permanecía serio y reflexivo. A partir de entonces mantuvimos puntual y agradable correspondencia y durante el centenario de la ciudad, coordinó la publicación de la crónica novelada El Conde del Jazmín, un homenaje a mi tierra natal.

Cuando lo visité, dos años después del terremoto del ‘99, en su apartamento del Guadalajara, el edificio, averiado, a la espera de intervención, humana o divina, a él solo le preocupaba el destino de sus libros. Me sorprendió ver colgado, a manera de talismán, un pequeño adorno que le había enviado años atrás durante unas navidades.

Aunque su vida entera la había dedicado a servir con orgullo cívico, seguía siendo un adorable pero tímido y esquivo, campesino. Poco aficionado a la vida social. No le gustaba la fanfarronería y por eso le enojó tanto que los periodistas de los 90s se hubieran derretido ante los “regalos” de un capo de la droga, a quien ellos describían como “empresario”.

Político de corazón, le dolía la ausencia total de mística entre los liberales del Quindío. Esto lo evidencia una anécdota que solía contar en amistosas y entretenidas tertulias:

Un día muy frio, en que rumiaba mi desilusión con el partido de los rojos, leyendo un libro y calentándome con un chocolate, escuché una algarabía y divisé desde mi balcón un gentío que portaba una bandera roja. Pensando que eran liberales, me animé tanto, que me puse mi ruana roja y salí a gritar vivas al partido. Poco tardé en darme cuenta, ante las burlas de algunos de los gritones, de que aquel montón de gente no era más que hinchas del América, el equipo caleño de futbol que había derrotado al Quindío.  

 

Antología de la Copla y Apuntes idiomáticos 

En Antología de la copla su prologuista, el ingeniero, poeta y exalcalde, Alberto Gutiérrez Jaramillo escribe: Germán Gómez Ospina está convencido de que para hacer honor a la herencia hispánica hay que cuidar el léxico y la forma correcta de usarlo.

Oscar Toro Echeverri, señala en su introducción en Apuntes Idiomáticos (1996): [el autor] puntualiza con fina y ajustada intención didáctica, los errores garrafales en que incurren a trochemoche, los perdularios de la lengua de Castilla.

Reconociendo en GGO a un hidalgo de solar conocido y entroncado con gente de limpios y honorables escudos familiares, Toro observa que su obra no está exenta del gracejo y el toquecillo humorístico conque en toda época —desde sus alegres mocedades hasta hoy, ha sabido orquestar su sabio y valeroso discurrir por el periodismo, la docencia y las bellas artes.

Además del material contenido en sus libros, colección de muchos años, el autor agregó algunas de sus crónicas tituladas Punto y Raya, leídas en la radio y publicadas en El Quindiano. Escogió también muestras geniales y curiosas de escritores y oradores, y como en el primer volumen, incluye numerosos datos históricos, científicos, coplas, poemas.

Dos de los libros de Germán Gómez Ospina

¿Español o Castellano?

Sobre el eterno dilema del nombre correcto de nuestra lengua, española o castellana, Germán estaba de acuerdo con Eduardo Guzmán Esponda, autoridad en Variedades Literarias y Lingüísticas quien escribió: Cuando nos pregunta un inglés o un francés, cual es nuestra lengua nativa, contestamos instintivamente, español, acaso sintiendo que decir castellano, suena un poco amanerado. Sería como si un italiano respondiera que su idioma es el toscano. Apellidar nuestra lengua como español, es una preferencia para uso externo, como ciertos medicamentos .Todo es cuestión de ocasión, matiz, de gusto. O se divide, como lo hizo José Zorrilla:

Cercadme amigos míos, llevadme a la montaña

Do en el tranquilo nido, do me brotó el plumón,

Expire fénix viejo de cara al sol de España,

Viviendo en castellano y muriendo en español.

Cafetera de Colombia

La obra de Germán Gómez Ospina sobrevive, por fortuna, en la Biblioteca de Autores Quindianos, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Open Library y en Searchworks (la red de Bibliotecas de Stanford University). En España compite con otras antologías de la copla, pero la de Gómez Ospina, que recopila las coplas castellanas de su gusto, también incluye las que caracterizan las costumbres y dichos auténticos de la tierra colombiana.

El entonces gerente de la lotería del Quindío, Álvaro Berrio Piedrahita, quien hizo posible la publicación de estos valiosos volúmenes de Apuntes idiomáticos, escribió: Germán es como un médico de la gramática. Observa, analiza, desmenuza, abre el lenguaje y estudia sus causas y sus efectos, sus cambios y comportamiento en el núcleo de la vida social. Su lenguaje ameno y directo resulta muy gratificante a sus lectores. Refleja además la personalidad del autor. Un hombre ecuánime y leal, que como ninguno ha sabido llevar una vida de maestro.

Desde las tribunas de su actividad periodística, Germán Gómez Ospina supo guiar a varias generaciones de colombianos y con sus ideas, inspirar la materialización de proyectos trascendentales para la vida de los quindianos.

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

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