Por Zoé Valdés/El Debate.
Me cuenta una amiga cubanoamericana: «Lo de treinta y tantos cargos es fuera de lo común, dicen que denota un caso débil, y que cada pago lo están considerando separadamente para armar sensacionalismo… Filtraron que el Gran Jurado no se volvería a reunir hasta dentro de un mes, por el contrario se adelantaron y se reunieron el martes, el miércoles, y ayer jueves… Hasta Trump se ha sorprendido; son tan bajos…».
No es que sean bajos, es que son social-comunistas. No hay bajeza más grande que la que proviene de un social-comunista. Es cierto que lo que está sucediendo en Estados Unidos clama al cielo. Pero no es que suceda como algo novedoso, no, ocurre desde hace décadas: la ley del embudo.
Recuerden que John Fitzgerald Kennedy, el presidente demócrata traidor de los cubanos y de la Brigada 2506, salió electo mediante fraude con ayuda de la mafia norteamericana. JFK, un enfermo sexual, al igual que su hermano Bob, del que se ha escrito que asesinó a Marilyn Monroe, a la que compartió como amante con el presidente, o sea, su hermano, quien abusaba de una becaria de diecinueve años llamada Mimi Alford, la que escribió un libro, véanlo aquí, donde denunció que el presidente balaceado en Dallas la obligaba a hacer sexo con él y con su guardaespaldas en la piscina de la Casa Blanca. A esta mujer no sólo no la quisieron oír, la trataron de silenciar; de hecho, lo lograron. Vive todavía, nadie la entrevista, más bien la ocultan, la ningunean. JFK nunca ha sido fuertemente criticado por estas vejatorias acciones.
De Hillary y Bill Clinton ni hablemos. Recordarán que Bill Clinton también hacía sexo con una becaria, Mónica Lewinsky, en el mismísimo Despacho Oval de la Casa Blanca; mientras conversaba al teléfono con el líder y hombre de estado palestino Yasser Arafat, le introducía un tabaco en las partes íntimas a la becaria. Pese a que el escándalo se hizo público y fue tal que se consideró la impugnación de su mandato, nada sucedió. Su esposa lo perdonó, continuó en el cargo de presidente, y de paso ella fortaleció la idea de convertirse en la primera mujer presidente de Estados Unidos.
Hillary Clinton devino secretaria de Estado, aunque no logró la presidencia. Bajo el ejercicio del poder político y durante su mandato se filtraron al mundo entero cientos de emails comprometedores de política interna y política exterior desde una dirección de email particular a su nombre. Nadie sabe cómo, pero las computadoras cuya pertenencia era evidente, fueron destrozadas a martillazos. Ningún tribunal consiguió inculparla, y pese al suceso de la embajada en Benghazi, considerado como uno de los más traidores contra Estados Unidos, esta señora sigue en libertad. Todo el que investiga el más mínimo detalle acerca de esta pareja, como el robo a través de su fundación de donaciones a Haití tras el terremoto, aparece extrañamente ‘suicidado’.
De Barack Obama, ayparfavar, con sólo lo que le dijo a Dimitri Medvedev, si lo hubiera hecho Trump, lo habrían fusilado: «Voy a flexibilizar…» (aquí el vídeo). Ahí está Obama, como dijo Pepe Forte en El Ático de Pepe, muy repantigado en su multimillonaria mansión…