Por Dámaso Barraza.
Trump está poniendo de patas pa’arriba el mundo, y por eso, sería muy importante preguntarse qué ideas son las que lo mueven en realidad esta segunda revolución americana. Para eso es muy importante conocer los fundamentos ideológicos que mueven el partido republicano[1], y vale la pena preguntarse hoy: ¿cuál es en realidad la ideología que asume Trump y de dónde proviene? ¿Y cuál es la ideología que encarna hoy el Partido Republicano, y hasta qué punto ha sido moldeada e influenciada por la figura de Trump?
La ideología que encarna el Partido Republicano bajo el liderazgo de Donald Trump puede muy bien caracterizarse como una síntesis entre conservadurismo religioso, nacionalismo cristiano y elementos de la teología de la prosperidad. Aunque si Trump no es abiertamente un practicante religioso fervoroso, su discurso ha resonado con sectores evangélicos al incorporar un lenguaje de éxito, fuerza y bendición material, que conecta con la narrativa de la prosperidad. Al mismo tiempo, el partido ha reforzado una identidad basada en valores judeocristianos y en la defensa de un legado cultural calvinista reinterpretado, articulando una visión de Estados Unidos como nación fundada en principios bíblicos. Esta ideología se traduce en un conservadurismo político que defiende símbolos religiosos en la esfera pública, se opone a ciertas agendas progresistas como la ideología de género, y promueve una identidad nacional fuertemente marcada por el cristianismo protestante.
El partido y la ideología que mueven al departamento de agitación y propaganda republicano
Los fundamentos ideológicos de Donald Trump no deberían interpretarse como una expresión genuina de fe cristiana, en su caso presbiteriana y calvinista, sino como un ejemplo clásico del uso instrumental de la religión por parte de un proyecto político que busca consolidar poder y cohesionar una base social. El calvinismo, reducido aquí a un pragmatismo utilitario, se convierte en un recurso ideológico despojado de rigor doctrinal, pero funcional a los intereses del Partido Republicano trumpista.
Y entonces, no es Calvino[2], no es Knox[3] quienes marcan el horizonte ideológico de Trump, sino Norman Vincent Peale, predicador del “pensamiento positivo”, cuya exaltación de la voluntad individual y del éxito personal es antitética al calvinismo original, pero extremadamente útil para el discurso capitalista contemporáneo. En este sentido, Trump encarna un “calvinismo sin calvinismo”: adopta símbolos, estéticas y retóricas religiosas para legitimarse ante las masas, pero despoja estas categorías de todo contenido moral estricto, poniéndolas al servicio de un proyecto político.
En el plano político, este instrumentalismo religioso se expresa en la construcción de un nacionalismo cristiano que busca restaurar un pasado mítico de valores. Bajo la consigna de “hacer a América grande de nuevo”, Trump moviliza a sectores que perciben una crisis moral y cultural, ofreciendo como salida una restauración nacional basada en la identidad cristiana protestante. La religión, en este esquema, no es fin, sino medio: un mecanismo de cohesión que enmascara las verdaderas dinámicas de poder.
La presidencia de Trump confirmó esta lógica: su coalición política no se fundó en la unidad de fe, sino en la unidad ideológica de un cristianismo conservador útil para el control cultural y político. Las figuras que lo rodearon —desde Paula White-Cain[4], promotora de la teología de la prosperidad, hasta Russell Vought[5], cercano al reconstruccionismo cristiano— muestran que lo que une al trumpismo no es una doctrina teológica común, sino la convergencia de fuerzas religiosas, que bien suelen llamarseles reaccionarias al servicio de un mismo proyecto político.
En suma, el fenómeno Trump republicano demuestra que la religión en el capitalismo tardío se convierte en un instrumento de legitimación del poder político, una ideología que disfraza de fe lo que en realidad es la articulación de un bloque político y de poder. La retórica calvinista, el pensamiento positivo y el nacionalismo religioso se amalgaman para dar forma a un proyecto en el que la religión no ilumina la política, sino que la política se sirve de la religión para perpetuar la dominación.
¿Quién es este ideólogo y qué doctrina es la que domina los fundamentos teóricos en la mente de Trump?
Norman Vincent Peale[6] fue un influyente pastor protestante y escritor estadounidense, conocido principalmente por popularizar la teoría del pensamiento positivo a través de su libro bestseller «The Power of Positive Thinking» (El poder del pensamiento positivo) publicado en 1952.
Fue ordenado ministro metodista en 1922, pero en 1932 cambió su afiliación a la Iglesia Reformada en América para convertirse en pastor de la Marble Collegiate Church en Manhattan, hasta 1984. Predicador influyente en la política, amigo personal de varios presidentes. En 1984, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta distinción civil de Estados Unidos, otorgada por el presidente Ronald Reagan.
La idea detrás del pensamiento positivo de Norman Vincent Peale no se debería confundir con la teología de la prosperidad, aunque estas tienen una relación muy cercana. Peale promovía la fe en Dios, la confianza personal y una actitud mental positiva como medios para alcanzar bienestar integral (espiritual, emocional y personal), sin centrarse directamente en la riqueza material.
La teología de la prosperidad, en cambio, va más allá al afirmar que la fe y las declaraciones positivas garantizan salud, éxito económico y felicidad, considerando la pobreza o la enfermedad como falta de fe. Esta corriente, influida por el Nuevo Pensamiento y el pentecostalismo, combina motivación espiritual con una visión pragmática y materialista.
¿Qué tipo de militancia religiosa tiene Donald Trump?
Se sabe que, las raíces religiosas de Donald Trump son protestantes y europeas, procedentes de sus padres; su padre, de ascendencia alemana, era de linaje luterano y asistió fielmente a la iglesia, mientras que su madre, Maryanne Macleod emigró de Escocia como una presbiteriana estricta. Todos sus hijos fueron formados como presbiterianos[7].
Pero, aun teniendo estas raíces religiosas, la pregunta sobre qué tipo de militancia religiosa ha tenido Donald Trump[8] no puede responderse en términos de una fe auténtica ni de una práctica teológica consistente. Su “militancia religiosa” no es espiritual, sino política; no es devoción, sino instrumentalización. Trump no ha actuado como un creyente comprometido con el presbiterianismo, sino como un dirigente que utiliza el lenguaje religioso para cohesionar a una base social y legitimar su proyecto de poder.
Su militancia consiste en haber transformado la religión en un arma política. Bajo la máscara del protestantismo y del nacionalismo cristiano, Trump moviliza a sectores sociales conservadores que ven en la religión un baluarte frente al cambio cultural y social. Por eso, Trump no es un militante religioso en el sentido tradicional, sino un militante de la religión como ideología política, económica y social. Su relación con figuras de la teología de la prosperidad[9], su retórica en defensa de los “valores judeocristianos” y su exaltación de Estados Unidos como nación elegida son expresiones de un mismo fenómeno: la instrumentalización de la fe para reforzar un bloque de poder reaccionario.
En conclusión, la militancia religiosa de Trump es la militancia del político capitalista que entiende el valor de la religión como herramienta de dominación. No busca salvar almas, sino asegurar obediencias; no se orienta al más allá, sino al presente histórico en el que la religión, despojada de su contenido espiritual, se convierte en un medio eficaz para sostener el orden económico bajo nuevas formas autoritarias.
La ideología religiosa calvinista en la historia
La utilización de ideas religiosas como fundamentos políticos y económicos no es un accidente histórico, sino un mecanismo mediante el cual los poderes de este mundo han legitimado sus estructuras de dominio. El calvinismo, lejos de ser únicamente una doctrina espiritual, funcionó como un instrumento ideológico al servicio de la consolidación del sistema capitalista. Su disciplina del trabajo, su exaltación de la austeridad y su justificación moral de la riqueza proporcionaron el terreno cultural necesario para la expansión de las relaciones capitalistas de producción.
Como señala Britt-Louise Hoberg en la revista Contra, de Suecia, en su artículo “Kapitalismen och Protestantismen[10]” (El capitalismo y el protestantismo”), afirma que, la llegada de decenas de miles de refugiados protestantes a Inglaterra e Irlanda entre los siglos XVII y XIX no solo significó un fenómeno religioso, sino la importación de una ética funcional a las necesidades del capital: trabajo duro, obediencia, innovación y emprendimiento. Inglaterra, con su estabilidad política y sus condiciones favorables para la acumulación —mercados abiertos, protección de patentes, crédito accesible—, se convirtió en el laboratorio donde esta ideología encontró su máximo despliegue.
La fundación del Bank of England[11], vinculada a círculos calvinistas, no debe entenderse como simple progreso financiero, sino como la creación de un aparato que permitió al capital superar sus limitaciones iniciales, centralizar recursos y transformar el riesgo en motor de acumulación. La figura de Thomas Newcomen, herrero e inventor, encarna esta síntesis entre trabajo, técnica y fe, que se tradujo en un salto cualitativo en las fuerzas productivas, pero siempre bajo la lógica del beneficio privado y no de las necesidades colectivas.
Entre 1750 y 1850, Inglaterra se convirtió en el centro de la industrialización, y la expansión posterior hacia Estados Unidos mostró que el calvinismo no era solo religión, sino ideología de clase, exportada como fuerza cultural que legitimaba la dominación capitalista en ambos lados del Atlántico. Lo que Hoberg describe como creatividad calvinista no debe confundirse con emancipación popular: fue la incorporación de valores espirituales al servicio del capital, un mecanismo de cohesión ideológica que ocultaba la explotación tras el mito del trabajo virtuoso.
En conclusión, la llamada ética calvinista no fue un motor “neutral” del capitalismo moderno, sino una de sus armas ideológicas más eficaces. Sirvió para naturalizar la desigualdad, para justificar la acumulación y para consolidar un orden social en el cual la explotación se presentaba como designio divino. El triunfo del capitalismo industrial en Inglaterra y su expansión global fue, por tanto, inseparable de esta alianza entre religión y capital, que disfrazó de virtud lo que en realidad era la consolidación de un sistema de explotación del trabajo.
¿Qué se puede esperar del plano programático del partido republicano?
La influencia del calvinismo en el desarrollo del capitalismo no puede entenderse únicamente como un fenómeno religioso, sino como una herramienta ideológica que ha servido para justificar el poder y la centralización política que hoy por ejemplo impulsa el Partido Republicano. La exaltación del trabajo disciplinado, la austeridad y la riqueza como signo de gracia divina no sólo legitimaron el capitalismo industrial en su origen, sino que en la actualidad ofrecen al Partido Republicano un marco de justificación moral para reforzar un proyecto de control estatal.
Bajo el liderazgo de Trump, el Partido Republicano de seguro no pretende desmantelar el Estado, sino capturarlo y centralizarlo como instrumento de dominación política y cultural. Lo religioso, revestido de valores calvinistas cristianos y de la retórica de la prosperidad, se convierte en un mecanismo ideológico que cohesiona a las masas en torno a un poder estatal fuerte, que se presenta como guardián de los “valores judeocristianos” y como defensor de la nación frente a enemigos externos e internos.
Los objetivos de este proyecto aparecen bastante claros. En lo económico, el Estado se convierte en garante de los intereses corporativos y financieros, protegiendo a las élites bajo un discurso de prosperidad nacional. En lo social, el poder federal es usado para preservar una identidad cristiana muy influenciada por el calvinismo y conservadora, reforzando divisiones étnicas, religiosas y culturales que podrían fragmentar a la nación norteamericana, si no lo han hecho en este momento. En lo político, el fortalecimiento del aparato estatal busca neutralizar la oposición ideológica y política, además de consolidar un bloque de poder autoritario, en el que la centralización del gobierno sirve como herramienta para asegurar la hegemonía partidista republicana.
En suma, lo que aparece como una continuidad de valores religiosos es en realidad la expresión ideológica del Partido Republicano, que se vale de la tradición calvinista y del aparato estatal para legitimar un proyecto de control centralizado, en el cual el Estado, lejos de ser reducido, se convierte en la principal arma de un poder que hace llegar un olorcito a totalitario, dispuesto a perpetuarse en el poder bajo el discurso de la fe y la prosperidad.
Dámaso Barraza es opositor cubano radicado en Suecia.
Email: damaso.barraza@gmx.com
NOTAS
[1] Asenjo, R. (2024) ¿Qué es el partido republicano?, LISA News. Available at: https://www.lisanews.org/elecciones-estados-unidos/que-es-el-partido-republicano/ (Accessed: 09 September 2025).
[2] Quién fue Juan Calvino, El Teólogo Que Ayudó a fundar el protestantismo y a justificar El Capitalismo, BBC News Mundo. Available at: https://www.bbc.com/mundo/noticias-59531178 (Accessed: 09 September 2025).
[3] Mira, escucha Y Aprende, John Knox, Institute of Higher Education. Available at: https://es.johnknoxinstitute.org/johnknox (Accessed: 09 September 2025).
[4] Rfi (2025) Paula White-Cain, Abanderada de la Cruzada Ultraconservadora de Donald Trump, RFI. Available at: https://www.rfi.fr/es/am%C3%A9ricas/20250408-paula-white-cain-abanderada-de-la-cruzada-ultraconservadora-de-donald-trump (Accessed: 09 September 2025).
[5] Lorao, D. (2025) Quién es Russell Vought, El hombre más importante para Donald Trump, Artículo 14. Available at: https://www.articulo14.es/internacional/quien-es-russell-vought-el-hombre-mas-importante-para-donald-trump-20250124.html (Accessed: 09 September 2025).
[6] Peale, Norman Vincent – Editorial clie. Available at: https://www.clie.es/autor/peale-norman-vincent (Accessed: 09 September 2025).
[7] Sanna, E. (2021) The faith of Donald Trump, U.S. Catholic. Available at: https://uscatholic.org/articles/201701/the-faith-of-donald-trump/ (Accessed: 11 September 2025).
[8] Alanis, C. (2025) (videos y fotos) ¿De qué religión es Donald Trump?, PolíticoMX. Available at: https://politico.mx/2025/01/19/videos-y-fotos-de-que-religion-es-donald-trump/ (Accessed: 10 September 2025).
[9] Freston , P. (2024) Teología de la Prosperidad: Una Evaluación (Mayormente) sociológica, Lausanne Movement. Available at: https://lausanne.org/es/contenido/teologia-de-la-prosperidad-una-evaluacion-mayormente-sociologica (Accessed: 10 September 2025).
[10] Hoberg, B.-L. (no date) ‘Kapitalismen och protestantismen’, Contra . 4/2024 edn, p. 3. www.contra.nu
[11] Mundiario (2016) La banca actual nace de la negación de la usura como pecado en la Doctrina de Calvino, MUNDIARIO. Available at: https://www.mundiario.com/articulo/economia/banca-actual-nace-negacion-usura-pecado-doctrina-calvino/20160331144608057197.html (Accessed: 09 September 2025).